martes, 6 de abril de 2021

¡Guíame Mabel! - XXV


                                                                                 XXV

Cuantas veces escuche decir que uno labra su destino, que mi voluntad decide el rumbo de mi vida, que uno forja su futuro, que con esfuerzo y trabajo podría alcanzar la felicidad.

Ósea, nada está decidido en la existencia, era un juego de azar donde yo jugaba mis cartas que con dedicación hubiera conseguido. Tener amigos y buenos amigos también se le atribuye a la suerte.

Suerte tuve de conocer a Pepe. Era 1976 y yo tocaba rock en un conjunto musical. Alguien le pasó la voz a Juan, quien era el jefe del grupo folclórico donde tocaba Pepe. Me invitaron a que tocara la guitarra con ellos. Generalmente yo hacía los bordones y “llamados” de la música andina de acuerdo a la región o provincia de la canción. Pepe tocaba el charango, Juan la quena y una chica, Fresia, el bombo. Hacíamos presentaciones en eventos culturales los fines de semana y eventualmente en los días de semana. Estuvimos en ese plan por casi un año.

Un martes dos de octubre se me ocurre darle una serenata a mi padre por su cumpleaños. Seria apoyado por mis hermanos y unos amigos que también tocaban instrumentos. Teníamos quena, zampoña, guitarra y bombo. Faltaba el charango que le daba alegría y tradición a las canciones andinas.

El charango era un instrumento difícil de conseguir. No se hacían muchos porque pocos sabían tocarlos. Así que le pediría prestado el charango a mi amigo Pepe. Fui a su casa en la urbanización Sol de Oro.

Cuando fui me dijeron que estaba en el Jirón Ica, en el local del grupo “Retablo”. Fui allá y lo encontré ensayando con otro grupo. Le pedí que me prestara el charango cuando acabara su ensayo. Me dijo que ya. A las ocho de la noche lo fui a buscar y le pedí el charango.

-Lo voy a necesitar mañana en la noche.

-No te preocupes, te lo llevo a tu casa mañana por la mañana

-La verdad, se lo he prestado a un amigo.

Eso me desilusionó tremendamente. Había perdido casi un día tratando de que me lo prestara para que me defraudara de esa manera. Yo que había hecho la idea de que la serenata iba a salir bonita. Frustrado regresé a mi casa y di la serenata sin el charango.

Paso un año y estaba en mi casa cuando toco la puerta Pepe. Nos saludamos y me reveló el motivo de la visita. La visita era extraña porque nunca había venido a mi casa y no lo había visto desde el día martes dos de octubre del año pasado cuando me negó el charango. Y justo se aparece un año después en la misma fecha, 2 de octubre.

-Quisiera que me prestes tu charango.

Me asombró que supiera que tenía un charango. El charango que yo tenía era un quirquincho, un charango especial, estaba hecho del caparazón del armadillo. El charango que rehusó prestarme era de madera, que no chillaba como el mío.

-Necesito que me lo prestes porque tengo un evento y no tengo charango.

-No tengo charango, el que uso me lo presta un amigo que vive en Balconcillo.

-¿Puedes darme la dirección para pedirle que me lo preste?

-Claro! Espérame un ratito que saco su dirección.

Mientras entraba en mi casa me detuve a pensar en lo que estaba haciendo.

Yo tenía el charango conmigo pues lo había comprado a mi amigo puneño. El negárselo me parecía egoísta. Entonces reflexioné. Pepe me viene a pedir el charango al año exacto cuando me lo negó. Encima me engaño diciéndome que me lo daría cuando después se negó. También pensé en todo el trabajo que Pepe había hecho para localizarme y venir desde tan lejos hasta Javier Prado en San Isidro. Sentí compasión. Dudé que el supiera que estaba pasando, que al año de haberme negado prestarme el charango él se ponía en el lugar que yo estuve un año atrás.

Bajé de mi dormitorio y le di una dirección que me imaginé tendría mi amigo Lucho, el del charango, porque la verdad la desconocía.

Le entregué la dirección a Pepe y se fue a localizar a mi amigo. Al cabo de una hora regresa Pepe y toca mi puerta.

-Encontré a tu amigo y me dijo que no tiene el charango.

Me asombré que Pepe hubiera encontrado una dirección falsa.

-No sé por qué te habrá dicho eso. Tal vez no quiere prestártelo. -Lo vi entristecerse.

