viernes, 31 de enero de 2020

Et si tu n'existais pas (subtitulos español). Joe Dassin




Et si tu n'existais pas (Si tú no existieras) es una canción grabada en 1975 por Joe Dassin.

El tema es sencillo y simple. Joe habla de suposiciones, lo que comúnmente hacen las personas. Pero Joe hace una suposición grave, casi mortal, pues Joe no tendría mas vida si se cumpliera esa suposición. Lo irónico es que Joe desarrolla esa premisa de una manera factual, pero a la vez emotiva y emocional. Y su interpretación la hace con cierta lozanía y aplomo, talvez confiando que eso nunca pasará, … que nunca dejaras de existir.


BREAD - Diary 1972 subtitulado al español





“Diary” (El diario), fue compuesta por David Gates del grupo Bread y grabada en 1972.

Básicamente la canción trata de un hombre que encuentra el diario de su esposa donde lee que ella había encontrado al hombre de su vida y que él supone se trata de él mismo. Cuando examina las hojas del diario y se da cuenta que están manchadas con lágrimas, entonces entiende que se trataba de otro hombre y a ese hombre él le daría a ella como su esposa y que así puedan disfrutar juntos todas las cosas buenas que en la vida puedan lograr.

Es una bonita, dulce y triste canción. Nos hace preguntar ¿procederíamos de la misma manera que el hombre de la canción? ¿Renunciaríamos sin rencor y sin dolor al amor de nuestra vida para que ella pueda ser feliz con otro hombre?

domingo, 26 de enero de 2020

I started the joke subtitulado




“I started a joke” (Hice una broma) fue grabada por el grupo Bee Gees en 1969. Fue compuesta por Robin Gibb quien comentó que esta es una canción muy espiritual, que los oyentes tienen que interpretarla ellos mismos; que tratar de explicarla iría en detrimento de la canción.
En sí, es una canción que encierra diferentes mensajes. El más simple es que alguien hace una broma o dice algo que causa dolor a los demás y cuando esta persona llora los demás se empiezan a reír. Mas luego, mirando el cielo reflexiona y se da cuenta que su racionamiento, la lógica lo llevó a cometer el error. Morir luego significaría el aislamiento o la soledad en que se sumerge y la gente a su alrededor empieza a vivir, a ser feliz sin él. Este significado puede satisfacer a muchos pero hay otras más.
Otro significado seria que en el mundo solemos encontrar y obtener lo opuesto a lo que deseamos, reír por llorar, llorar por reír, vivir por morir, entender y no entender, decir y arrepentirse por decir. Entonces el vivir nos conduce al dolor, al llanto y eso es lo que debemos de comprender y aceptar.
Una interpretación más espiritual supondría que cuando vivimos, nos relacionamos con nuestros semejantes. Y al comunicarnos surgen los desentendimientos, el asumir una cosa por otra, el amor por la amistad, el elogio por la afrenta, la lealtad por la traición. ¿Cómo procederemos? Mirando al cielo, que siempre tiene una connotación espiritual, divina. Entonces nos damos cuenta que lo que se siente herido en nosotros es el “yo”. Suprimiendo nuestro ego, volviéndonos más espirituales veremos la vida verdadera en los demás. Un final más desgarrador seria que nuestro personaje que mira el cielo trasciende el presente y le envuelve una especie de iluminación y adquiere conciencia de las cosas que son verdaderas, no más bromas, o risas o llantos o vida y muerte.
Pero… sin tan solo lo hubiera sabido.

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miércoles, 22 de enero de 2020

