Había un nuevecito grupo de rock que estaba dando de qué hablar en Lima.
Se llamaba “Frágil” y apareció como a la mitad de los setenta. Me dio curiosidad
por verlo. Así que un día mi amigo Juan me dijo que Frágil iba a tocar en la
Concha Acústica del Parque Salazar en Miraflores y la entrada costaba dos
chapitas de Coca Cola más algunos soles. Fuimos temprano y nos ubicamos a cinco
filas de bancas del escenario. El lugar se llenó rápidamente y a las siete en
punto empezó el concierto.
Comenzaron tocando un tema suave y lento. Luego los temas fueron haciéndose
más animados y ciento por ciento rock. Los asistentes al concierto se
comenzaron a entusiasmar. Se paraban, bailaban en sus sitios, cantaban las
canciones, que fue cosa rara para mí, no sabía ninguna. A dos filas de bancas
hacia el escenario había un grupo de chicas que estaban gozando de lo lindo con
las canciones de “Frágil”. Eran como cuatro o cinco, de bonitos cuerpos y vestían
jeans y chaquetas Lee. El concierto había llegado a su apogeo y el entusiasmo
de la gente era desbordante. En un momento la banda empezó a tocar un tema pegajoso
y realmente bueno. Apenas se escucharon los primeros acordes de esa canción las
chicas de adelante se pararon sobre la banca. Desde allí animaban al grupo de
rock y comenzaron a bailar. Al bailar destacaban lo más voluminoso que tenían,
sus caderas. Era un bonito espectáculo pues todas tenían unos buenos derrieres.
Este detalle fue también captado por unos chicos que estaban sentados detrás de
las lindas chicas y apreciaban desde muy cerca el baile provocativo de las
muchachas. Posiblemente el movimiento de las chicas fue demasiado tentador para
uno de ellos que con su mano, acarició suave pero rápidamente
las nalgas de una de las chicas. Esta sintió esa caricia y volteo rápidamente para
descubrir al autor de ese vejamen. No pudo identificarlo así que molesta dio la
vuelta y continuó bailando con
su jean apretado. Al cabo de un rato otro de los muchachos le paso la mano a
otra de las chicas. Igual que la primera chica ésta no pudo
coger al culpable. Así que se volteó y siguió bailando.
Animados seguro por la impunidad con que se divertían sus compañeros, los otros
muchachos se sumaron al condenable acto. Así que a todas ellas les metían la
mano y velozmente la escondían. La banda estaba tocando eufóricamente y los
concurrentes se entusiasmaban más y más. Pero también los desalmados muchachos que
desaforadamente se la emprendieron a manosear descaradamente a todas las chicas
sin ocultarse más. Las chicas trataron de bajarse de la banca pero los facinerosos
en el cenit de su iniquidad se abalanzaron sobre ellas y las tumbaron al suelo,
Entre ellos se empujaban y jaloneaban para poder manosearlas con más facilidad.
Pude ver los rostros lascivos de esos chicos que se desesperaban por alcanzar con
sus manos las caderas de las muchachas que gritando y afligidas forcejeaban
para librarse de ese ultraje. “Frágil” no se daba cuenta, talvez porque todo
estaba oscuro y seguían tocando una canción que trataba de unos chicos que eran
cazadores, que buscaban chicas de jeans apretados, preparadas a todo. De pronto
un muchacho un poco mayorcito que el resto y seguramente amigo o enamorado de
una de las chicas al ver lo que estaba pasando se sacó su correa y con la
hebilla empezó a azotar a los facinerosos que las estaban maltratando. Este
azotaba a diestra y siniestra pero cosa curiosa, los desalmados se habían convertidos
en unos salvajes y no cejaban en su empeño de manosear a las pobres muchachas.
Cuando nos dimos cuenta en la trifulca en que se había convertido el concierto
decidimos irnos pues no nos vayan a implicar en esa afrenta. Alejados un poco
del Parque Salazar pude aun escuchar las ultimas estrofas de la canción,
“dónde se fueron todos
dónde quedo la bulla
dónde están las muchachas
dónde
cazadores, dónde, dónde están, …”
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