jueves, 4 de abril de 2024
miércoles, 3 de abril de 2024
¡Guíame Mabel! - LXVI
¿Porque mi mente se irradia infinitamente cuando te pienso? Se despliega interminable, por todo el cosmos, aun donde no hay materia ni luz. Navega por todos los tiempos y goza confundirse en el presente entre las cosas y pensamientos vigentes, pero es un rio subterráneo que corre siempre. Por eso, cuando ayer te vi en mis sueños se vuelve a posesionar mi mente.
Estaba en una ciudad pequeña, rural, de campo, de día
y con sol. Te vi a ti y a tu esposo y juntos nos dirigíamos a una feria del
lugar. Parecía que nos habíamos extraviado, así que tu esposo me aconsejó que tú y yo tomáramos un bus y
tratemos de llegar al lugar del evento. Me sorprendí pues ¿cómo tu esposo me hacía
que andemos juntos? ¿no sabía acaso que yo tenía sentimientos por ti? No podía
creerlo o ¿es que estaba en otro tiempo, en otra vida, anterior a la última que
vivimos? Debe de haber sido eso porque jamás me permitiría acercarme a ti. Pero
bueno, seguí lo que se había acordado. Llegamos casi al lugar del evento,
estábamos casi a dos cuadras. Tú caminabas delante y yo aproveché en mirar tu
cuerpo. Parecías que tenías la misma figura de siempre, excepto por tus piernas
que lucían distintas. Me acerqué para ver tu rostro, volteaste tu cara hacia mi
y te vi, pero no te vi a ti, era una joven, muy joven para ser tú. La joven me sonrió
como si me conociera. Yo no supe que hacer y me desperté.
domingo, 31 de marzo de 2024
jueves, 28 de marzo de 2024
miércoles, 27 de marzo de 2024
lunes, 25 de marzo de 2024
sábado, 23 de marzo de 2024
miércoles, 20 de marzo de 2024
Los que estuvieron
Los encontramos ya aquí, cuando apenas abrimos los ojos, eran elementos del mundo, los de siempre, padre, madre, hermanos, tíos, abuelos, troncos y ramas del árbol frondoso de la vida. Eran como el sol, la luna, el viento, la lluvia y las estrellas. Veía esa gran maquinaria de la realidad moverse cada día, sin faltas ni ausencias, el sol salía, la luna alumbraba, el viento soplaba, la lluvia caía. Pero había algo que no veía, no comprendía que era, aunque pasaran las noches y los días. Algo más regia la vida, cuando alguien estaba y después se iba. Era una inmensa mano invisible que recogía de tanto en tanto a los que conocía. Primero vi irse personas lejanas, desconocidas, en accidentes, enfermedades, caídas. Eran muñecos que se rompían sin compostura y que guardaban en sepulturas. Después fueron personas más cercanas, los abuelos, los tíos mayores que despedían con llanto y amargura. De repente la muerte roza mi piel cuando mueren primos o lo peor, algún hermano. La hecatombe en vida ocurre cuando perdí lo más querido, cuando te fuiste tu. ¡Oh! ¡Cuánta falta hace los que se han ido!