Bajé del ómnibus
que me trajo de la provincia a la capital. Al desembarcar me volteé y te ayudé a bajar
los últimos escalones. Me sorprendí al verte, tenías otra forma de llevar tu
cabello, raya en medio y lacio, aunque de un tono oscuro como siempre. No me
percaté claramente de tu figura, el que tú descubrirías más tarde.
-Hay que ir a la oficina de correos que estar
cerca de aquí.
Yo por supuesto asentí.
-Pero antes tenemos que pasar por casa
porque me quiero dar un baño.
Entramos a la casa que estaba a un
bloque de la avenida. Entramos al recibidor, dos niñas de diez u once años
miraban la televisión. Nos saludaron, pero no perdieron la atención de lo que
estaban viendo. Me encaminé al baño por el lado posterior
de la casa y, parada en el umbral, totalmente desnuda me dijiste,
-No hay champú, vas a tener que comprar.
Vi tu desnudez, en contra luz de una luminosidad
blanquecina que entraba por una ventana posterior. Te mostraste tan natural y
desinhibida que me complació.
-Ya te lo traigo.
Sali a la calle a buscar una tienda y allí
el champú.
El barrio era de casas residenciales y
unifamiliares. Tenían un jardín en el frente y a los costados.
-¿Dónde encontraré una tienda?
Anduve por dos
cuadras y nada. Doblé a la derecha y diviso un pequeño
abastecimiento que estaba cerrando. Era las dos o tres de la tarde, una hora
muy temprano para cerrar. Talvez era domingo y por eso estaba cerrando. Realmente
todo me parecía extraño, El estar allí, teniendo dos hijas pequeñas y tú como esposa a la que aún no reconocía.
Me volví sobre mis pasos, pero esta vez
por la acera de enfrente. Al pasar vi a un establecimiento bien surtido con
compradores dentro. Me acerqué al dependiente y le pedí un champú. Me pidió que
esperara. Dentro unos parroquianos jugaban algo alrededor de una mesa. Con los
dedos disparaban unas fichas que pegaban a otras. No me parecía muy
emocionante. Volvió el tendero con mi pedido y me regresé.
Subí a la casa, las niñas seguían inmutables
viendo la tele. Me dirigí al baño. Noté que los
corredores eran del doble de ancho que del tamaño corriente. El techo tenía una
mayor altura. Lo que mas me impresionó es que la
casa toda estaba enchapada de mayólicas diminutas de color verde, amarillo, blanco
y un poco de azul, con un patrón ondulante, como si fueran olas. Me dio la impresión
de que estaba en la India, país donde nunca había estado.
Te encontré en el baño que tenía, tina,
ducha, sauna y lavabo. Era tan grande como dos salas juntas. Una mujer te
ayudaba en el baño, quien se retiró cuando ingresé.
Me di cuenta que el baño no tenía puerta, ósea era privativo de nosotros dos,
en esa ala de la casa.
Entonces te dije sin hablar.
-¿Cómo puedes ser tú? Puedes tener otro cuerpo, otro rostro, talvez otra
forma de ser, pero nunca hemos vivido antes en la India, así que no puede ser
un sueño de lo que he vivido.
-¿Tú crees que solo se puede revivir en
el futuro? No hay tiempo solo hay uno, un eterno presente.
Entonces supe que eras tú.
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