miércoles, 30 de diciembre de 2020

¡Guíame Mabel! -XV


                                                           XV

Mabel y yo nos habíamos conocido mucho antes, aproximadamente hace cien años, alrededor de 1918. En ese tiempo se llamaba Perla.

Nos conocimos por intermedio de su padre. Don Ricardo era presidente del gremio de fabricantes de cuero y talabartería. Poseía el taller más tecnificado de su tiempo. Su eficiencia y calidad de su trabajo; su rectitud y honestidad como persona lo habían hecho popular y con ascendencia sobre sus pares. Yo me dedicaba a importar maquinaria y herramientas y visitaba su taller apenas tenía alguna novedad que le pudiera interesar. Yendo a visitarlo conocí a su familia, que vivía en el segundo piso del local. Sus tres hijos trabajaban con él y sus dos hijas le ayudaban a llevar las cuentas y organizar el almacén. El mayor se llamaba Juan y era el oficial del taller y como tenía casi teníamos la misma edad congeniamos y nos hicimos amigos. La hermana menor se llamaba Perla y la mayor Gisela. Juan era calmado, confiado, algo sencillo y amoroso de su familia. Era soltero, a sus 40 años eso era muy raro, aunque también lo era yo. Juan había tenido amoríos con algunas damas, pero su actitud pacífica y tranquila no invita a la paciencia de mujeres que demandaban más que todo un hombre impulsivo. Yo me encontraba soltero debido a un fracaso matrimonial a causa de mi dedicación en cuerpo y alma a mi trabajo. Nos reuníamos en su taller después de cerrar los sábados. En esos momentos tenia la oportunidad de conversar con las dos hermanas. Perla era afable y simpática, le gustaba sonreír. Era de carácter y voluntad firme, de moral estricta y principios exigentes. Estaba de amores con un muchacho socio del gremio, hijo único que acababa de hacerse cargo del negocio de su padre. Lo observaba cuando venía a visitar a Perla. Tenía un aspecto taciturno y reservado, que se reservaba sus sentimientos pues muchas veces noté que Perla le acariciaba el cabello o le tomaba la mano mientras Carlos, que así se llamaba, se mostraba seco e impasible ante las muestras de cariño de Perla. Al conversar con Perla, pude descubrir que era una persona fiable en el trabajo y en los sentimientos pues detestaba la superficialidad. Anhelaba seguridad en la vida y en amor. Tenía una inmensa capacidad de trabajo y sentía un temor al fracaso, lo que le hacía trabajar en exceso. Le gustaba las plantas, los animales y la naturaleza y lo más importante su familia.

Una vez se enemistó con su enamorado y hablando con Juan le exprese mis reparos de que Carlos entablara una relación más seria con Perla.

-          ¿Por qué lo dice? – me preguntó.

-          Lo veo inestable e inseguro sentimentalmente.

-          Puede ser, aunque podría cambiar. Eso ya corresponde a los asuntos de mi hermana.

-          Creo que tampoco es un buen aliado para el gremio. No lo percibo como firme en su negocio, una inestabilidad psicológica puede influir en los negocios.

-          En su negocio.

-          Cierto, pero uno no sabe cómo las cosas irán en el futuro – Me vino a una premonición, que Carlos iba a afectar negativamente al negocio de don Ricardo y también al gremio.

Me preocupe de ese futuro, pero más me inquieto que Juan pudiera adivinar los sentimientos que empezaba a tener por su hermana.

Como había pasado ya como un mes que el enamorado no la visitaba me animé a declararle mi amor a Perla. Un sábado compre un arreglo floral y me dirige a la casa de Perla a preguntarle si quería estar conmigo. Llegando a su casa Juan me hace saber que Juan se había amistado con Perla y la iba a pedir a sus padres en matrimonio. Lo único que dije para mis adentros fue ¡Noooooooo!

Carlos cumplió con sus designios, hizo quebrar el negocio de Don Ricardo y arruinó al gremio. Y lo más triste es que Perla nunca fue feliz en su matrimonio.

