miércoles, 20 de marzo de 2024

Los que estuvieron


 Los encontramos ya aquí, cuando apenas abrimos los ojos, eran elementos del mundo, los de siempre, padre, madre, hermanos, tíos, abuelos, troncos y ramas del árbol frondoso de la vida. Eran como el sol, la luna, el viento, la lluvia y las estrellas. Veía esa gran maquinaria de la realidad moverse cada día, sin faltas ni ausencias, el sol salía, la luna alumbraba, el viento soplaba, la lluvia caía. Pero había algo que no veía, no comprendía que era, aunque pasaran las noches y los días. Algo más regia la vida, cuando alguien estaba y después se iba. Era una inmensa mano invisible que recogía de tanto en tanto a los que conocía. Primero vi irse personas lejanas, desconocidas, en accidentes, enfermedades, caídas. Eran muñecos que se rompían sin compostura y que guardaban en sepulturas. Después fueron personas más cercanas, los abuelos, los tíos mayores que despedían con llanto y amargura. De repente la muerte roza mi piel cuando mueren primos o lo peor, algún hermano. La hecatombe en vida ocurre cuando perdí lo más querido, cuando te fuiste tu.  ¡Oh! ¡Cuánta falta hace los que se han ido!

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