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domingo, 26 de febrero de 2017
Bill Paxton
Un gran actor murió hoy, Bill Paxton. Tuvo una actuación
magistral en la película “Twister” mezcla de drama, comedia y acción, patrón que
seguiría en la otra película que lo hizo famoso “Alien 2”. No era guapo ni
fornido. Era un personaje que encarnaba el hombre común y corriente, los
hombres reales de carne y hueso, que expresan sus temores, miedos e inquietudes
ante los acontecimientos con que la vida los golpea. Gracias a Dios tuvimos un
represente de nosotros en la fábrica de ilusiones que es Hollywood.
Bill Paxton deja el mundo real pero ahora su espíritu mora
en la eternidad.
miércoles, 22 de febrero de 2017
Cecilia XXIII
Estaba sentado en la banca del
jardín donde nos vimos Cecilia y yo la primera vez. Me puse a pensar en lo que
sucedió en el café. Me pareció glorioso, un placer inesperado, una gloria
alcanzada. Pero no sabía cómo reaccionar, si debía decirle algo o comentar algo.
Aunque, todo estaba bien para mí. ¿Acaso era necesario palabras? ¿O sí? Una
canción francesa, Non, je ne regrette
rien daba vueltas en mi mente que me
hizo cantar “¡No! nada de nada, ¡no! no lamento nada, ni el bien que me han
hecho, ni el mal”.
Entonces
la vi venir por el camino de flores que conducía hasta aquí. Venía con un
vestido blanco de mangas cortas, más abajo de las rodillas y unas sandalias
marrones, Llevaba el pelo suelto con un pequeño cerquillo ondulado sobre la
frente. La mire desde lejos mientras ella miraba las flores. Estando más cerca
me miro y sonrió.
-Hola
–me dijo
-Hola
amor, ¿Cómo estás? –mi voz respondió.
-Muy
bien, ¿y tú?
-Te
veo y estoy bien.
-Ósea
que soy tu doctora.
-La
que me cura y la que me enferma si no te veo.
-¿Tanto
poder tengo?
-Puedes
destruir y construir mi mundo las veces que quieras.
-No
suena muy bonito eso.
-Puedes,
pero no lo haces y eso es lo bueno.
-De
lo que te libras.
Nos
quedamos en silencio un breve momento
-¿Quieres
ir a alguna parte?
-Quedémonos
aquí.
-¡Fenomenal!
-Quiero
preguntarte algo.
-Pregunta.
-Tú
dices que me quieres, ¿no?
-Por
supuesto, te quiero mucho.
-¿Cuánto es mucho?
-Es
mucho porque mi amor no tiene límites, se extiende y desborda mi corazón y se
sale fuera de mi cuerpo y de allí a todo el universo. No lo puedo medir porque
no tiene medida. Cuando miro al cielo, en la noche, mi amor por ti alcanza a
las estrellas que brillan en el infinito. Pero no es solo un sentimiento lo que
me impulsa a querer que seas feliz. Es la razón que me motiva a hacer todo lo
posible para que seas feliz. Porque si tú eres feliz yo soy feliz y si estas
triste, tu tristeza es la mía. Al final, gracias a ti yo vivo, sin ti, solo
existo.
La miré a los ojos, me miró y
bajó levemente su mirada. Hubo un silencio y luego Cecilia habló.
-Te pregunté porque quería que
sepas que yo también te quiero.
Y volteando su vista hacia mí,
nos abrazamos los dos.
Al fin oí lo que creí imposible de escuchar; que de
sus labios fluyeran palabras mágicas que me elevaran del suelo y me sostuvieran
en el aire, en un estado de exaltación sublime. He allí que hoy puedo dar
testimonio que el amor es un regalo divino de Dios al ser humano.
Estaba sentado en la banca del
jardín donde nos vimos Cecilia y yo la primera vez. Me puse a pensar en lo que
sucedió en el café. Me pareció glorioso, un placer inesperado, una gloria
alcanzada. Pero no sabía cómo reaccionar, si debía decirle algo o comentar algo.
