jueves, 19 de octubre de 2017

La marcha obligada


Si no existe Dios y el hombre es el creador y el artífice de su destino, ver hasta donde ha llegado en su derrotero nos prueba que es un fracaso. Las cifras económicas, de salud, de vivienda, de contaminación, de guerras lo comprueba.
Pero hay que deslindar responsabilidades. El hombre es un término genérico pues no todos los hombres son culpables pues la mayoría de los seres humanos no deciden por el rumbo de su destino. Son los líderes, los encumbrados en el poder los que nos trajeron hasta aquí, desde miles de años atrás. Empezó desde los primeros hombres que haciendo uso de la fuerza física se adueñaron del producto de las cosechas y de la carne de los animales domesticados. Se nombraron jefes del clan, de la tribu y de los pueblos, creando a unos guardianes de su gobierno, los futuros ejércitos y hombres que administraban sus propiedades. Pasamos a tener reyes, faraones, nobleza, presidentes y gobiernos. Lo mismo que desde el principio pero más sofisticado. Si en la antigüedad usaban los rudimentarios conocimientos en geometría y matemática y aun de astronomía para usarlo en los sembríos y construcción de edificios y palacios, hoy usan la ciencia y la tecnología con el mismo fin.
¿Se pudo variar ese camino? Si, retomando el poder por quienes realmente crean la riqueza: la gente.

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