Ormeño



Ormeño
Parecía que había nacido para ser líder estudiantil o ese rasgo lo había adquirido en una escuela de líderes. ¿Escogerán a los prospectos de líderes por su tamaño? Porque Ormeño era alto, blanco, algo importante en Perú, tanto que debería escribirse un drama titulado “La importancia de ser blanco” parafraseando la obra de Wilde, “la importancia de llamarse Ernesto. Media mas de un metro ochenta y pico. Era de complexión gruesa sin ser gordo. Usaba barba como Freud y lentes como el artista que hizo “Tiburón”, Richard Dreyfuss.
Ingresó a la Facultad de Filosofía de San Marcos junto con nosotros pero rápido se colocó en la escalinata que conduce a ser dirigente estudiantil. Sus intervenciones en las asambleas eran mesuradas, tragaba aire antes de responder algo, aguardaba un segundo o más para crear un silencio apropiado, un tiempo vacío de sonidos, para limpiar del espectro aural, las frases dichas por su antagonista interlocutor. Acomodaba las cuerdas vocales, adoptaba una postura serena y tranquila y empezaba a hablar: “Compañeros, en ese sentido,...”.
Su mira era la secretaria general, cargo que lo ostentaba Manrique, un “eterno estudiante” de derecho, con más de diez años, próximo a cumplir doce en el programa. Así que Ormeño tenía que correr rápido.
Y lo hizo. En el segundo semestre ya era secretario estudiantil de los estudiantes de filosofía. En el segundo año era subsecretario de cultura del Pabellón de letras. Su carrera meteórica a la secretaria era facilitada por la inercia, inactividad y falsas promesas que hacían a los estudiantes. Como el que hizo Nique en los exteriores de la ciudad universitaria a donde nos llevaron para jurar ante nosotros, que no permitiría la construcción del “cerco cuartelario”; que “cerco que levante el gobierno, cerco que sería destruido”. 
Ormeño no llego a culminar sus sueños, lo sepulto un aluvión. Había varios grupos de izquierda dentro de San Marcos que se disputaban el control político de los gremios: patria roja, trotskistas, maoístas, izquierda unida y otro grupo que no se le tomaba en cuenta,... aún.
Solíamos reunirnos entre clase y clase en los puestos-kioscos-cafés-restaurantes  de triplay que se habían levantado a lo largo de casi todos las veredas que cruzaban la ciudad universitaria. Casi siempre con Lucho, Ormeño, el charapa, Raúl y Rojas.
-Creemos que la lucha del movimiento social de estos momentos, liderada por el proletariado, conducirá a la toma del poder – proclamaba Ormeño.
-¿Democráticamente? ¿a través de elecciones? – pregunto el Charapa, incrédulo.
-“Excepto el poder, todo es ilusión”. ¿Eso no te hace pensar que es un sueño creer que tras de un procedimiento burgués el proletario llegara al poder? Si la historia ha demostrado que solo a través de la violencia es que se ha conseguido cambios revolucionarios en el mundo – replico críticamente Raúl.
-Creemos que se debe de aprovechar todos los espacios democráticos abiertos por la lucha de nuestro pueblo para avanzar y coadyuvar en la lucha – sentenciaba Ormeño.
-¿Eso no es perder el tiempo? Más bien se debería empezar a armar al pueblo para la toma del poder – exclamo Raúl.
Ormeño respira, traga saliva, aclara la garganta y espera…
-Creemos que la vía por la violencia no está cancelada compañeros, solo que debemos de agotar todos los medios y los atajos que nos brindan las circunstancias – agrego Ormeño, queriendo armonizar la polémica.
Lucho, el puneño, nunca hablaba en las polémicas, parecía fastidiado, solo comentaba conmigo, algo, muy particularmente, como que si la alternativa, la que fuera, debería ser activa y no deliberativa. Por eso irrumpió:
-Compañeros, es hora de ir a clases.

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domingo, 19 de enero de 2020