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sábado, 19 de diciembre de 2020

¡Guíame Mabel! - XIV


                                                        XIV

Te llamé para sacar a los chicos a pasear pues ya me regresaba al país donde residía. Tú sabes, ya están adolescentes, dentro de poco querrán salir con sus amigos y no con un tío mayor como yo. En ese momento supe que te ibas a operar por eso los chicos no iban a salir.

-Sabes cómo me divierte salir con ellos.

-Será para otro día-me dijiste.

Y ya no hubo otro día.

Tuve un sueño, alguien tocó la puerta de la casa de mi hermana. Abrí y una mujer me asombra al cercarse tan cerca de mi rostro y entra sin hablar nada. Su rostro era oscuro, como si fuera de ascendencia africana. Cuando entra, le siguieron tus hijos; apurados subieron al segundo piso. Yo los seguí para encontrar a la mujer que ingresó sin hablar. La vi correr por el pasadizo a una habitación del fondo.  Entré, pero no había nadie. Les pregunte a tus hijos si habían visto a la mujer, dijeron que no y me desperté.

Me fue fácil descifrar el sueño, la mujer que vi y tenía piel oscura eras tú, porque te decían “Negrita” y significaba que yo iba poder salir con tus hijos. Y dicho y hecho. Mi hermana me dice que iban a venir el domingo temprano para ir a pasear. Listo, se iba a cumplir mi deseo pendiente. Pero me llaman inesperadamente, me dicen que tenía que viajar para una reunión inaplazable de trabajo. No puede ser, me dije, y no podía dejar de ir, ¡qué mala suerte! Y no podía creer que mi sueño no se iba a cumplir.

Bueno, me resigné. Así estaba cuando recibí una llamada que me decía que la reunión se adelantaba para el sábado, por motivos de fuerza mayor. Me asombré otra vez, ¡cómo es posible que todo llegue a concordar para que sueño se llegue a materializar! ¡que fuerza puede manipular de esa manera la realidad!

Asistí a la reunión de trabajo y regresé a mi casa el sábado por la noche. Estaba entusiasmado y ansioso porque te iba a ver.

No te vi. En la mañana del domingo, como estaba previsto, tocaron la puerta y abrí, pero, no te vi. Entraron tus hijos, que me saludaron y subieron a saludar a su tía que estaba en el último dormitorio del segundo piso. Hasta allí los seguí, tan igual como lo soñé. Quería saber dónde estabas, pero intuí que estabas allí, alrededor, sintiéndonos.

La pasamos fenomenal, nos fuimos a un parque de diversiones y nos divertimos ¡como nunca! Al final del día los llevé a tu casa y me despedí.

Aunque quiero decir un millón de palabras que traduzcan un megatón de sentimientos que siento, todo lo que puedo decirte es gracias, a ti.

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lunes, 14 de diciembre de 2020

¡Guíame Mabel! - XIII



                                                           XIII

“Es la primera vez, que te tengo tan cerca de mí, es como soñar despierto, no puedo ni creerlo, estas junto a mí. Sé que aprenderé a quererte, aunque el tiempo

deje huellas en mi piel, serás como mi primavera, serás la vida entera, una razón para vivir. Déjate amar como solo lo puedo hacer yo, déjame estar un poco más dentro de ti. Todo el amor que he guardado es para ti, te lo quiero dar, te lo voy a dar”.

Me desperté una mañana con estrofas de esta canción escuchándose en mi mente. No sabía que canción era ni quien la cantaba, aunque me pareció que era de Cheyenne. La busqué en el internet por la letra y resultó ser de Guillermo Dávila y se llamaba “Déjame amarte”. Nunca la había escuchado antes y al cantante solo lo conocía por su canción “Solo pienso en ti”. ¿Cómo vino a mi mente? ¿Cómo se puso allí cuando estaba soñando?  y la culpable solo pudo haber sido tú.

