Desde muy niño, mi vida siempre ha gravitado alrededor
de la música. Tengo recuerdo de haber escuchado música de mi gusto alrededor de
los 6 o 7 años cuando sintonizaba las emisoras de radio que más me gustaba. Esa
música era canciones de los 50. Después se han sumado melodías de todas las décadas
hasta la de hoy. Pero siempre se han adherido a cada momento significado de mi
vida, son la música de fondo de cada capítulo de mi existencia. Pero hay una cualidad que me provee la música, me sirve de punto y medio
de concentración y transportación de los sentimientos, como lo son las cartas
para los que leen el tarot, el zodiaco para los astrólogos, la bola de cristal
para el clarividente o la hoja de coca para el Altomisayoq. Las canciones me “hablan”
al corazón y “hablan” hablan al corazón de los que quiero. La música que mi
sentimiento elige se carga con una emoción intensa que traspasa espacio y
tiempo y transmite el mensaje. Ayer me puse a pensar maravillado que tú
te hayas comunicado conmigo después de tanto tiempo. Se que no es tanto como lo
digo, pero es como lo siento. Y no te lo agradecí, se me pasó. Me quedé pensando
en lo que me dijiste que me distraje. Por eso hoy, cuando me desperté, mis labios estaban cantando una canción
que nunca me gustó, de fines de los 80, llamada “Fantasy” del grupo “Autocontrol”,
con letra en español, todo un sin sentido. Pero tenía sentido en mi vida cuando me di cuenta que estaba cantando:
“Yo quiero una
verdad
Yo quiero una razón
No puedo comprender
Por qué no te puedo
encontrar
Siempre estuviste
en mí y no te pude alcanzar
Siempre estuviste
aquí
Eres ilusión, eres
realidad, eres como un sueño del que no puedo ya despertar”
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