Flor Pucarina



Conocí a Chara cuando tenía 10 años cuando mataperreaba con un grupo de amigos por el Coliseo Nacional del Jr. Huamanga, un canchón cercado con ladrillos por sus cuatro costados que daban al Jr. Cangallo, al Jirón Humboldt, al Jirón Huamanga y a la Avenida Bolívar, que era por donde se compraba los boletos y se entraba. Una parte del canchón era una mecánica y guardianía de carros viejos. Chara trabajaba ayudando a su papa quien era el que contrataba a los artistas que se presentaban en el coliseo.
El coliseo tenía una carpa grande, que antiguamente tenía un color blanco. Ahora es de color tierra, remendada por todos los dados, Era un paraguas gigante que se alzaba entre los inmensos cubos grises de cemento que formaba el barrio El Porvenir.  Los muros de ladrillos que lo cercaban estaban pintados con los anuncios de los artistas que presentaban cada semana, resaltados con  colores chillones como  el rojo escarlata, el azul eléctrico, el amarillo canario, el blanco lila, etc. Yo solía  pintar mis trompos con esas pinturas. Me acercaba a la pared, mojaba mi dedo con saliva que refregaba en el color que quería usar para decorar mi trompo, mi dedo se pintaba y con el pintaba mi trompo. Me gustaba usar mucho el azul, el rojo y el verde y el blanco.
Los domingos eran los días en que más gente venía para ver la compañía de espectáculos folclóricos. Allí es cuando vi a Chara, trabajando en esa compañía, al lado de su padre, quien se encargaba de traer a los artistas folclóricos. Pero yo le sacaba la vuelta a Chara y no pagábamos la entrada porque mis amigos y yo nos colábamos por la puerta de la mecánica que siempre estaba abierta. A eso de las dos de la tarde empezaba a venir gente. Traían sus rostros que salían del submundo de la ciudad. Llegaban mujeres a quienes llamaban paisanas. Eran las dos de la tarde y hacía calor, pero estas mujeres venían con sus polleras de lana de colores encendidos, el verde eléctrico, el rosa encendido, el azul-celeste intenso. Calzaban las ojotas hechas de llanta de camión y que vendían por cerros en Aviación y 28 de julio. Además usaban una especie de saquito y pañolón o chompa de colores brillantes y sombrero de lana prensada. Por esa forma de vestirse tan abrigadoramente aunque sea verano lo usaron los limeños para insultar a cualquiera que estuviera abrigado más de la cuenta, le llamaban  “pareces un serrano”. Las mujeres de la sierra que llegaban al coliseo se distinguían de las limeñas principalmente por su aspecto físico. Tu podías ver sus complexión, más voluminosa de sus piernas, con unos músculos gemelos notoriamente desarrollados. Llevaban el pelo en trenzas, algunas de ellas largas hasta la cintura, el cutis era curtido y cobrizo aunque habían las chaposas, ósea enrojecida sus mejillas por el frio que se las quemaba, generalmente era las que recién habían llegado a Lima, ósea las “recién bajadas”, las que venían de la cordillera. El contraste lo daban los hombres que mayormente venían vestidos con el uniforme del ejército que eran de color verde, de paño de lana gruesa como frazada, pantalones, camisa manga larga y cristina. Los llamaban “cachacos”. Parece que ese atuendo deslumbraba a las “cholas”, porque se les veía muy ufanos y confiados.
            Dentro del coliseo se habían levantado quioscos sobre la tierra apisonada donde vendían comida típica, gaseosas y cerveza. La gente se sentaba sobre bancas de madera dispuestas en círculo alrededor del escenario.
Estando entre ese tumulto, algo me hizo recordar a un compañero de mi escuela, a Yanayacu. No recuerdo su nombre, casi nunca te llaman por tu nombre en el colegio, solo por tu apellido o por tu chapa. En Yanayacu, coincidían esos dos motivos y uno más, servía para burlarse de Yanayacu. Lo pronunciaban con un tono burlón, como lo pronunciaría un quechua hablante pero exageradamente. Lo que me hizo recordar a Yanayacu era un olor. Era un olor peculiar que despedía Yanayacu y que ahora, entre toda esa gente lo volvía a identificar. Era lo que los limeños llamaban “olor a llama”. Pero no era cierto, no olían a llama. Era una fragancia que emanaba por sus poros, hasta cuando sudaban, salía de adentro de ellos mismos. Era mentira que olieran a llama. Era un olor añejo, concentrado, olor de etnicidad, pues lo que comes, es lo que eres. Sí, porque ellos comían cosas tan diferentes a nosotros, oca, cebada, charqui, chuño, cancha, machica. Seguramente todos los limeños tenemos un olor peculiar que solo los que no son de aquí podrían distinguir. Y no nos lo sacan en cara.
            Estaba en esas cavilaciones cuando, de pronto, de en medio del coliseo salió una voz, de la garganta de una mujer, vestida de traje típico. Era una voz bien extraña, era grave, raspante, que emanaba desde las profundidades de su espíritu. Cantaba como quejándose, como si se desgarrara por dentro. Unos músicos con instrumentos de metal le acompañaban. La gente rabiaba, enardecida, había mucha fuerza y tensión en su arte, su canto podía haber abierto la tierra en dos. Después supe que se llamaba Flor Pucarina pues su nombre estaba escrito en la pared.
Esa visión se me quedó grabado en mi mente y recordé cuando la volví a ver por La Parada cuando fui con mi mamá a hacer el mercado. De nuevo la vi muchos años después, pero ya desde lejos, en el Teatro Municipal. Allí, con coquetería y frente a todos, contó las doce polleras que llevaba puestas. Hasta que unos años después  la vi durmiendo el sueño eterno. Iba en andas de su pueblo, en procesión, llevada por millares de provincianos, por las calles de Lima, que se identificaron con ella. Los criollos, los que se creían criollos, la pituquería y los que se creían pitucos se preguntaban quién era esa, que arrastraba a la masa de gente del pueblo en devoción y dolor por la difunta. Esa era Flor Pucarina y la quisieron porque ella vivió y sufrió como cualquiera de ellos.

