Hoy estaba muy adolorido, del cuerpo, del alma, no sé de cual más. Y lo terrible es que no se puede evadir esa realidad. Estamos todos atrapados, encerrados en estos cuerpos sin poder huir de la angustia y el sufrimiento del existir, de los requisitos obligatorios para vivir. No por nada venimos al mundo llorando y nos vamos apenados. Que fácil seria la vida ignorando todo esto y que fuera solo los instintos los que nos guíen la travesía. Creo que a los animales también les llega la noche y que sufren, pero no cuestionan el sufrimiento, lo aceptan con normalidad porque lo dicta la naturaleza, de lo que ellos están hechos. Temo que no sé como se sienten, pero pienso que ellos están mas preparados para la vida que los seres humanos.
Eran las dos de la mañana
y todos estos pensamientos me mantenían despierto, sin ganas de hacer nada. Podría
haber hurgado por algún libro para leer a pesar que tenía al “Ulises” sin terminar.
Pensé en escuchar música, en el “Carmina Burana”, que me sonaba lo
suficientemente dramático para escucharla, pero no quería ponerme mas triste. Y
mirando a través de la oscuridad de mi cuarto me dije …
-Solo tu podrías animarme,
¿dónde estás?, ¿por qué no te me apareces como un fantasma bueno?
Y me acosté
pensando oír cualquier cosa. Y apenas me coloqué los audífonos y
sin encender el celular ni pulsar ningún botón, escuché los acordes y la
letra de …
“Chiquilina, yo te
quería, chiquilina, me dejaste así
aquella noche yo te
amé y te entregué mi corazón
aquella noche nos
amamos tú y yo
Chiquilina, yo te
quería, chiquilina me dejaste así
al pasar el tiempo
te olvidaste y te fuiste de mi lado
pero igual yo te
sigo amando
Fue como una ráfaga
tu amor, me enamoro
Después solito me
dejo, y se marchó …”
¡Era la canción que
te vi bailar en un video!, donde hacías un pasito en la frase “fue como una ráfaga
de amor …”. Y me alegraste, me hiciste sonreír, me hiciste saber que estabas
pendiente de mí, que velabas por mí y con esa emoción me dormí.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario