martes, 17 de octubre de 2023

Chullo el chaman


 ¿Qué se siente estar en una completa oscuridad, andar sin ver, sin tener el sentido más preciado para guiarte, para guarecerte, para iluminar tu mundo y de repente te das cuenta que no puedes ver sin estar ciego, cuando es imperativo protegerte, pero te sientes desvalido, indefenso y encima, cuando más abres los ojos para ver más se inunda tu vista de una enceguecedora oscuridad? En tanto, a tu alrededor te acecha un enemigo de quien no puedes adivinar por donde el golpe te dará, mientras que tristemente tratas de mostrarte firme.  No obstante, lo que haces es tantear en un mundo que, con la visión, solía ser tuyo, pero … no con el oído.

-¡Pum!

Una explosión remueve la casa, luego se escucha un ajetreo. Se oye a Chullo insultar a alguien. Debo de salir. La puerta sigue vibrando y la comienzo abrir despacio pero no veo nada. Solo humo y un fuego en el centro de la sala y…

-¡No!

El no de Chullo atraviesa los huesos de mi cabeza y suena dentro de mis sentidos para luego resonar como onda expansiva por toda la casa. No debí abrir la puerta, me dije, pero ésta quería abrirse sola. ¡Resiste! me digo, mientras humo se escurre por los costados de la puerta.

-¡Ahhhhhhhh! –gritó Chullo.

La cara pálida y abatida de Chullo que con su ojo bueno medio abierto se presenta ante mí y me espanta. Sus labios susurran:

-Te-di-je-que-no-a-brie-rassss.

Chullo me empuja y cierra la puerta. La percepción de que algo malo me acecha toma conciencia en mi mente junto con un terror que se apropia de mi cuerpo. Quiero correr, pero mis extremidades inferiores no obedecen mi mandato. La energía abandona mis extremidades y débil, se retrae en mi pecho. Con algunas trizas que quedan de mi voluntad me dejo caer al suelo, me arrastro hasta el baño, cierro la puerta con un puntapié y espero resignado lo que fuera a pasar.

 

¡Guíame Mabel! - LVIII


 

Bajé del ómnibus que me trajo de la provincia a la capital. Al desembarcar me volteé y te ayudé a bajar los últimos escalones. Me sorprendí al verte, tenías otra forma de llevar tu cabello, raya en medio y lacio, aunque de un tono oscuro como siempre. No me percaté claramente de tu figura, el que tú descubrirías más tarde.

-Hay que ir a la oficina de correos que estar cerca de aquí.

Yo por supuesto asentí.

-Pero antes tenemos que pasar por casa porque me quiero dar un baño.

Entramos a la casa que estaba a un bloque de la avenida. Entramos al recibidor, dos niñas de diez u once años miraban la televisión. Nos saludaron, pero no perdieron la atención de lo que estaban viendo. Me encaminé al baño por el lado posterior de la casa y, parada en el umbral, totalmente desnuda me dijiste,

-No hay champú, vas a tener que comprar.

Vi tu desnudez, en contra luz de una luminosidad blanquecina que entraba por una ventana posterior. Te mostraste tan natural y desinhibida que me complació.

-Ya te lo traigo.

Sali a la calle a buscar una tienda y allí el champú.

El barrio era de casas residenciales y unifamiliares. Tenían un jardín en el frente y a los costados.

-¿Dónde encontraré una tienda?

Anduve por dos cuadras y nada. Doblé a la derecha y diviso un pequeño abastecimiento que estaba cerrando. Era las dos o tres de la tarde, una hora muy temprano para cerrar. Talvez era domingo y por eso estaba cerrando. Realmente todo me parecía extraño, El estar allí, teniendo dos hijas pequeñas y tú como esposa a la que aún no reconocía.

Me volví sobre mis pasos, pero esta vez por la acera de enfrente. Al pasar vi a un establecimiento bien surtido con compradores dentro. Me acerqué al dependiente y le pedí un champú. Me pidió que esperara. Dentro unos parroquianos jugaban algo alrededor de una mesa. Con los dedos disparaban unas fichas que pegaban a otras. No me parecía muy emocionante. Volvió el tendero con mi pedido y me regresé.

Subí a la casa, las niñas seguían inmutables viendo la tele. Me dirigí al baño. Noté que los corredores eran del doble de ancho que del tamaño corriente. El techo tenía una mayor altura. Lo que mas me impresionó es que la casa toda estaba enchapada de mayólicas diminutas de color verde, amarillo, blanco y un poco de azul, con un patrón ondulante, como si fueran olas. Me dio la impresión de que estaba en la India, país donde nunca había estado.

Te encontré en el baño que tenía, tina, ducha, sauna y lavabo. Era tan grande como dos salas juntas. Una mujer te ayudaba en el baño, quien se retiró cuando ingresé. Me di cuenta que el baño no tenía puerta, ósea era privativo de nosotros dos, en esa ala de la casa.

Entonces te dije sin hablar.

-¿Cómo puedes ser tú? Puedes tener otro cuerpo, otro rostro, talvez otra forma de ser, pero nunca hemos vivido antes en la India, así que no puede ser un sueño de lo que he vivido.

-¿Tú crees que solo se puede revivir en el futuro? No hay tiempo solo hay uno, un eterno presente.

Entonces supe que eras tú.

jueves, 12 de octubre de 2023

Todo Cambia - Mercedes Sosa


Cuando era joven y estudiaba en la universidad una vez una profesora se me acercó y me dijo

-Mario, no cambies.

Solo la escuché, no le repliqué ni indagué a que se refería.

