jueves, 25 de mayo de 2017

La fiesta de promoción


Había fiestas que las estudiantes de los últimos años de estudio de los colegios secundarios hacían para recaudar fondos para su viaje de promoción. Se hacían en un local de amplios salones, con algún conjunto de rock y en un ambiente en penumbras y  con focos de luces ultravioleta.
Nunca había concurrido a una pero un amigo nos ofreció conseguirnos algunas entradas. Mis amigos y yo éramos muy jóvenes para disfrutar cabalmente de esas reuniones pero las compramos con la intención de conocer chicas de nuestra edad quienes también asistían pero con un propósito que muy pronto habríamos de descubrir.
Entramos. Las dulces notas de la melodía de una romántica canción envolvía la habitación, la leve oscuridad dilataba levemente mis pupilas y el olor de cigarrillo y el perfume de mujer embriagaba los sentidos y mi edad, mi tierna edad, se encandiló ante goces viejos pero nuevos para mí.
Las vi. Y mi alma se retorció anhelante,  insegura, temblorosa y vacilante frente a ese ser femenino tan desbordante, inasible, incomprensible. Tan indescifrables eran que sus actos comprimían, estrujaban y trituraban mi sensibilidad. Aunque era de más edad que mis antagonistas femeninas, yo  era un juguete, una marioneta, un títere de sus perversos juegos.
A los trece y aun a los doce ya sabían cómo turbar a chicos de 15 o 16 y tristemente fui yo uno entre ellos. Se ufanaban de hacer sufrir con su estudiado desdén y repentina coquetería al infortunado y púber galán. Con  una maliciosa sonrisa, un mohín infantil lo atraían, más luego, un gélido saludo, una mueca de fastidio hundía en el más profundo desosiego y desesperación al condenado pretendiente. A pesar de todo eso, me deslumbraban y me atemorizaban a la vez, como la admiración y el temor que sentí al ver por primera vez el mar, tan vasto que mis ojos no podían abarcar, tan inconmensurable que mi mente no lo podía concebir. Nacieron así, no hay tabla rasa, vienen con algo predeterminado, con esas artes que las hace posar como damiselas  o artemisas en su coto de caza.
Allí en la habitación mi tiempo pasaba no en horas sino en rechazos que sufría ante tamaño contendor. Aun así persistía en quedarme allí porque buscaba lo que Rubén Darío buscó en cada mujer que amó, lo femenino, que habita dentro de su ser.

A mi edad no sabía muchas cosas, es cierto. Una de las cosas que no sabía era si en esas lides rondaba el amor. Lo supe años después en mis 20 cuando quise volver a tener 15 o 16 para ser un triunfador en el amor con lo que ahora si sé.

