martes, 8 de abril de 2025

Luis Pardo


Ven acá mi compañera, ven oh mi dulce andarita

Tu sola, sola, solita, ven acá por vez primera.

Ven acá mi compañera y en los campos desolados

junto de mi madre amada y de mi padre querido

que era semejante al nido que aselaba en la enramada

Por eso es que yo quiero al niño, amo y respeto al anciano

Al indio que es como mi hermano, le doy todo mi cariño

Yo tengo el alma de armiño, cuando veo que se explota

toda mi cólera brota y de tristeza me indigno

cual una araña maligna, que hoy aplasto con mi bota.

Surge la pálida luna, sobre la noche serena

Y en los campos de arena, se extiende como visión

Detrás de cada peñasco parece ver a mi amada

que viene como escapada, en busca de su corazón.

Si me persiguen traidores, siempre fueron sin entrañas

sepan también mis hazañas que no son sino rencores

¿Dónde están mis defensores? Ya para mí no hay clemencia

Nadie sufre, nadie llora

Si han de matarme en buena hora, pero mátenme de frente.

Yo soy señores Luis Pardo, el famoso bandolero.

 

Nació un 19 de agosto de 1874 en Chiquián, Ancash, y perteneció a una familia de hacendados, políticos y montoneros (su padre luchó en las fuerzas caceristas contra Piérola durante la guerra civil y su abuelo fue alcalde de Chiquián) ¿Cómo se volvió un bandolero tan famoso? Cuenta la leyenda que fue tras la muerte por traición de su padre, noticia que lo sorprendió a su regreso a Chiquián tras haber realizado sus estudios en Lima, que el joven Luis Pardo cobró venganza, acabó con la vida de los asesinos de su padre y dio inicio a su carrera hacia la fama que lo convirtió en legendario ladrón durante las primeras décadas del siglo XX en los pueblos de la costa y la sierra norte.

La figura del bandolero justiciero, del Robin Hood peruano, se volvió mitológica. No había pueblo que no tuviera su propia historia con él, al punto que “Por aquí pasó Luis Pardo” era un sello que tenía visos de bendición al ser alentado por la tradición oral en cada rincón. La imagen de Pardo nos recuerda esa necesidad de la figura del líder combativo, precursor, rondero y, sobre todo, querido por sus nobles objetivos, que todo político y politiquero anhela hoy por hoy. Tomó la distribución de la riqueza por sus propias manos y fue elevado por pueblo al culto heroico. Luis Pardo no actuaba en banda, sin embargo cobraba cupos a los gamonales y hacendados. Murió hace 106 años en una emboscada del ejército y sus enemigos (para tener una idea de las dimensiones de su persecución). Tenía 35 años y su juventud y forma de muerte (mientras escapaba a nado por el río) recuerdan al querido Javier Heraud, poeta joven que muriera a manos del ejército en Madre de Dios. Pardo quiso, como Javier, una transformación social a la cual dedicó su juventud.

https://camp.ucss.edu.pe/blog/luis-pardo-bandolero-a-heroe-popular/


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