jueves, 4 de diciembre de 2025

El profe empieza un nuevo semestre

 


Empezaba un nuevo ciclo de la clase de literatura, con nuevos estudiantes, con nuevas experiencias para ellos y nuevos retos para el profesor. Entraron al salón y se acomodaron libremente en los pupitres de la clase. Pasé la asistencia mientras de reojo me percataba de los que ocupaban las filas delanteras, frente a mi escritorio. Usualmente son los estudiantes más aplicados, no temen hacer preguntas y siguen las instrucciones rápida y entusiastamente. En contraste, los alumnos del fondo no solían ser los más inteligentes ni los más trabajadores sino los más faltones. Confiaban en que las preguntas fueran contestadas por los empeñosos de las primeras filas. Esperaban esconder sus caras entre los estudiantes sentados en medio, los que llegaron tarde y no pudieron elegir los asientos de adelante o atrás. Los del medio conformaban una masa amorfa. Creían que la atención del profe se diluía entre los de adelante o atrás. Pero era a esa masa a quien apuntaba más mis tiros. ¿Por qué? Porque los de adelante ponían más atención a las lecciones por la cercanía a la fuente, por ende, tenían mejor rendimiento. Los de atrás, debían de confiar su rendimiento en su propia capacidad y tendían a esforzarse más. En cambio, los del medio, eran soldados en retiradas, dispersos, sin defensa recia. Y el curso les pasaba por encima y sufrían muchas bajas.

Luego de la asistencia les di el primer trabajo escrito en clase. Tenían que escribir una composición de 50 palabras de título “Lo que quiero ser en la vida”. De esa manera podía tener una visión general de cual preparados estaban en lo básico, en gramática, los tiempos verbales, vocabulario, desarrollo y plasmación de ideas, etc. Tenían 10 minutos de tiempo. Algunos estudiantes empezaron mirando al cielo, otros la hoja de papel a ver si el lápiz escribía solo, lo que ellos no podían y otros reían nerviosos mientras miraban a sus compañeros de los lados. Dudo que estos no hayan pensado que querían ser en la vida o talvez no estaban seguros, pero otros fueron como flechas directo al objetivo, sin parar de escribir.

-¡Tiempo! - exclamé.

Los chicos dejaron de escribir, extenuados, ansiosos y felices.

-Bueno, ahora pediré que algunos de ustedes lean sus composiciones.

A ver - y leyendo el apellido de un chico que sentaba atrás dije -¡Zavaleta!

-Si profesor

-Parece y empiece usted.

-Yo en la vida quiero ser doctor. Mi papá es doctor y quiero ayudar a la gente a curar sus enfermedades. Me gustar ver la mejoría de los pacientes asi como mi papa me cuenta como se siente cuando curar a sus pacientes. De niño jugaba con estetoscopio y mandil de juguete con mis amiguitos. Se que hay que estudiar mucho y esforzarse por años para convertirse en médico y que además el aprendizaje no termina nunca

-Muy buen Zavaleta, siéntese!

- El siguiente alumno es Cáceres.

-Aquí profesor.

Había señalado a un estudiante de adelante.

-Empiece.

-Yo quisiera ser abogado. Me gusta luchar por la gente, por las personas indefensas, por las que sufren injusticias. En e l mundo mucha gente sufre discriminación porque no tiene dinero, porque es pobre, también porque no tienen educación y porque sufren discriminación por su raza. Además pienso que ser abogado es muy importante para la sociedad porque la gente necesita respetar las leyes, conocer los derechos y pelear por la justicia con la ayuda de un abogado.

-Muy bien Cáceres. Tome asiento.

Luego decidí llamar a una chica.

-Ana Ramírez

-Si profesor.

-Empiece por favor.

-Yo en la vida quiero ser pintora. De niña, en lugar de jugar con muñecas, que también lo hice, me gustaba mas pintar. Me regalaban crayolas y papel para pintar y me agradaba mucho. Gastaba muchos cuadernos de dibujar y pintar. Mi mama me cuenta que cuando tenia tres años pinte la pared de la sala con sus lápices de maquillaje. Ya en el colegio me gusta adornar mis cuadernos con mis propios dibujos y no pegar ilustraciones. Mis profesores de arte me apoyan y me recomiendan que ingrese a la Escuela de Bellas Artes.

-Muy bien, siéntese

Luego decidí llamar a un estudiante del medio.

-Luis Medina

Se paro de su asiento.

-Lea por favor.

-Yo de chico quería ser Superman

La clase rio desaforadamente al notar que el estudiante era bien bajito y enclenque.

-¡Silencio! dejen que lea su composición

-Así podría volar y salvar a la gente en peligro además no tendría que buscar chica ya que Luisa Lane me estaría persiguiendo todo el tiempo. Y de amigo tendría a Jaime Olsen. Aunque ya no tengo ese sueño, me encantaría luchar por la justicia convirtiéndome en policía o soldado. O en ultima instancia ser algo super, como el presidente de la nación.

La clase estalló en carcajadas.

Espere que la risa se agotara y llame al último estudiante.

-Juan Vilca.

-¿Si señor?

-Empiece su composición.

-Yo de pequeño quería ser bombero, cuando me regalaron un carrito de bomberos, en el tiempo que estaba en el hospital. Yo de chico veía mucha televisión y me gustaba ver series de vaqueros y quería ser uno de ellos, como Roy Rogers, El llanero solitario. Pero nunca sería soldado de caballería porque mataban a indios. Ahora, se que tengo muchas opciones, como el ser doctor, ingeniero, abogado, contador y hasta profesor.

Los chicos sonrieron cuando Juan Vilca me miro de reojo.

-Pero lo que realmente quisiera ser es... una vaca.

-¿Una vaca? Preguntaron incrédulos los estudiantes.

-Está loco - dijeron otros, mirándose entre ellos.

-¡Basta! Exclamé. Concluya Juan.

-La vaca vive una vida envidiable. Conozco a las vacas. Del pueblo donde soy, las vacas son bien tratadas. Muy temprano en las mañanas, con mucho cuidado y dedicación se ordeña a la vaca. Luego se le conduce a los pastizales, donde se alimenta de yerba seleccionada. Se alimenta así por horas. En la tarde, se extiende en el suelo con la cabeza erguida junto con sus otras compañeras. Al caer la tarde se le conduce al establo donde duerme tranquilamente, sin ruido, sin luz, hasta el día siguiente.

Al terminar la composición, los demás estudiantes, callados reflexionaban sobre lo que habían escuchado. No sé, pero creo que empezaron a pensar si no querían ser vacas ellos también.


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