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martes, 23 de mayo de 2017

Chara, el Willac Umu


Chara se echa sus 80 años a cuestas y con su andar chaplinesco cruza la pista hacia Camaná. Tiene que tener paciencia con la gente apurada y los carros encabritados. Bajamos hasta la Avenida Roosevelt y torcimos a la izquierda para cruzar y entrar al Palacio del Chilcano, en el Centro Cívico, donde pedimos dos menús de cuatro soles.
-¿Que tenemos? Sopa de casa, lentejas y refresco - Es otoño en Lima y hace un poco de frio. La sopa caliente nos caerá bien.
Chara es bien respetado en el mundo de la cultura de los quechuas. Guardaba en sus cienes la grandeza de la cultura andina fundido en las expresiones ricas y variadas su cultura. Se dice de Chara que fue Guamán Poma, quien recorrió el Perú para atestiguar de los maltratos vividos por los indígenas. También se dice que otra vida fue el Willac Umu que acompaño a  Manco Cápac en la guerra por la liberación del Tahuantinsuyo y levanto el cerco del Cuzco en 1536. Igual que en el pasado Chara no se hallaba en estos tiempos.
Le pregunte a Chara que piensa del futuro.
-No hay que ser profeta para avizorar el futuro que le acecha a la humanidad. Los recursos menguaran y estarán a disposición de los pocos privilegiados que puedan pagar y sostener sus beneficios. La mayoría de la humanidad será vista como pasajeros de segunda clase.
-¿Cuándo crees que sucederá eso?
-Por el 2030.
-¿Y es que la gente es ciega? ¿No ven lo que está pasando?
-Claro que se dan cuenta de algo. Miran la educación que ya no educa y menos sirve para asegurarse la vida. Se dan cuenta que comen menos y mal. Se dan cuenta que los más ricos son los más tramposos y más ladrones. Y que las leyes y los acuerdos son hechas por los poderosos.
-¿Pero porque no reaccionan? ¿Por qué no hay una revolución mundial, no para instaurar el comunismo ni el socialismo sino para defender su supervivencia?
-Porque han cedido su destino a una autoridad auto-autorizada que decide por ella y que les ha prometido un futuro mejor.
-¿No pueden hilar los cabos?
- Al no comprender se contentan con lo que el sistema les tira: Pan y circo. Luego será pocas migas y mucho circo.
-¿Sera por eso que desde los tiempos bíblicos se anuncia el fin del mundo, porque vislumbraron que este tipo de mundo solo podía terminar así?
-Por un apocalipsis natural o un cataclismo social. Yo lo puedo ver, no hay que ser profeta ni futurólogo
-Muchos auguran el fin de la cultura andina. Creen que será exterminada
-Desconocen que la vida es cíclica, que no hay un comienzo ni un fin
-Que todo es un retorno
-Creen que el fin de la vida es la muerte
-Y viven en el miedo
-Viven una vida pequeña
-No saben que la vida no tiene límites
-Que se extiende más allá del tiempo
-Porque es una con la naturaleza
-No morimos, retornamos como la primavera.
-Solo esperamos pacientemente, el retorno
-Más antes habrá una limpieza.
-Como se limpia el suelo
-Con tormentas y aluviones
-El agua
-Y el campo se tragara ciudades
-Y será arrasado lo vanagloriado.
-Por eso, no tiembles
-No desespero.
-No muevas ni una pestaña, mantente erguido, con los brazos cruzados, mirando adelante y no te inmutes cuando los descomunales potros salvajes de negro pelo y acerados músculos resoplen en tu rostro.
-Y vendrá… ¡la furia limpia de la naturaleza!

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sábado, 20 de mayo de 2017

SABU - PEQUEÑA Y FRAGIL HD || VIDEO OFICIAL || LUNES GALA



Otra extraordinaria presentación dramática de “Sabu” con la canción “Pequeña y frágil”. En este tema Sabu teatraliza mas su canto y eleva su participación a una contrapunto entre él, el solista, de una gran fuerza interpretativa, llena de pasión, sentimiento y dolor y el coro de voces celestiales.

La letra sucintamente es el canto de un enamorado que espera unirse otra vez con su amor para ser felices.

viernes, 19 de mayo de 2017

Cecilia XXXIII



Quedaron en verse el miércoles primero de abril, a las diez de la mañana, en el jardín botánico de la ciudad de Cecilia.
-¿Me prometes que vas a ir? – Preguntó Cecilia.
-Claro que allí estaré. ¿Cómo voy a dejar plantada a la chica más linda del mundo? Y algo peor, en nuestra primera cita.
-¡Que emoción! Nuestra primera cita de amor.
-Y no la voy a perder por nada del mundo.
Era miércoles, a una semana de la cita. Decidieron no verse hasta encontrarse de nuevo.
Marlon llegó a su ciudad el martes y se alojó en un hotel desde donde ordenó a una florería un bouquet de rosas rojas para recoger a las nueve de la mañana del siguiente día.
Por su parte Cecilia compró un jean gastado y una blusa amarilla, la ropa similar a la que en sueños había usado la vez que se comprometieron.
Durmieron ambos con la emoción y la alegría de saber que por fin se verían con sus ojos, se tocarían con sus manos e iban a sentir el mundo alrededor del ser que más amaban en la vida.
Marlon llegó a quince minutos para las diez, con el ramo de rosas en la mano. Había caminado unos cinco minutos por los alrededores del jardín.
El jardín botánico era un local amplio que abarcaba dos bloques de la ciudad. En sí mismo era una ciudad con calles y edificios pero con una singularidad, los habitantes eran las plantas. Allí eran cuidadas y preservadas y vivían pacíficamente lejos del trafago de la ciudad.
Marlon lo encontró desolado, sin gente. Pensó que talvez era por el día y la hora tan particular. Se sentó con las flores en la mano y esperó.
Cecilia despertó al miércoles con una algarabía contenida, sonriente y ensimismada. Por eso no se percató que algo extraño sucedía con su esposo. Lo había despertado un sueño en la madrugada que no lo dejo dormir más. Soñó que estaba caminando por unas calles y jardines desolados, sin gente. Solo había un hombre que andaba delante de él. El hombre encontró una banca y se sentó con un ramo de rosas entre sus manos. Le pareció tan intrigante el sueño que lo mantuvo turbado hasta el amanecer.
Cecilia se preparaba para la cita mientras su esposo se encaminó a su trabajo. En el trayecto pasó por el jardín botánico y le atrajo un raro presentimiento. Entonces recordó su sueño y decidió entrar. Estaba vacío de gente. Solo vio a un hombre caminando delante de él quien al cabo  se sentó en una banca. Caminó frente al hombre y anduvo de soslayo para no ser reconocido. Pudo darse cuenta quien era ese hombre y el motivo por el cual estaba allí. En ese momento entendió porque vio a su esposa sonriente en la mañana, como nunca lo había estado antes. Supo, para sí, porque Cecilia se había separado poco a poco de su lado y porque su corazón ya no le pertenecía. Y también sabia para quien eran esas rosas que el hombre guardaba en sus manos.
Se acercó otra vez al hombre sentado en la banca. Se paró frente a él, sacó una pistola y disparó dos veces a la cabeza del hombre y huyó.
Cecilia escuchó los disparos, como si fueran petardos o explosiones que a veces emiten los autos. Pero aceleró sus pasos. Al acercarse vio a Marlon sangrando de la cabeza, tirado en la grama con un ramo de flores en la mano.
-¡Marlon! ¿Qué ha pasado? ¿Quién te ha disparado? Y comenzó a gritar pidiendo auxilio. Miro alrededor pero no vio a nadie pero aun así siguió gritando.
-Cecilia,…déjalo… quiero soñar.
-¡No! necesitas un doctor – Y siguió llamando por ayuda.
-No puedes dejar que muera aquí. Mi vida pertenece a los sueños. Vamos, no me queda tiempo.
-No, resiste. Llamaré a una ambulancia.
-No, échate aquí conmigo. Créeme, me estoy muriendo. ¿Recuerdas cuando te dije como quería irme de este mundo? Quiero que me ayudes a realizar mi deseo. Llévame a tomar la avioneta.
Cecilia lo miró fijamente y comprendió que se estaba yendo de este mundo.
Se acomodó en la yerba al lado de Marlon. Le cogió la mano y entraron en el trance del sueño.
Abrieron los ojos y se encontraron en la pista de despegue donde se hallaba la avioneta amarilla.
-Gracias Cecilia por traerme. Sin ti no hubiera podido llegar hasta aquí.
-Pero si estás bien. Volvamos, quiero que sigas viviendo.
-No tengo más tiempo. Tú ya estás hablando con mi alma.
-No, no te vayas, por favor. ¿Qué haré sin ti?
-Sueña. En tus sueños allí estaré.
-¡No! No podré vivir sin ti.
-Recuerda lo que te digo, como que existe Dios, en otra vida nos volveremos a ver.
Marlon se subió a la avioneta, se puso las gafas de pilotear y una bufanda blanca al cuello y partió. Mientras el motor del avión tosía motas de algodón, con la mano le iba diciendo a Cecilia adiós. Ella lloraba y sonreía a la vez mientras Marlon volaba al infinito con su avion.

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UB40 - Can't help falling in love