Ya lo habías hecho antes, con una de las formas de comunicarse que tienen los espíritus. La anterior fue “Tengo todo excepto a ti” de Luis Miguel con la cual amanecí a dos meses desde que te fuiste. Nunca me había gustado Luis Miguel, me parecía pretencioso y melómano; eso sí, interpretaba muy bien las canciones. Solo recordaba “No culpes a la noche” y “La incondicional” todas ellas en los años más famosos que tuvo, en los noventa. Apenas desperté escuché “Tengo todo excepto a ti y el sabor de tu piel, bella como el sol de abril, que absurdo el día que soñé que eras para mí. Tengo todo excepto a ti y la humedad de tu cuerpo, tú me has hecho porque si, seguir las huellas de tu olor, loco por tu amor”. Esos versos de la canción en mi mente era absolutamente insólito, era como hablar chino o ruso sin saberlo. Claro que desconocía la canción y quería saber porque se reprodujo dentro de mí. Al principio pensé que inconscientemente la guardé en mi memoria en un tiempo en que la escuché y que por algún motivo la recordé en mi sueño. Me dije que eso podía ser. Pero me dio en pensar que podría haber otra razón. Fui a visitar a tu hermana y allí encontré a tu hija. Hablando casualmente le pregunté cuál era tu cantante preferido. Me dijo que tenías varios, como Cheyenne, Luis Miguel, Guillermo Dávila y Juan Gabriel. Entonces empecé a tararear “tengo todo excepto a ti …̏

-¡Esa, esa era su canción favorita!

Es un consuelo saber que yo te importo, que irrumpes en mis sueños y te apoderas de ellos. Es fascinante estar en contacto con un ser de otra dimensión, estar atado a ti con una cuerda invisible pero mágica, que no se puede romper, que se estira a donde vaya yo.

Si, estás cerca pero no será por mucho tiempo. Deberías haberte ido ya, no sé si yo te retengo o por un privilegio especial has alargado tu tránsito.

Bien para mí.


martes, 8 de diciembre de 2020

¡Guíame Mabel! XII


 

                                                      XII

Al abrir los ojos tras dejar atrás un manto de niebla me vi en el patio de tu casa. Pude ver sus paredes rosadas frente a mí, con el ventanal que da a la cocina y al costado una puerta que se abría al comedor. De repente, sin saber de dónde, cruzaste toda desnuda la habitación, bloqueando por un instante mi visión. Te encaminaste al cuarto de costura donde tu mama hilvanaba una blusa para ti. Intuí que fuiste para cerciorarte en que estaría ocupada por un buen rato allí.

Volviste al patio. Pude ver tu silueta aun juvenil pasando muy cerca, casi rozándome. Y te paraste a unos cuantos metros de mí, dejando ver tu cuerpo desnudo completamente bronceado. Me sorprendí y me perturbó lo que vi, porque nunca habías sido así. Siempre llevabas ropa que te cubría desde el cuello hasta los pies, sea con pantalones, jeans, faldas sobre mallas, chaqueta, suéteres o polos, con cuello tortuga, en invierno, primavera, en otoño y hasta en verano.

Y lo más desconcertante, me miraste con actitud desafiante sin nada que decir. Para evitar que tu madre me escuchara y no sabiendo que si te hablaba me delatabas, te interrogué levantando un poco mi cabeza, como diciendo ¿qué hay?

Me tranquilicé cuando me respondiste igual. Luego gesticulaste unas palabras sin hablar y haciendo una seña con la mano me indicaste la recámara del segundo nivel, mensaje que entendí muy bien. La emoción que sentí me puso tan arrebatadoramente feliz que, para mi desgracia, me desperté.

-¿Tú me deseabas? No lo sabía.

Hoy solo espero noche tras noche retomar el sueño donde nos quedamos.

Forever Autumn - Justin Hayward (subtitulos español)


El sol de verano se desvanece a medida que el año envejece

Y los días más oscuros se acercan

Los vientos invernales serán mucho más fríos

Ahora que no estas aquí

Veo a los pájaros volar hacia el sur a través del cielo otoñal

Y uno a uno desaparecen

Ojalá estuviera volando con ellos

Ahora que no estas aqui

Como el sol a través de los árboles llegaste a amarme

Como una hoja en una brisa volaste

A través del vestido dorado de otoño, abrimos nuestro camino

Siempre amaste esta época del año

Las hojas caídas sueltas yacen tranquilas ahora

Porque no estás aquí

Como el sol a través de los árboles llegaste a amarme

Como una hoja en una brisa que volaste

Una lluvia delicada cae suavemente sobre mis ojos cansados

Como para esconder una lágrima solitaria

Mi vida será para siempre otoño

Porque no estás aquí.