En ese instante dudé. Pensé que de todas maneras debería prestarle el charango. Pero, de pronto, me acordé de la duda que tuvo Arjuna frente a una batalla que se relata en el Bhagavad Gita. Arjuna era un guerrero líder de su familia que iba a luchar por recobrar su reino arrebatado por sus familiares, tíos y primos. Al verlos frente a su ejército, Arjuna se desploma y rehúsa dar inicio a la batalla porque eso causaría la muerte de sus parientes. Ante ese hecho, su amigo el dios Krishna le aconseja que lo haga porque esos familiares no eran merecedores de su reino y que para todas luces ellos ya estaban muertos pues no es de Arjuna la decisión que ellos vivan o mueran. Entonces Arjuna da inicio a la batalla.

Entonces entendí que no era casualidad lo que me estaba pasando, que yo tan solo era un instrumento del desenlace que Pepe iba a sufrir. Yo tenía que cumplir mi parte en ese juego cósmico del destino que ya estuvo establecido entre Pepe y yo.

Lo mandé al Centro del Arte Popular de San Marcos, donde tenían un charango, aunque dudé que se lo fueran a prestar.

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Sun King - The Beatles (Subtitulado Español)


“Sun King” fue grabada en 1969 por Los Beatles.

Los Beatles siguen la corriente que se da en los sesentas y aun los setentas donde se glorificaba al sol. Ellos ya habían grabado una canción con el título “Aquí viene el sol”. Esta canción es casi una parodia de aquella. La traducción de la primera parte es correcta, no así la segunda parte donde mezclan el italiano con el español que le da un sentido confuso.

jueves, 1 de abril de 2021

¡Guíame Mabel! - XXIV


El mundo era extraño, se podía percibir, se podía oler, sentir y ver.  Así de claro yo, de niño, era capaz de ver a los sintientes obrando forzadamente en él, dolientemente, frustradamente. Yo me daba cuenta. ¿No se daban cuenta los mayores? Solo necesitaban mirarse en el espejo y ver las máscaras que se ponían cada día, de sinceridad, honestidad, sensibilidad. Llevaban la vida de carrera de galgos, rompiéndose la pata y la vida para existir.

Intuí que no era conveniente que los adultos supieran que yo sabía lo que ellos no. Yo poseía unos ojos auscultadores, interrogativos, pero más que todo observadores. Ya tempranamente delataron mi inteligencia.

-          ¿No le ves los ojos? –Escuché a mi padre increparle a mi mama sobre mí.

Entonces no me esforzaba en parecer listo. Por eso me conducía modestamente en la casa y en la escuela. Pero frente a los otros niños no tenía por qué. Para ellos yo me portaba “mal”, decía o hacia cosas que no se debía. Hasta los más grandes que yo se extrañaban que usara palabras que ni siquiera ellos conocían, como cuando use la palabra “lacónico” cuando tenía seis años. Los chicos de doce me miraban como “bicho raro”.

Algunas veces me ganaba los sentimientos y me exponía a que yo mismo me incriminara.

Una vez mi mamá conversaba con su hermana mayor quien le contaba que había soñado que tenía unos mellizos. No perdí ese momento de hacerme notar.

-          Mamá, ¿Por qué no sueñas también con tener mellizos?

-          ¡Cállate, chico malcriado! – grito mi tía.

Hasta allí llegó mi osadía.

 

martes, 30 de marzo de 2021

Chullo el arriero


 

Vivíamos en un mundo dentro de otro mundo.

Y nuestro mundo tenía su propio códice de conducta, formas de comunicación y una identidad e ideal que compartíamos todos nosotros. Lo que indiscutiblemente nos unía era el amor y la práctica de las expresiones artísticas de la cultura andina. Fundamentalmente compartíamos una forma de ver el mundo. La mayoría de sus miembros eran migrantes de casi todas las regiones del país. Venían de las variadas comunidades que han existido antes de la colonización europea y aun antes de la conformación de la nación moderna llamado Perú. Eran los que originariamente mandaron pero que devinieron en dominados. Esas comunidades preservaron sus costumbres ancestrales a pesar que el Perú oficial dominante les imponía una diferente organización social, política, económica y cultural

Entonces, como hormigas, los integrantes de ese mundo se esforzaban y se multiplicaban por llevarse a cabo los eventos donde se cultivaban las tradiciones andinas. Las familias de migrantes preservaban las costumbres de sus comunidades a través de fiestas, eventos, ceremonias cívicas y religiosas. Todo ello requería el acopio de infinidad de equipo y vestuario para cada danza. Para una danza comúnmente se requería siete a ocho accesorios para el varón, como sombrero, pañuelo, chaleco, faja, pantalón, zapatos, pañuelos de mano. Para las mujeres necesitan otro tanto, como sombrero, pañal, maquitos, cotón, faja, fustán y zapatos. Todo eso de una sola danza y el número de las danzas que generalmente se practicaba eran cien.

