lunes, 31 de marzo de 2025

¡Guíame Mabel! - LXXV


Desde muy niño, mi vida siempre ha gravitado alrededor de la música. Tengo recuerdo de haber escuchado música de mi gusto alrededor de los 6 o 7 años cuando sintonizaba las emisoras de radio que más me gustaba. Esa música era canciones de los 50. Después se han sumado melodías de todas las décadas hasta la de hoy. Pero siempre se han adherido a cada momento significado de mi vida, son la música de fondo de cada capítulo de mi existencia.                                                                                                            Pero hay una cualidad que me provee la música, me sirve de punto y medio de concentración y transportación de los sentimientos, como lo son las cartas para los que leen el tarot, el zodiaco para los astrólogos, la bola de cristal para el clarividente o la hoja de coca para el Altomisayoq. Las canciones me “hablan” al corazón y “hablan” hablan al corazón de los que quiero. La música que mi sentimiento elige se carga con una emoción intensa que traspasa espacio y tiempo y transmite el mensaje.                                                      Ayer me puse a pensar maravillado que tú te hayas comunicado conmigo después de tanto tiempo. Se que no es tanto como lo digo, pero es como lo siento. Y no te lo agradecí, se me pasó. Me quedé pensando en lo que me dijiste que me distraje. Por eso hoy, cuando me desperté, mis labios estaban cantando una canción que nunca me gustó, de fines de los 80, llamada “Fantasy” del grupo “Autocontrol”, con letra en español, todo un sin sentido.                                                                                                                 Pero tenía sentido en mi vida cuando me di cuenta que estaba cantando:

“Yo quiero una verdad

Yo quiero una razón

No puedo comprender

Por qué no te puedo encontrar

Siempre estuviste en mí y no te pude alcanzar

Siempre estuviste aquí

Eres ilusión, eres realidad, eres como un sueño del que no puedo ya despertar”

                    


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