Aunque, todo estaba bien para mí. ¿Acaso era necesario palabras? ¿O sí? Una
canción francesa, Non, je ne regrette
rien daba vueltas en mi mente que me
hizo cantar “¡No! nada de nada, ¡no! no lamento nada, ni el bien que me han
hecho, ni el mal”.
Entonces
la vi venir por el camino de flores que conducía hasta aquí. Venía con un
vestido blanco de mangas cortas, más abajo de las rodillas y unas sandalias
marrones, Llevaba el pelo suelto con un pequeño cerquillo ondulado sobre la
frente. La mire desde lejos mientras ella miraba las flores. Estando más cerca
me miro y sonrió.
-Hola
–me dijo
-Hola
amor, ¿Cómo estás? –mi voz respondió.
-Muy
bien, ¿y tú?
-Te
veo y estoy bien.
-Ósea
que soy tu doctora.
-La
que me cura y la que me enferma si no te veo.
-¿Tanto
poder tengo?
-Puedes
destruir y construir mi mundo las veces que quieras.
-No
suena muy bonito eso.
-Puedes,
pero no lo haces y eso es lo bueno.
-De
lo que te libras.
Nos
quedamos en silencio un breve momento
-¿Quieres
ir a alguna parte?
-Quedémonos
aquí.
-¡Fenomenal!
-Quiero
preguntarte algo.
-Pregunta.
-Tú
dices que me quieres, ¿no?
-Por
supuesto, te quiero mucho.
-¿Cuánto es mucho?
-Es
mucho porque mi amor no tiene límites, se extiende y desborda mi corazón y se
sale fuera de mi cuerpo y de allí a todo el universo. No lo puedo medir porque
no tiene medida. Cuando miro al cielo, en la noche, mi amor por ti alcanza a
las estrellas que brillan en el infinito. Pero no es solo un sentimiento lo que
me impulsa a querer que seas feliz. Es la razón que me motiva a hacer todo lo
posible para que seas feliz. Porque si tú eres feliz yo soy feliz y si estas
triste, tu tristeza es la mía. Al final, gracias a ti yo vivo, sin ti, solo
existo.
La miré a los ojos, me miró y
bajó levemente su mirada. Hubo un silencio y luego Cecilia habló.
-Te pregunté porque quería que
sepas que yo también te quiero.
Y volteando su vista hacia mí,
nos abrazamos los dos.
Al fin oí lo que creí imposible de escuchar; que de
sus labios fluyeran palabras mágicas que me elevaran del suelo y me sostuvieran
en el aire, en un estado de exaltación sublime. He allí que hoy puedo dar
testimonio que el amor es un regalo divino de Dios al ser humano.
sábado, 18 de febrero de 2017
La cultura andina
Es extraño pero los lugares que los españoles conquistaron
y mandaron no se han erigido, en el presente, en pueblos pujantes y poderosos.
viernes, 17 de febrero de 2017
Cecilia XXII
Voy a recoger a los chicos y los llevo a su práctica
de futbol los martes y jueves y los sábados si tiene un partido contra otro
colegio. Los lunes y miércoles viene el profesor que los está preparando para
que no tengan problemas en la facultad de ingeniería y arquitectura donde piensan estudiar.
Si, la vida parece ordenada, cada uno que otro sábado
vamos a pasar una velada con nuestros mejores amigos. La pasamos bien también
en las reuniones del club una vez al mes. Y a ver una que otra película de
estreno al mes también divierte y comer pizza todos los viernes en la noche
anima la semana en familia.
Mi esposo pone su parte para llevar bien la familia y
tener una vida tranquila. Su trabajo en el departamento de contabilidad de una
corporación mediana cubre con holgura nuestros gastos y pretensiones. Sus
atenciones están bien organizadas con flores y una cena los días de San Valentín,
celebración en la fecha de nuestro aniversario y mi cumpleaños. ¿Qué más puedo
pedir? Y me dice que me quiere. Todo está bien.
