Preguntaste porque no te hablaba. Es sorprendente, pues entre las millones
de veces que lo quise hacer, tomé valor en una y lo intenté, pero tú, al negarte una vez negaste todas. La
verdad, te tenía miedo, un medio visceral, pues no exponía mi vida ni mi
fortuna sino mis sentimientos, lo más valioso que tengo y tenía temor que los
destruyeras con tus palabras.
Obvio es ahora que tú me temías también. ¿Por qué? O tenías temor a algo
más, ¿a qué? El porque te llevaste contigo. Seria porque intuiste que el
encuentro ocasionaría un estallido que hubiera destruido tu conocido mundo y
vida. Entiendo cuan doloroso te hubiera sido sentirte responsable de destrozarlo
todo para crear otro mundo. ¿Era inmoral eso? Ante esa confrontación preferiste
inmolarte.
Habría sido cerrar los ojos intensamente y tensar todos los músculos del
cuerpo para resistir una implosión que te despedaza en células y átomos para dejar
de ser consciente de ti y desvanecerte en una nube de partículas que
conformarían otra desconocida tú.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario