jueves, 14 de agosto de 2025

Te recuerdo Amanda.. Victor Jara.. Letras nómadas


De entre todos los poemas, de las canciones, que llenaron de esperanza y reivindicación los sesenta, Te recuerdo, Amanda es quizá una de las más vigentes. El tiempo, que en las últimas décadas parece haber acelerado hasta lo inconcebible el ritmo de los cambios que nos impone, relega al olvido sin compasión muchas de estas piezas musicales y rescata, sin embargo, otras, atendiendo a unos criterios tan complejos como evidentes: el carácter sólido del vínculo entre la obra y el hombre que hoy la recibe o la intensidad con que este puede, todavía, sentirse evocado en la letra de una canción (sus pálpitos son tus pálpitos, todavía). Y ese vínculo resulta incuestionable en el caso de este poemita con música del cantautor chileno. Más allá del alegato social, por encima de las reivindicaciones políticas, esta canción posee la belleza que nace de toda aproximación estética a una verdad humana. La verdad del amor como experiencia salvadora y milagrosa —como una flor en el desierto— aparece reflejada en esta canción, pese a mostrarse, en principio, tan sólo como un telón de fondo que arropa la historia trágica de esta pareja de proletarios pobres, de vida cenicienta y desenlace trágico.                                                         La dulce voz del combativo Jara nos conduce eficazmente a esa fábrica sucia donde diariamente se encuentran los amantes. Cinco minutos de felicidad al día, esa es su dosis. No asistimos al encuentro, no hace falta. Sólo percibimos los efectos del amor sobre ella, capaz de contagiar su dicha con la luz de su gesto. En realidad, las últimas estrofas, las que contienen el mensaje reivindicativo, serían prescindibles, desde un punto de vista estrictamente estético. Porque, en épocas de profunda injusticia social —casi todas—, en momentos de bonanza, de crisis, o en pleno apogeo del hoy decrépito estado del bienestar, para todos los amantes, la vida podrá seguir siendo eterna en cinco minutos.

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