Andábamos en parejas por la acera izquierda de una calle de casas de dos
pisos, de estilo colonial. Las casas estaban bordeadas por un seto que alcanzaba
nuestros hombros. Al frente de las casas, a nuestra derecha se desplegaba un
bosque de altos pinos. Yo iba de la mano de mi esposa, tú y tu esposo caminaban delante. Sería fines de otoño pues vestíamos sacones y
pantalones de lana, azul marino y negro. Hablábamos caminando, comentando de
cosas. Yo iba detrás de ti y ansioso, me afanaba por verte, como si no lo
hubiera hecho por años, como si te hubiera extrañado una vida, pero no pude. Después
de andar un rato ideé una pregunta
que requería que me miraras. Me preparé para verte, me puse mi mejor y mas
encantadora sonrisa para recibirte. Te volteaste rápidamente, pero, ¡oh
sorpresa! lucías otro rostro, tan contrastante con
el tuyo. Nosotros frisábamos los cuarenta, pero tú volteaste
con la cara de una mujer de setenta, con cabello cano, incluso las cejas, con
tez clara adornada con arrugas. Y me miraste desafiante, como queriendo decir
…
-Me quieres ¿no? A ver si me quieres asi.
Querías derrumbar el gusto y amor que tengo por ti, pero ¡sorpréndete!
yo no corregí ningún gesto ni varié ningún músculo de la sonrisa afable y cariñosa que te acogió,
No hay comentarios.:
Publicar un comentario