Pero no, no todo está bien. Ayer mientras secaba la
ropa puse la radio. Y escuche la canción Aubrey y no resistí y me puse a llorar,
triste, triste, muy triste. Y lo recordé y recordé recuerdos que nunca viví. Esa es la prueba que no todo está bien.
Pero nada va a cambiar, así está destinado a ser, por las
mil o millón de razones con que la realidad tejió esta red donde me hallo
atrapada. Así será por toda la vida a menos que algo mueva la tierra de sus
goznes. Así que cada vez que mi esposo me diga que me quiere, le responderé que ... yo también.
jueves, 16 de febrero de 2017
lunes, 13 de febrero de 2017
domingo, 12 de febrero de 2017
jueves, 9 de febrero de 2017
Cecilia XXI
Sabía que nuestro amor andaba por un nuevo sendero ya y
el deseo nos empezaba a rondar. Mas no quería que nada pareciera abrupto, fuera
de lugar. Así que para evitar que surjan temores y reparos de parte de ella,
iba a decirle que no haríamos el amor hasta que no estemos seguro de nuestros
sentimientos, que primero deberíamos compartir nuestros secretos, nuestros
anhelos y nuestros miedos, prácticamente todo. Y se lo diría apenas tuviera la
oportunidad.
Al día siguiente nos reunimos en Washington DC para
tomar un desayuno en Starbucks, en la Avenida Connecticut. Cecilia vestía una
blusa de tela hindú naranja, con mangas largas, unos pantalones negros y botines
de color marron. El café estaba casi vacío así que nos adueñamos de él. Pedimos
unos sándwiches y nos tocaba servirnos nosotros mismos el café.
Noté a
Cecilia un poco extraña. Pensé que de repente le había incomodado el beso que
le di ayer, en Paris. O que era alguna otra preocupación. ¿Qué seria? Tenía que
saber el motivo pues eso me angustiaba mas.
-¿Cuántas cucharadas de azúcar le echas a tu café?
-Tres.
Cecilia se sentó en la mesa que habíamos reservado
para los dos mientras yo me dirigí a un rincón donde estaba la cafetera y los
dispensadores de azúcar, crema, servilletas y café.
Estando atareado escogiendo los vasos descartables,
sentí a Cecilia acercarse detrás de mí. Me volteé cuando la percibí cerca. La vi y
mirándome intensamente se me pegó a
unos centímetros de mí. Y sin quitarme la mirada empezó a hacerme el amor. No,
no supe que estaba pasando, pues no nos desvestimos, no teníamos los cuerpos
desnudos, no había sudor, tampoco respiración entrecortada, ni gemidos ni “te
quiero amor”. Solo sentí su mirada intensa posesionándose de mis ojos y un placer
que se alcanza al mantener el acto sexual. Me empujó a una esquina, contra un mostrador.
No nos movíamos, solo había placer, placer inesperado. Estaba turbado,
extasiado, poseído y gozoso, todo a la vez. ¿Cuánto duró? No lo sé. Solo sus ojos intensos
poseyéndome y yo a punto de desfallecer. Luego su imagen se fue y desapareció.
Entonces entendí, que con la mirada Cecilia me había
hecho el amor.
miércoles, 8 de febrero de 2017
Cecilia XX
Nos volvimos a encontrar en el bulevar donde
prometimos no volvernos a separar nunca más. Y me gusta ese paseo. La calle es
ancha para acomodar una vía secundaria, de ida y vuelta, las dos bermas a los
costados donde se instalan vendedores y ferias, los jardines que corren al lado
de las bermas y en el centro van las vías dobles donde circulan muy pocos autos.
