viernes, 26 de julio de 2024

El toro y la luna. Gabino Pampini - version salsa


El Toro y La Luna

La Pasión Inalcanzable: 'El Toro Y La Luna' de Joselito

La canción 'El Toro Y La Luna', interpretada por el niño cantor Joselito, es una pieza que combina elementos de la música folclórica española con una narrativa poética. La letra cuenta la historia de un toro que se enamora de la Luna, un amor imposible y no correspondido. La Luna, con su presencia distante y cambiante, se convierte en un objeto de deseo inalcanzable para el toro, que la observa desde su escondite entre la jara, un arbusto típico de los paisajes españoles.

La canción utiliza la metáfora del toro enamorado para explorar temas de amor y deseo, pero también de soledad y anhelo. El toro, un símbolo de fuerza y bravura en la cultura española, se muestra aquí vulnerable ante la belleza y la lejanía de la Luna. La imagen del toro embistiendo el agua al darse cuenta de que la Luna se ha ido refleja la frustración y la impotencia ante un amor no correspondido. Además, la descripción del toro 'pintado de amapola y aceituna' y 'campanero' evoca la riqueza de la tierra española y sus tradiciones.

Musicalmente, 'El Toro Y La Luna' se caracteriza por su melodía pegajosa y su ritmo folclórico, que invita al baile y a la celebración, contrastando con la tristeza del tema lírico. Joselito, conocido por su voz angelical y su talento precoz, logra transmitir la emoción y la ternura de la historia, convirtiendo la canción en un clásico del repertorio español. La dualidad entre la alegría de la música y la melancolía de la letra es un reflejo de la complejidad de los sentimientos humanos.

 

Observación a este comentario.

Creo que la imágenes que crea La luna y el toro en nuestra mente supera cualquier explicación de los significados que pueda tener en lo musical, psicológico, folclórico o literario.

Para acercar lo mágico y grandioso a nuestra vivencia humana personificamos a los fenómenos y elementos cósmicos. Por eso decimos que "la luna se está peinando" y que un toro la esta acechando. Nuestra mente no puede dejar de imaginar lo que las palabras describen porque somos seres que entendemos nuestro mundo qué nos rodea a través de cuentos, relatos. Es así como conocemos nuestro mundo exterior e interior cuando no poseemos las imágenes visuales directas. ¿Y qué tal si en lugar de toro lo llamamos torito? Lo acercamos más a nuestro mundo afectivo. ¿Y si lo enamoramos de la luna? Lo hacemos humano, como tú y como yo.

¿Podemos decir de que color es el toro? Traemos a nuestra mente las imágenes de la fruta de la aceituna y la flor de la amapola y  la amapola y sabremos su color: marrón oscuro o negro y blanco, osea que es pinto. ¿Porque le habrán puesto por nombre "Campanero"? Quizá por ser muy ruidoso o por el sonido grave al galopar tolon-tolon. ¿Porque los romero de los montes besaría su frente? Al inclinarse a pasar. Podemos imaginar que las estrellas lo bañan de plata, pero más nos inclinaríamos a pensar que en noche de luna, el resplandor que despide la silueta del toro aparece plateada. Pero hay algo que no podemos distorsionar del toro, que lo hace singular, que no le dio ni la luna, ni la aceituna ni el mayoral, su bravura. Y le pertenece en exclusividad, valor que lo hace un agente activo de la realidad. No todos los toros son bravos y de casta, son bravos los indómitos.

Y por último, porque parecería sus patas abanico de colores? El toro al correr sincroniza el movimiento de sus 4 extremidades qué da la impresión del abanicar de un abanico. Imaginamos que los colores del abanico serian cintas de colores amarradas a sus patas.

Entonces, ¿en una exhibición de fuegos artificiales, no es mejor gozar de la emoción que causa los destellos en nuestra mente?



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