domingo, 10 de septiembre de 2017

Avenida Larco


Había un nuevecito grupo de rock que estaba dando de qué hablar en Lima. Se llamaba “Frágil” y apareció como a la mitad de los setenta. Me dio curiosidad por verlo. Así que un día mi amigo Juan me dijo que Frágil iba a tocar en la Concha Acústica del Parque Salazar en Miraflores y la entrada costaba dos chapitas de Coca Cola más algunos soles. Fuimos temprano y nos ubicamos a cinco filas de bancas del escenario. El lugar se llenó rápidamente y a las siete en punto empezó el concierto.
Comenzaron tocando un tema suave y lento. Luego los temas fueron haciéndose más animados y ciento por ciento rock. Los asistentes al concierto se comenzaron a entusiasmar. Se paraban, bailaban en sus sitios, cantaban las canciones, que fue cosa rara para mí, no sabía ninguna. A dos filas de bancas hacia el escenario había un grupo de chicas que estaban gozando de lo lindo con las canciones de “Frágil”. Eran como cuatro o cinco, de bonitos cuerpos y vestían jeans y chaquetas Lee. El concierto había llegado a su apogeo y el entusiasmo de la gente era desbordante. En un momento la banda empezó a tocar un tema pegajoso y realmente bueno. Apenas se escucharon los primeros acordes de esa canción las chicas de adelante se pararon sobre la banca. Desde allí animaban al grupo de rock y comenzaron a bailar. Al bailar destacaban lo más voluminoso que tenían, sus caderas. Era un bonito espectáculo pues todas tenían unos buenos derrieres. Este detalle fue también captado por unos chicos que estaban sentados detrás de las lindas chicas y apreciaban desde muy cerca el baile provocativo de las muchachas. Posiblemente el movimiento de las chicas fue demasiado tentador para uno de ellos que con su mano, acarició suave pero rápidamente las nalgas de una de las chicas. Esta sintió esa caricia y volteo rápidamente para descubrir al autor de ese vejamen. No pudo identificarlo así que molesta dio la vuelta y continuó bailando con su jean apretado. Al cabo de un rato otro de los muchachos le paso la mano a otra de las chicas. Igual que la primera chica ésta no pudo coger al culpable. Así que se volteó y siguió bailando. Animados seguro por la impunidad con que se divertían sus compañeros, los otros muchachos se sumaron al condenable acto. Así que a todas ellas les metían la mano y velozmente la escondían. La banda estaba tocando eufóricamente y los concurrentes se entusiasmaban más y más. Pero también los desalmados muchachos que desaforadamente se la emprendieron a manosear descaradamente a todas las chicas sin ocultarse más. Las chicas trataron de bajarse de la banca pero los facinerosos en el cenit de su iniquidad se abalanzaron sobre ellas y las tumbaron al suelo, Entre ellos se empujaban y jaloneaban para poder manosearlas con más facilidad. Pude ver los rostros lascivos de esos chicos que se desesperaban por alcanzar con sus manos las caderas de las muchachas que gritando y afligidas forcejeaban para librarse de ese ultraje. “Frágil” no se daba cuenta, talvez porque todo estaba oscuro y seguían tocando una canción que trataba de unos chicos que eran cazadores, que buscaban chicas de jeans apretados, preparadas a todo. De pronto un muchacho un poco mayorcito que el resto y seguramente amigo o enamorado de una de las chicas al ver lo que estaba pasando se sacó su correa y con la hebilla empezó a azotar a los facinerosos que las estaban maltratando. Este azotaba a diestra y siniestra pero cosa curiosa, los desalmados se habían convertidos en unos salvajes y no cejaban en su empeño de manosear a las pobres muchachas. Cuando nos dimos cuenta en la trifulca en que se había convertido el concierto decidimos irnos pues no nos vayan a implicar en esa afrenta. Alejados un poco del Parque Salazar pude aun escuchar las ultimas estrofas de la canción,
“dónde se fueron todos
dónde quedo la bulla
dónde están las muchachas

dónde cazadores, dónde, dónde están, …”

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