Una pregunta que siempre he tenido desde que tu te has ido es ¿dónde
estarás? Me gustaría pensar que hay un cielo donde estas eternamente y en paz,
donde en algún tiempo te he de encontrar. La verdad, no concibo posible ese
pensamiento, pero eso sí, si hubiera un infierno, yo ya lo veo aquí.
Al no hallarte en el espacio infinito, en el cúmulo de estrellas, nebulosas, cometas o en algún
universo paralelo, me atreví a pensar que no estas donde veo, en donde te
busco, ósea delante de mí, frente a mis ojos. Hay algo que me oculta de ti y
eso solo puede ser mi razón y su dinámica funcional, el razonamiento. Ellos
controlan lo que veo o lo que debo creer que veo. Pues, no te ocultan las
nubes, ni la noche, ni los planetas ni el espacio. Lo único que me puede estar
ocultando de ti es mi propia mente. Es como el mito de la caverna de Platón,
veo sombras proyectadas en la pared desde una hoguera que son manipuladas por
otros seres. La caverna
seria mi mente, las sombras serian mis pensamientos y los seres la razón. Así
mi mente genera millones de pensamientos que encubren tu imagen y me hacen no
verte, me hacen ciego a tu presencia. Tú hasta podrías estar frente a mí, andar
conmigo y yo … sin poder verte. Pero verte no con ojos, sino con otra forma de
ver; sentir sería lo más aproximado.
Entonces, tomé una resolución, tomaré por asalto mi razonamiento, pasaré
sobre él o me escabulliré sin que se dé cuenta. Es fácil idearlo, pero casi
imposible el realizarlo. Podría confrontarlo en el sueño, donde la razón no
tiene dominio total pero tampoco lo tengo yo, porque en el sueño me vienen
imágenes que deseo o no deseo pero que ni aun mi razonamiento no puede controlar.
Concebí un plan, sorprenderé a mi mente justo cuando esté distraído
trabajando, como siempre. Esperaré que mi razón genere un pensamiento y antes
que se encadene otro me escurriré entre esos dos.
Creo que lo logré. Lo había intentado ya ciento de veces y justo en una
décima de segundo lo pude hacer. Esperé que se disolviera un pensamiento y antes
que apareciera fulminante otro pensamiento me posicioné en el limbo de los
pensamientos y las ideas. Estaba por proseguir por esa nada blanquecina cuando
me siento bombardeado por un tumulto de imágenes. Me muestro resuelto. Mi
férrea determinación vence esa andanada de imágenes.
-Esta vez no puedes derrotarme como siempre lo has hecho.
-Cierto, no puedo vencerte. Estarás al fin con ella.
¡No! Mi mente plantó esa dulce
idea que no pude dejar de imaginar y que subyugó mi ser. De
pronto, mi intento estalla en miles de partículas que se desvanecen y que
instantáneamente me regresa a mi mente.
Si, fui derrotado por mí mismo. ¿Qué hubiera encontrado si hubiera
proseguido? ¿Qué mundos hay escondidos detrás de lo se llama entendimiento?
Talvez el logro no es el ir donde no hay moral, ética ni juicio, sino regresar
de allí. Para mí, el encontrarte es el triunfo, el retorno lo decide mi
destino.