El acarreo del vestuario, para por lo menos cuatro parejas por actuación, el transportar a los músicos ejecutantes de la música vernácula, exigía movilizarse por los diversos municipios de Lima. Las líneas de transporte de ese material cruzaban la ciudad de norte a sur y de este a oeste, principalmente los viernes sábados y domingos, desde que amanecía hasta el amanecer del nuevo día.

Chullo era uno de los encargados de esa tarea. Cruzaba varias veces el damero de Pizarro, la parte posterior del Palacio de Gobierno. De allí hasta La Parada, a Breña, el teatro Pardo y Aliaga, el Teatro Municipal, muchas veces localidades como Vitarte y aun hasta Naña y Atocongo. Luego de terminar las actuaciones, Chullo tenía que hacer todo de vuelta, pero al revés.

Un lunes lo encontré a la una de la madrugada en su cuarto en la Plaza Unión, recostado en su colchón de paja, medio muerto de cansancio. Noté que se había sacado los zapatos y un calcetín aparecía en la entrada de su cuarto.

- Chullo, ¿Que hace tu media allí? –Le pregunté.

-Descansando.

- ¿De tu pie?

-De mi zapato.

-Se ha arrastrado hasta allí, agonizante, con la lengua afuera.

viernes, 26 de marzo de 2021

¡Guíame Mabel! - XXIII



¿Qué tan poderoso era el espíritu de Mabel? Decidí descubrirlo.

Ya lo había tratado de hacer un año antes pero no pude ver nada que fuera preocupante. Ahora a meses de su partida podía leerlo claramente.

Mabel era una persona intuitiva y psíquica. También era sensible al dolor de los demás y podía captar los sentimientos que flotaban a su alrededor.

Todos estos atributos no solo fueron originados en su niñez. Ella no sabía que esa sensibilidad provenía de vidas anteriores. Esos sentimientos que tenía la confundían y le ocasionaban temor por no entender de dónde venían.

Algo crucial que Mabel no sabía pero que talvez intuía era que se enamoraría de una persona con la cual nunca podía estar. Eso era claro para mí, porque yo si sabía que tampoco podía estar con ella, no en esta vida por lo menos. Esto lo verifique al ver a Neptuno en su casa quinta. De cierto había un sutil sentimiento entre los dos que corría por invisibles lazos. A veces se habla de una especie de química que hay entre dos personas que explica la mágica armonía que se enlaza entre ellos. Yo la descubría al ver sus ojos que se mostraban más vivaces, su risa más aguda, más intensa. Sentía una cálida emoción cuando estábamos juntos. Pero llegar a estar con ella era un imposible, no porque ella estuviera casada o tuviera hijos, era todo eso y, indefinidamente inexplicable, algo más.

Neptuno en su quinta casa lo decía. Neptuno hace que se enamore de una persona que no puede estar con ella, porque ya está con otra persona o porque vive muy lejos o son inalcanzables de un modo u otro.  

Esa persona en la vida de Mabel estaba determinado que fuera yo. Suena fatalista y contradice el libre albedrio con que se dice se conduce el ser humano. No hay una contradicción, nuestros hechos determinan nuestro destino. Las decisiones tomadas a lo largo de nuestras vidas deciden lo que afrontaremos en nuestra futura existencia.

Yo amaba a Mabel, con un amor romántico, platónico. No la deseaba, no la quería en el sentido de ser dueño de ella, de sus sentimientos, de su amor. Yo amaba una imagen de Mabel y su cuerpo compartía esa imagen, por eso la amaba, no a ella de por si sino lo que ella representaba.

Ahora lo sé todo, lo comprendo todo, lo veo claro. Lo constato después que todo está consumado.

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LA AVENIDA DE LOS TILOS-LUCIANA


“La avenida de los tilos” fue grabada en 1976 por la cantante argentina Luciana. La letra pertenece a la poetisa María Wérnicke y la música de Marquito Montoya.

Aunque es una canción de amor, Maria Wérnicke afirma que compuso la letra a raíz de la tristeza que sintió cuando su hija viajó a España.

El título de la canción alude a una avenida de cuatro cuadras en Mar del Plata que está adornada por arboles de tilos.