domingo, 25 de septiembre de 2022

¡Guíame Mabel! - LII


Una noche, cuando estaba sentado en el sofá junto a tu hermana, hablando de cosas sin importancia, me puse a pensar en ti. Mientras lo hacía, algo me impulsó a acariciarle la frente. Al posar la yema de mis dedos en su sien sentí un relámpago que iluminó mi mente y comencé a ver imágenes. Como si yo flotara en el cielo raso, vi desde lo alto de unas habitaciones a una joven parada en medio de un cuarto. Estaba vestida de un traje marrón claro hasta los tobillos. Su pelo era mediano, su figura esbelta. Estirando los dos brazos la joven, con reverencia, recibía con sus manos un plato de arcilla que contenía algo en el centro. Luego la joven se dirigió a una habitación continua. Pude verlo todo pues yo era como una especie de ser ingrávido, sin cuerpo, que ve todo sin moverse, desde arriba. La joven, con veneración, se aproximó a tu hermana y le entregó la vasija. En ese instante se escuchó una voz o escuché una voz, ¿mi voz? que dijo

- ¿No pudo haberse hecho de otro modo?

Y el relámpago cesó.

La joven eras tú, ya lo sabes. Y la pregunta o él que pregunta emite un anhelo, de que las cosas hubieran ocurrido de otra manera.


 

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