El bulevar de quince cuadras empieza y termina en dos arcos que semejan el arco
del triunfo. Los jardines tienen flores multicolores como la retama, la flor de
amancaes, girasol y el crisantemo todas de color amarillo; también begonias,
gardenias y azucenas con su color rosado; además de rosas, lirios y gerberas que
le dan el tono rojizo y margaritas, jazmines y claveles el blanco. Claro que
también hay arbustos coloridos y geranios que dan una visión democrática a ese
paraíso. Andábamos por la derecha del bulevar, con el sol en el poniente que se filtraba por las copas de los
arboles dándonos calor. Cecilia estaba bella en sus pantalones jeans
envejecidos y una blusa blanca tejida de algodón.
-Hola corazón- Le dije
-Hola- solo eso respondió.
Yo la trataba con sumo cuidado, como una flor
en botón, como una copa de cristal, como algo sumamente delicado, como si
tuviera en mis manos su corazón. Yo la amaba pero no quería agobiarla con mi
amor. Además de sus labios no habían brotado un te quiero aun, más sé que yo le
gustaba mucho y un gran cariño debía de sentir por mí por venir a verme aquí.
Si, sus ojos parecían decir que me quería, sus labios entonaban una melodía de
amor, su risa era una carta donde yo era el destinatario pero no había palabras
que hicieran vibrar el aire al decir “te quiero amor”.
Pero estaba allí conmigo. Y allí estábamos los
dos paseando por el jardín.
-¿Qué flor te gusta mi amor?
-Me gusta la violeta.
Arranque una y se la di en su mano mientras le
di un beso en la mejilla. Ella sonrió
-¿Quieres conocer Paris? -Se me ocurrió.
-Debe ser bonito. Siempre hablan de Paris,
sino los pintores, los poetas y escritores y por último los enamorados. Si
vamos pues.
En un cerrar y abrir de ojos estábamos en la
explanada de la Torre Eiffel. Pensé, que más representativo que este lugar para
empezar a conocer la ciudad luz.
Empezamos a subir las escaleras de este
colosal monumento de fierro. Poco a poco las cosas desde lo alto se
empequeñecían pero a la vez nuestra visión se extendía.
-¡Mira! Ese es el Campo de Marte.
-¿Cómo Lima?
-¡Aja! Tiene el mismo nombre pero este es más
grande.
Seguimos escalando y llegamos hasta un
descanso, una plataforma que alojaba un sobrio y austero restaurante “El 58
Tour Eiffel”. Nos sentamos a descansar. Vi que ofrecían vino y champan.
-¿Qué deseas beber? Le pregunté
-Sería bueno probar el champan, ¿no? Pues venir hasta aquí y no saborearlo sería un
crimen de lesa humanidad.
-Sí, tomar el Chapman y hacernos dueños de la
ciudad.
Tomamos las copas de champan y brindamos
-¡Por el amor! -Dije
-¡Por el amor -respondió Cecilia.
Degustamos un poco, luego meneamos la copa y
dimos otro sorbo. Las burbujas del champan estallaban en nuestras bocas, perfumaban
nuestro aliento y adormecía nuestras cabezas.
-Está rico- comentó.
Estuvimos deleitándonos con el champan y
mirándonos. La mire fijamente, me miro también por un instante y luego, haciendo
a un lado su mirada hizo, sonriendo, una leve mueca con sus labios.
-¿Seguimos subiendo? Preguntó
-Sí, vamos a ver hasta donde llegamos. Son
como 3000 escalones y ya habremos subido 50.
-Si vamos
El champan se nos había subido a la casa y
subíamos riendo más fuerte.
Cecilia subía por delante por gente bajaba al
mismo tiempo. Entonces vi la figura de su cuerpo arriba mio. Vi su blusa ondulante
por el viento y vi sus jeans ceñidos a sus caderas y a sus piernas. Y me gustó.
Algo se revolvió dentro de mí. Quería alcanzarla y estrujarla con mis brazos.
Ella sonreía lo que me provocaba aún más. Llegamos hasta el segundo nivel. Había
un restaurante llamado el “Jules Verne” y nos sentamos a comer.
-¿Qué tal si comemos algo típico de Paris, de
Francia?
-Ya pues.