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Shapish



“Centro Folclórico del Magisterio”

Llegaba a Caylloma a dos cuadras de la Plaza San Martin, a bailar la Chonginada y el Huaylas con Agripina Castro.  Era una casona vieja con dos patios en el medio y en los costados los salones. Olía a quincha y barro húmedo. Los techos eran tan altos que las luces de los focos no llegaban a la parte alta de las habitaciones. Para encontrar los baños que estaban al fondo tenías que tener ojos de gato.
Allí, a veces bajaba el Dúo Altiplano, mama e hija. Tukucha no se perdía un día de práctica. Chullo recalaba como a las cuatro y Chara como a las seis más o menos.
Agripina Castro era la maestra de las danzas del centro y nos cuadraba cuando no se danzaba auténticamente.
-¡Alto! paró la música del Huaylas. Y se acercó a una chica:
-¡Esto no es una música tropical! No tienes que mover los hombros exageradamente. Mira, así, delicadamente.
-Y tú, diciéndole a otra danzante:
- No levantes tanto la falda, ni la florees, ese no es el estilo de las mujeres del centro. Es así, no muevas los brazos, solo levanta la falda con dedos de la mano.
Las chicas, con respeto, le hacían caso a la maestra. La profe era graciosa y alegre pero estricta para cuidar la autenticidad y originalidad de las danzas y de la vestimenta típica del centro. Nos reclamaba hasta la forma de llevar el sombrero.
Nos gustaba todas las danzas pero una en especial, entre todas, era los Shapis. Esta danza guerrera, era muy tradicional

Y danzábamos. Y cuando lo hacíamos, de ese hueco se abría al cielo un espacio sin tiempo, infinito y permanente y un polvo cósmico nos envolvía. Y a la luz de mil soles, danzábamos al pulso del universo.


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miércoles, 15 de enero de 2020

Charly Garcia - Nos siguen pegando abajo














                                          

“Nos siguen pegando abajo” es una canción compuesta por Charly García en 1983 cuando entra en su etapa de solista después de formar parte de dos grupos de rock que son iconos del rock argentino.

Esta canción contiene una crítica moralista al comentar sobre la chica de la canción quien se quedó “sin boda ni arroz”, posiblemente por tener relaciones sexuales antes del matrimonio pues eso es tomado por la iglesia católica como “un pecado mortal”. Pero también tiene una sutil condena a la violencia represiva de la dictadura militar de su tiempo. Charly García a través de su carrera artística ha tenido una actitud contestataria frente a poder dictatorial que gobernó Argentina en el transcurso de su vida. Eso lo percibimos cuando dice que el chico no se desmayó por unas pastillas sino por culpa de unos “hombres de gris”, hombres con uniformes. Redondea esta crítica al mencionar que “nos siguen pegando abajo”, es decir, donde más nos duele, donde más nos pueden reprimir y socialmente eso se traduce, en represión, violencia, detención y cárcel.

A pesar de este contenido trascendente y serio no deja de ser una canción que se disfruta bailar.








domingo, 5 de enero de 2020

Abba I have a Dream subtitulos español & ingles




“La imaginación es más importante que el conocimiento” Albert Einstein.

Las canciones que grabó ABBA son buenas, sencillas y con buenos arreglos vocales. Pienso que “Tengo un sueño”, grabada en 1979, se distingue de las otras porque toca temas que son mas universales y profundos que temas personales, íntimos o románticos.

ABBA nos presenta en la canción dos categorías opuestas en las cuales desenvolvemos nuestra vida: la fantasía, el sueño, el destino con los personajes que existen en ellos, las hadas, los ángeles. En el otro lado tenemos la realidad, el futuro, la oscuridad y las cosas, problemas y errores que encontramos allí. ABBA nos advierte que para pasar esta realidad tenemos que soñar, que nuestras creencias nos protegerán de las adversidades y que cuando sea el momento adecuado cruzaremos el rio, el umbral de esta realidad.


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