Con alegría te encuentro de nuevo,
oh patria mía,
con gozo saludo a los verdes prados;
dejo ya mi báculo de peregrino pues,
humillado ante Dios, he peregrinado.
Estoy en paz con el Señor
a Él se rinde mi corazón
Él me ha bendecido
A Él elevo mi canto
A Él elevo mi canto
La gracia de la salvación has
concedido al penitente,
una vez que entre en la bendita paz!
Sin miedo al infierno ni a la
muerte,
alabaré a Dios por el resto de mis
días
¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡Eternamente, eternamente!
El coro de peregrinos pertenece a
la ópera Tannhäuser, una de las primeras óperas de Richard Wagner y una de las
favoritas del gran público. Se estrenó en Dresde el 19 de octubre de 1845, y la
historia narra la época medieval de los Minnesinger alemanes, caballeros-trovadores
andantes dotados de la palabra y el canto y que ejercían una poderosa
influencia en las cortes europeas.
Cuando Tannhauser salió de la cueva
de Venus, uno de los primeros sonidos que oyó fue el canto de un coro de
peregrinos yendo hacia Roma para obtener el perdón de sus pecados. Este es el
motivo por el que exclama arrepentido: Todopoderoso, te alabo, y te
ruego me concedas misericordia. Estoy oprimido por el pecado y su peso es
demasiado fuerte para mí. No tengo paz y no encontraré reposo hasta que Tú me
hayas perdonado.
Abatido, se siente condenado a
vagar sólo por el mundo a causa de su amor por Venus. Es cuando lo encuentran
los Minnesinger que tratan de persuadirle de acompañarles al
Torneo de Canto celebrado en el castillo de Wartburg. Decide ir para conseguir
el amor de Elisabeth, que le convence de que vaya a Roma para alcanzar el
perdón, tras confesarle su ignominioso pasado. El perdón le llega al poeta al
morir junto al féretro de Elisabeth, por el triunfo del amor santo sobre el
amor lascivo.
Desde el punto de vista musical nos
encontramos una primera parte en la que la voz cantante la llevan los mismos
peregrinos (repartidos entre tenores y bajos, que tendrán mayor importancia),
sin apenas acompañamiento mientras Elisabeth mira entre los peregrinos a ver si
encuentra a Tannhäuser. Cuando el coro alaba la gracia de la salvación (Der
Gnade Heil) cede total protagonismo a los violines I y II mientras los
instrumentos de viento, curiosamente, van a dar la pauta a la voz, para darle
mayor presencia argumental. Como hecho curioso, hay que indicar que los tenores
del coro son los que van a cantar el Aleluya. En sí, esta parte es la que más
transmite al espectador.
En definitiva, un bello canto a la
esperanza y a la redención a través del amor.
http://loffit.abc.es/the-music/coro-de-peregrinos-richard-wagner-112949/
Todos somos peregrinos, en alguna
forma. Somos peregrinos en esta vida, después de un largo viaje deseamos volver
a nuestro origen, a nuestra patria, a nuestro hogar, al seno materno, a nuestro
descanso final. Queremos volver después de mil y un peripecias en nuestro
camino, que nos transformaron para bien o para mal o para ambas cosas. Pero
queremos regresar con solo lo bueno, redimidos y perdonados de todo lo
malo que hayamos hecho, sentados serenamente en un borde de la vida, mirando
afablemente a los que aún se conducen por los afanes del mundo.
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