-Acá dice que los mussels es un plato típico
en Paris.
-Muy bien ordenemos mussels.
Nos trajeron como una olla de… choros.
-¿Esto es mussels?
-De repente sabe diferente en francés.
Probamos los mussels. Tenía poca sal, estaba
aderezada con cebolla y ajo y una verdura que no sabíamos que era.
-Yo preferiría cien veces choritos a la
chalaca- comentó
-Yo también.
-¿Y de postre?
-¿Qué tal si pedimos “Creme Brulee”?
-Suena bien
Nos trajeron nuestros postres.
-Esto parece… ¡leche asada!
-Sí, con nombre francés.
Claro que lo degustamos pero no pudimos dejar
de pensar que la leche asada que venden en el mercado de mi barrio es más rica
que aquí en parís en el “Jules Verne” de la Torre Eiffel.
Bajamos de la
Torre Eiffel y caminamos un rato por el
Campo de Marte., Al lado corría el Sena y al otro lado se vislumbraba casas y
departamentos. Algunos niños jugaban en el pasto y algunas parejas se besaban
en las bancas. Entonces me anime. Le cogí
su mano y la conduje a un árbol en medio del jardín. Yo me había imaginado una
noche con la luz de la luna cuando besaría a Cecilia pero era de día y con
pleno sol. Pero no pude resistirme más. El champan, Paris, la Torre Eiffel, el
campo de marte, todo me susurraba ¡bésala!
Me recosté en el árbol y la atraje sobre mí.
Me miró presintiendo lo que estaba a punto de suceder. La cogí de la cintura y
ella se dejó llevar. Nuestros rostros se acercaban y antes de que nuestros
labios se juntaran, cerró sus ojos y yo los
cerré también. Mis labios sintieron los suyos, tibios y tersos. Y en ese
instante la reconocí. El beso al unirme me separó de ella para hacerme consiente
de su ser, de su existencia allí, en mi vida, como la otredad que mi yo carecía.
Y al amarla conocí la verdad, que el tanto amar a alguien, el amor al
desbordarse, regresa a ti. Y el beso fue y se propagó por todo mi cuerpo. Una sensación
de bienestar me embriagó. Pero luego de un momento, mi urgencia cambió. Sentí
la necesidad de llevarla dentro de mí y de introducirme dentro de ella. La caricia
de sus labios se tornó en una presión de desesperación. Mi boca quería abrirse
para tragarme a Cecilia entera. Forcejeamos un poco hasta que Cecilia se soltó.
Nos compusimos lentamente y salimos del jardín.
-¿Vamos a caminar por los Campos Eliseos? Le
pregunté, por tener algo que decir.
-Vamos pues- Me dijo casi casi cantando al
final de la frase o eso es lo que creí oír.
Entramos al bulevar pues era una suerte de
bulevar con aceras anchas para caminar con las tiendas, cafés, restaurantes y
negocios para observar.
-Eso me recuerda un poco a la Avenida Larco.
-Sí, es cierto. Un poco más ancho pero es el
mismo concepto.
-Todas las capitales de los países modernos
tienen casi la misma fisonomía.
-Sí, y no es casual.
-¿Por qué no es casual? Me lo vas a tener que
explicar, ¡eh!
domingo, 5 de febrero de 2017
Cecilia XIX
“Amor
y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo
lo que se desea se ama”. Miguel de Cervantes Saavedra.
Me
quede intrigado después de la última vez que me encontré con Cecilia. No se me había
cruzado por la mente algo erótico con ella, ni en la realidad ni en sueños.
Entonces me puse a cavilar en el asunto.
De
lo que estaba seguro es que tenía un profundo afecto por Cecilia. Me sentía
bien al estar con ella, cómodo, confiado y feliz. Es verdad que mis emociones
eran intensas y había vivido obsesionado por verla y saber de ella. Ahora me sentía
complacido y en paz porque la podía verla, hablar e intimar con ella. Entonces
amo a Cecilia ¿y el sexo? ¿Se puede amar sin tener sexo?
