¿Qué se siente estar en una completa oscuridad, andar sin ver, sin tener el sentido más preciado para guiarte, para guarecerte, para iluminar tu mundo y de repente te das cuenta que no puedes ver sin estar ciego, cuando es imperativo protegerte, pero te sientes desvalido, indefenso y encima, cuando más abres los ojos para ver más se inunda tu vista de una enceguecedora oscuridad? En tanto, a tu alrededor te acecha un enemigo de quien no puedes adivinar por donde el golpe te dará, mientras que tristemente tratas de mostrarte firme. No obstante, lo que haces es tantear en un mundo que, con la visión, solía ser tuyo, pero … no con el oído.
-¡Pum!
Una explosión remueve la casa,
luego se escucha un ajetreo. Se oye a Chullo insultar a alguien. Debo de salir.
La puerta sigue vibrando y la comienzo abrir despacio pero no veo nada. Solo
humo y un fuego en el centro de la sala y…
-¡No!
El no de Chullo atraviesa los
huesos de mi cabeza y suena dentro de mis sentidos para luego resonar como onda
expansiva por toda la casa. No debí abrir la puerta, me dije, pero ésta quería
abrirse sola. ¡Resiste! me digo, mientras humo se escurre por los costados de
la puerta.
-¡Ahhhhhhhh! –gritó Chullo.
La cara pálida y abatida de
Chullo que con su ojo bueno medio abierto se presenta ante mí y me espanta. Sus
labios susurran:
-Te-di-je-que-no-a-brie-rassss.
Chullo me empuja y cierra la
puerta. La percepción de que algo malo me acecha toma conciencia en mi mente
junto con un terror que se apropia de mi cuerpo. Quiero correr, pero mis extremidades
inferiores no obedecen mi mandato. La energía abandona mis extremidades y
débil, se retrae en mi pecho. Con algunas trizas que quedan de mi voluntad me
dejo caer al suelo, me arrastro hasta el baño, cierro la puerta con un puntapié
y espero resignado lo que fuera a pasar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario