viernes, 14 de noviembre de 2025

Pilar

 


Te recuerdo Pilar, te recuerdo porque nuestro encuentro incidental consumió un tiempo de vida y el tiempo es sagrado.

Yo tenía 19 años cuando la conocí. Era una chica bonita, mediana estatura, cabello claro como su piel. No recuerdo el color de sus ojos, serían marrones claros o estoy inventando. Ella tendría 17 o 18. Era agradable su carácter, era correcta sin ser seria. Era risueña si ser escandalosa y sabía elaborar bromas graciosas con un leve tinte de picardía y tenue coquetería. Vivía en un barrio de la Avenida Grau, el barrio de unos amigos que solía frecuentar. Su carácter y forma de ser trajeron atención de un amigo

-Esa chica va ser mía – dijo.

A ese amigo que quería estar con Pilar lo conocíamos como Chavi. No sabíamos su nombre verdadero. Chavi era de contextura gruesa, mediana estatura. Frisaba los 22 años, más o menos. Usaba lentes de marco metálico que le daba adustez a su rostro. Se la daba de gracioso y listo, creo que el más listo de todos, gustaba contar anécdotas inverisímiles, como que siempre estuvo con chicas bonitas, pero no le conocíamos ninguna. Tenía una sonrisa burlona, desagradable y solía mofarse de los demás. Admiraba la película "La naranja metálica" y solía usar palabras del idioma inventado nadsat, de la película.

-¡Drugos! ¡vamos a bitha! (Amigos, vamos a pelear)

Era una película violenta y Chavi quería recrear en la realidad, la actuación de Alex, el personaje principal

Regularmente pasábamos los sábados en fiesta que nos invitaban o que nos metíamos. Chavi, como yo, no vivía en ese barrio, venía de muy lejos pero siempre nos juntábamos como a la 6 o 7 en Grau. Estando en grupo, Chavi aprovechaba para enamorar a Pilar. Ella mostraba bastante tolerancia ante los bruscos y sin fineza, muestras de atención de parte de Chavi. Nos divertía ver esas escenas cómicas que elaboraba Chavi, pero muchas veces caía pesado y chinche. Algunas veces Chavi no se aparecía y Pilar se mostraba más risueña y tranquila, platicando con todos. Un día Pilar, de la nada, me pidió que intercambiáramos unas chaquetas tipo Lee que usábamos.  La mía era rojiza y la de ella azul. Pensé que era porque le gusta más la mía, porque la verdad, estaba mejor hecha, más entallada.

Los sábados solíamos reunirnos en la noche para ver a que fiesta o tono íbamos. Cuando estábamos en las fiestas Chavi quería bailar todas las canciones con Pilar. Para evitarlo algunas veces me pedía bailar con ella. Al vernos, Chavi no disimulaba su disgusto. Yo bailaba con gusto con Pilar, no le veía nada malo. Al contrario, Pilar me caía bien, tenía buena onda, pero no abrigaba ninguna intención sabiendo que Chavi la pretendía. Lo contrario sería una tremenda deslealtad.                                                                            Así pasábamos el tiempo, en fiestas, paseos, idas al cine, a la playa.

Una vez, no sé cómo, me encontré con Pilar un sábado en la noche, solo los dos. Creo que el grupo salió de parranda sin esperarnos. No sabíamos dónde ir y decidimos ir a ninguna parte. Así que decidimos caminar. Como a 12 bloques estaba el centro de la ciudad. Paseamos, encontramos una fuente de soda, bebimos sodas y comimos empanadas y seguimos caminando. Llegamos hasta el centro cívico de la ciudad. Era unos edificios altos, de concreto, donde funcionaban oficinas del gobierno. A esa hora, serían las 9 de la noche, estaba todo cerrado, con pocas luces y corredores estrfechos. Entramos por un corredor y le dimos algunas vueltas al centro cívico. Entonces, le dije a Pilar

-¿Nos vamos? Y me dijo

-Ya pues.

Estábamos saliendo cuando Pilar me coge de la mano y me dice

-¡Ven acá!

Me llevo contra la pared y me beso.

-Ahora si vámonos.

Fuimos a una plaza para embarcarnos en un bus. Estaba viniendo el bus y me dijo

-Yo regreso sola.

Antes de subir me dijo

-Olvídate de lo que pasó- y se fue.

Yo me senté en una banca y me quedé pensando en lo que había pasado. Y lo que había pasado no tenía ningún sentido para mí. En mi mente se quedó pegado un enorme y “en negrita” símbolo de interrogación.

A la semana siguiente Chavi me mira molesto.

-¡Mal amigo! Me grita.

Creí que sospechaba algo. Luego una amiga del grupo me comenta

-Pilar es un tiro al aire.

Yo no le respondí porque lo que dijo no tenía nada que ver conmigo.

Y me dije, qué raro que haga ese comentario, como si me estuviera aconsejando.

Yo no pretendía estar con Pilar. Además, nadie sabía lo que había pasado y no creía que ella lo hubiera divulgado porque ella quedaría un poco mal, ¿o no?

Creo que al final, el que quedó bien mal fui yo.

Aun así, te recuerdo Pilar


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