Me
puse a investigar y leí que el amar no necesariamente implica el tener sexo con
quien se ama. Ósea que una cosa es tener sexo con una persona y otra es amar a
esa persona. Dicen que el tener sexo es una experiencia corta y pasajera, que
no envuelve los sentimientos, porque si la relación pasajera se volviera
constante y permanente, surgirían los sentimientos y se crearían lazos
afectivos que llevarían a querer a esa persona. También dicen que cuando el
afecto existe o se establece entre dos personas, el sexo deviene en algo
secundario.
También
me enteré que muchos de esos mitos sobre el amor y el sexo nos fueron
inculcados en las novelas de amor y en las películas de Hollywood. Quiere decir
que la idea de que tener sexo con la persona que ama es lo más sublime que hay
y es lo que debe de ser, es una idea implantada en nuestras cabezas. Además el
mercado y la publicidad nos crean la impresión de que el tener deseo sexual es
parte crucial de nuestra relación amorosa y que si no sentimos o deseamos tener
sexo con nuestra pareja, nuestra relación sufre. Si todo esto no es suficiente
problema se debe de sumar la diferencia que existen sobre la percepción del
deseo y del amor entre hombre y mujer.
Pero
creo que al final todo se reduce a la pregunta ¿se puede amar a una persona sin
sentir deseo sexual por ella? Cierto que puedo tener amistad con una chica sin
sentir deseo, pero sentir amor, abrazar y besar sin el eros de por medio parece
imposible. Claro que siento amor por mis padres y por mis hermanos pero amor de
pareja envuelve algo más. Yo sé que amo a Cecilia pero el amor sexual no es una
urgencia que tengo por ella. Me imagino que así será, seguramente. Algún día
nuestros cuerpos se unirán en una experiencia intima. Pero no quiero correr.
Quiero disfrutar lo más importante de esta relación, los sentimientos y las emociones
que dan y se crean. Y eso es lo más importante para mí. Y es que yo concibo al
amor como una totalidad. Algunas partes son más importantes pero todas son
necesarias. Si lo comparo con una comida podría decir que ya saboreé la
entrada, que estoy disfrutando del plato principal y que el sexo será el postre,
algo que lo disfrutaré al final.
sábado, 4 de febrero de 2017
Graña y Montero niega haber sabido de las coimas de Odebrecht
Por
Gino Alva Periodista
El
gerente general de Graña y Montero, Mario Alvarado Pflucker, aseguró ante la
comisión del Congreso encargada de investigar el Caso Lava Jato que la firma a
la que representa no tuvo conocimiento de los sobornos que Odebrecht entregó en
el Perú.
“Nos
sentimos engañados, nos sentimos desilusionados”, dijo el gerente de Graña y
Montero, Mario Alvarado Pflucker ante la comisión del Congreso encargada de
investigar el Caso Lava Jato por coimas por $29 millones entre el 2005 y el
2014.
En
agosto del 2015, Graña y Montero obtuvo el 20% de participación en el consorcio
que se adjudicó el gasoducto sur peruano (GSP). Odebrecht pasó del 75% a 55% y
Enagas mantuvo el 25% restante.
Al
respecto, Alvarado Pflucker explicó que la empresa brasileña no les cedió su
parte ni los invitó a participar, sino que ingresaron por un “aumento de las
acciones” y con la finalidad de que el proyecto no se suspenda.
Para
el congresista Víctor Andrés García Belaunde, sin embargo, la posición que
sostiene el representante de Graña y Montero es poco verosímil.
“Esa
actitud de desprendimiento, de amor por la obra pública, no es creíble. Cuando
ellos ingresan al proyecto, Marcelo Odebrecht ya estaba preso. ¿Dónde está el
sentido común o las precauciones en un caso que ya era conocido?”, dijo a El
Comercio.
http://elcomercio.pe/politica/congreso/grana-y-montero-niega-sabido-coimas-odebrecht-noticia-1965549