martes, 19 de julio de 2022

¡Guíame Mabel! -XLVIII


Pensándote y repensándote paso mis días. En mi rutina diaria, ¿me acompañas en silencio para que no me perturbe? ¿para que no me asuste o me vuelva loco? No, tú ya sabes que no te puedo ver. ¿Recuerdas el día que ibas a visitarme en la casa de tu hermana, cita imperdible pues venían tus hijos? Estaba anunciado en mi sueño que vendrías y viniste, pero, oh Dios! A pesar que traté no te pude ver ni sentir.

¿Sabes? A veces recreo mi mente y te imagino en las habitaciones de la que fue tu casa, caminando tras de mí. O me imagino verte en las calles llevando en cada mano a tus hijos a pasear. Claro que yo sé que no estas acá, ni en tu casa ni en la ciudad, pero nada me cuesta soñar ni caminar.

Ya tiempo que no te apareces en mis sueños y está bien. Tú tienes cosas que hacer y yo también. Pero sé te extraña, tú sabes cómo soy. Mas esta madrugada me sorprendiste. Soñé que visitaba la casa de tus padres, cuando aún ellos estaban vivos y tú eras joven y soltera. Caminando por la sala, pasé a una estancia contigua donde escuché tu voz. Conversabas con alguien que no distinguí bien pues estaba de espalda. Esa persona era una mujer que se alejaba de ti y tú la despediste diciendo,

- Yo quiero mucho a Marlon.

Entonces me desperté.

Tus palabras significaron mucho para mi pues me estabas diciendo que me querías, algo que nunca me dijiste en vida y se lo decías a un miembro de tu familia, a decir verdad, se lo reafirmabas con vehemencia.

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