martes, 17 de octubre de 2023

¡Guíame Mabel! - LVIII


 

Bajé del ómnibus que me trajo de la provincia a la capital. Al desembarcar me volteé y te ayudé a bajar los últimos escalones. Me sorprendí al verte, tenías otra forma de llevar tu cabello, raya en medio y lacio, aunque de un tono oscuro como siempre. No me percaté claramente de tu figura, el que tú descubrirías más tarde.

-Hay que ir a la oficina de correos que estar cerca de aquí.

Yo por supuesto asentí.

-Pero antes tenemos que pasar por casa porque me quiero dar un baño.

Entramos a la casa que estaba a un bloque de la avenida. Entramos al recibidor, dos niñas de diez u once años miraban la televisión. Nos saludaron, pero no perdieron la atención de lo que estaban viendo. Me encaminé al baño por el lado posterior de la casa y, parada en el umbral, totalmente desnuda me dijiste,

-No hay champú, vas a tener que comprar.

Vi tu desnudez, en contra luz de una luminosidad blanquecina que entraba por una ventana posterior. Te mostraste tan natural y desinhibida que me complació.

-Ya te lo traigo.

Sali a la calle a buscar una tienda y allí el champú.

El barrio era de casas residenciales y unifamiliares. Tenían un jardín en el frente y a los costados.

-¿Dónde encontraré una tienda?

Anduve por dos cuadras y nada. Doblé a la derecha y diviso un pequeño abastecimiento que estaba cerrando. Era las dos o tres de la tarde, una hora muy temprano para cerrar. Talvez era domingo y por eso estaba cerrando. Realmente todo me parecía extraño, El estar allí, teniendo dos hijas pequeñas y tú como esposa a la que aún no reconocía.

Me volví sobre mis pasos, pero esta vez por la acera de enfrente. Al pasar vi a un establecimiento bien surtido con compradores dentro. Me acerqué al dependiente y le pedí un champú. Me pidió que esperara. Dentro unos parroquianos jugaban algo alrededor de una mesa. Con los dedos disparaban unas fichas que pegaban a otras. No me parecía muy emocionante. Volvió el tendero con mi pedido y me regresé.

Subí a la casa, las niñas seguían inmutables viendo la tele. Me dirigí al baño. Noté que los corredores eran del doble de ancho que del tamaño corriente. El techo tenía una mayor altura. Lo que mas me impresionó es que la casa toda estaba enchapada de mayólicas diminutas de color verde, amarillo, blanco y un poco de azul, con un patrón ondulante, como si fueran olas. Me dio la impresión de que estaba en la India, país donde nunca había estado.

Te encontré en el baño que tenía, tina, ducha, sauna y lavabo. Era tan grande como dos salas juntas. Una mujer te ayudaba en el baño, quien se retiró cuando ingresé. Me di cuenta que el baño no tenía puerta, ósea era privativo de nosotros dos, en esa ala de la casa.

Entonces te dije sin hablar.

-¿Cómo puedes ser tú? Puedes tener otro cuerpo, otro rostro, talvez otra forma de ser, pero nunca hemos vivido antes en la India, así que no puede ser un sueño de lo que he vivido.

-¿Tú crees que solo se puede revivir en el futuro? No hay tiempo solo hay uno, un eterno presente.

Entonces supe que eras tú.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario