martes, 11 de febrero de 2020

Adoctrinando a Raúl


-Kanchari, va haber una reunión de estudio con el grupo en el segundo piso de la facultad. ¿Quieres venir?
- ¿Cuándo va ser?
-Ahora mismo, estoy yendo pa’ allá
- Vamos- le dije.
Siempre había tenido a Raúl como un muchacho tranquilo y estudioso. Era de una provincia de la sierra de Lima, creo que de Oyón o Cajatambo. Aprendía lentamente, tenía una digestión intelectual lenta, como una boa. Pero luego de asimilar el conocimiento era inamovible en su posición, como un elefante. De todas maneras, se mostraba amigable, respetuoso, aunque circunspecto, rebosante de melancolía andina.
-¿Que estás leyendo? Le pregunto cuando me vio un libro que llevaba bajo el brazo.
- “Así hablaba Zaratustra”
- ¿De Nietzsche? Ese es un fascista
-Sí, me …
-Dio las ideas a Hitler de la raza única, de la super-raza y causo millones de muertos
-Yo tengo entendido que …
-Pregona una filosofía elitista, burguesa.
¿Has leído este libro?
-No, pero se cuál es el contenido de su pensamiento.
            Me quede sorprendido. Obviamente, el no había leído a Nietzsche. Y lo que se sabía es que Hitler había tomado ideas de su pensamiento y corrompiéndola la había adjuntado a su programa nacional socialista. Me di la idea que ni siquiera había leído eso. Y eso, para mí era un craso error. ¿Cómo podía opinar así de algo que no había leído?
Justo llegamos al aula 208 del segundo piso, eran casi las cinco y no había nadie.
-Hemos llegado un poco temprano. Esperemos a que llegue la gente- dijo Raúl.
Aprovechando esa “coyuntura”, determinante, pero sonriéndole le dije a la cara
-Raúl, voy a tomar un café, ya vengo.
 Bajo las escaleras, sin apuro, pero con prisa. Ya en el primer piso, por si las moscas, volteé el libro de Nietzsche que llevaba en la mano para que no se vea la tapa del libro y raudo fui a tomar un micro en la Venezuela.  
            Alrededor de un mes después llegaba a mi casa cuando enciendo el televisor y justo en ese instante dan un flash informativo y propalan las imágenes de los miembros de un grupo terrorista. Ingresan dos tipos despotricando contra el gobierno reaccionario. El tercer tipo entra escoltado por dos policías cubiertos con capuchas negras. Me sorprendí al reconocer ese rostro, esa figura y admití incrédulamente que era Raúl, quien con el puño en alto gritaba desaforadamente un mensaje que no entendí. Atrás quedo su figura introvertida y modosa. Extrañamente, aun sus expresiones de ira y protesta no lograban alcanzar el nivel de repulsión que otros notorios personajes lograban alcanzar pero que de todas maneras lo hacía miembro del grupo terrorista más sanguinario de toda la historia del Perú.

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