Han pasado muchos años y muchas cosas han cambiado: la vida, las personas, el mundo, las costumbres …casi todo.

Yo también he cambiado: como tomo la vida, como acepto las realidades. Pero hay algo que no ha cambiado en mí y que descubrí recién qué era lo que me aconsejó cuando la profesora me dijo que no cambie.


lunes, 9 de octubre de 2023

You've Got To Hide Your Love Away / THE BEATLES


"Tienes que ocultar tu amores un sencillo incluido en el álbum de los Beatles Help de 1965.

La traducción está aceptable. La ultima parte que talvez es un poco incomprensiva es cuando John Lennon dice que se siente “two foot small”, dos pies mas pequeño. Y es porque cuando uno esta triste o deprimido, anda con la cabeza media agachada o los hombros caídos hacia adelante, lo que hace perder estatura y parecer como si midiera centímetros menos.

Recuerdo que me fascino aprender a tocarla, con su juego de acordes mayores que empezaban con DoM. En ese tiempo, principios de los setenta, frecuentaba a unos amigos en La Victoria. Estábamos saltando del rock, preferentemente de los Beatles al folkore. Así que nos pasábamos el tiempo libre, que cuando se es joven es cualquier tiempo que se le antoje, tomando prestado tiempo de los estudios universitarios, trabajos y horas de sueños para hacer lo que nos daba la gana y nos dedicábamos a practicar quena y charango. Justo en ese trance se nos acercó esa canción de los Beatles, You’ve got to hide your love away y nos acometimos a tocarla. A quien le fue más difícil fue Juancho porque la quena botaba una escala pentafónica con un fa sostenido. Entonces, de vacilón, la tocábamos cuando queríamos, incluso en la calle, cuando no nos había crecido aun la timidez, lo que nos convertía en unos sinvergüenzas.

sábado, 30 de septiembre de 2023

¡Guíame Mabel! - LVII


 Hoy me desperté aporreado, cansado y maltrecho. Me vi envuelto en una pugna, pero en mis sueños. Allí dos contendores se enfrascaron en una lucha a muerte. Pero estos rivales no eran gente sino dos canciones que se desgañitaban tratando de abatir la una a la otra. Lo curioso es que yo recibía los golpes.  Cuando amaneció, en mis oídos aún se alternaban la melodía de esas canciones. Aturdido no me daba cuenta quienes eran los verdaderos contendores.

Con uno de los rivales me identifiqué de inmediato.  Este contaba una anécdota sentida, triste y humana: la indiferencia consciente o inconsciente del hombre por el prójimo, algo universal y actual. Pero el tipo que cantaba la empalmó con un sentimiento y dolor íntimo. Gritaba la ausencia del ser querido, el dolor le salía de las entrañas, le raspaba la garganta y le desfiguraba la cara. Todo esto le acaecía a Alex Lora, el cantante del Tri de “Cuando tú no estás”.

… Voy rolando por la gran ciudad
Viendo a miles de gentes pasar
Unos van muy serios, otros van sonriendo
Y otros van corriendo como queriendo escapar

… De pronto veo los niños, en la esquina están
Pidiendo pa' un taco, pidiendo pa' un pan
Sus caritas reflejan la necesidad
Y el vacío que se siente cuando tú no estás

… Más prendido que el sol
Más oscuro que la negra noche
Más profundo que el mar
Más absurdo que la realidad
Más ardiente que el fuego infernal
Más inmenso que la eternidad
Así es el vacío que se siente cuando tú no estás

… La gente pasa sin voltear a ver
A los pobres niños que no tienen qué comer
Algunos les dan algo pero, la mayoría no da nada
Y su triste mirada me hace sentir

… Más prendido que el sol
Más oscuro que la negra noche
Más profundo que el mar
Más absurdo que la realidad
Más ardiente que el fuego infernal
Más inmenso que la eternidad
Así es el vacío que se siente cuando tú no estás

Si, yo también siento desierto este mundo, viviendo una absurda realidad y soportando una insoportable vida, el de tener conciencia que tú no estas, en esta tierra, en este tiempo y en esta existencia, donde Dios no se apiada, ni tiene porque, aunque tenga razón. Porque el dolor no existe, aunque es real, el vacío no existe, aunque se siente y la ausencia no existe porque es un hasta pronto.

De pronto resuena un trino y una exclamación:

Hay tanto que quiero contarte

Hay tanto que quiero saber de ti

Ya podemos empezar poco a poco

Cuéntame, qué te trae por aquí

No te asustes de decirme la verdad

Eso nunca puede estar así tan mal

Yo también tengo secretos para darte

Y que sepas que ya no me sirven más

Hay tantos caminos por andar

Dime si tu quisieras andar conmigo, oh-oh-oh

Cuéntame si quisieras andar conmigo, oh-oh-oh

Dime si tu quisieras andar conmigo, oh-oh-oh

Cuéntame si quisieras andar conmigo, oh-oh-oh

Estoy ansiosa por soltarlo todo

Desde el principio hasta llegar al día de hoy

Una historia tengo en mi para entregarte

Una historia todavía sin final

Podríamos decirnos cualquier cosa

Incluso darnos para siempre un siempre no

Pero ahora frente a frente, aquí sentados

Festejemos que la vida nos cruzó

Hay tantos caminos por andar …

Era una balada, con una voz tierna que invita a conocerse, un convite esperanzador dentro una simple acción, el caminar juntos. Era la voz de Julia Venegas que casi ruega conocernos y que se transfigura en tu voz, porque hay tanto por decirte que podría andar contigo y contarte todos los infinitos pensamientos que tengo para ti.                                  Al final, tú ganaste mi corazon.