lunes, 10 de febrero de 2020

...de José Carlos Mariategui


Ormeño no avisa que teníamos una asamblea de estudiantes a las cuatro de la tarde en aula 225 en el segundo piso de la Facultad de Filosofía. Bueno, todo nos dirigimos allá. Allí, Ormeño pidió nuestra impresión de la labor que estaba realizando la dirigencia. Hubo ciertas discrepancias. Un estudiante opinó que no se había hecho nada con sacar al profesor de filosofía medieval que era también rector de la Universidad Ricardo Palma, a quien acusaban de retrógrado. Otro denunció directamente a la dirigencia de solo hacer proselitismo sin dedicarse realmente a solucionar los problemas de los estudiantes. Otro más acusó a la dirigencia sentada al frente, de usarlos para copar la dirigencia del tercio estudiantil. Por atrás, la gente murmuraba, que si salían elegidos otra vez, igual se iban a coludir con las autoridades de Kennedy. Al final, los dirigentes leyeron una lista de acciones que se iban a llevar a cabo, pero más parecía que nos habían convocado para asegurarse nuestro apoyo. Salimos caminando por el pasadizo que convoca a un tragaluz redondo que va del primer piso al tercero, Ormeño, Raúl, Lucho, el Charapa y yo. Ormeño nos decía que era necesario mantener la unidad estudiantil y que el triunfo de la línea más progresista del movimiento era la única garantía para conseguir nuestras reivindicaciones. Llegamos al tragaluz desde donde podíamos ver a los demás estudiantes caminando por el primer piso cuando ¡Boom! Sonó un cohetón de pólvora. Pude ver como caían panfletos como confetis desde el tercer piso. Eran de un grupo político que aun no tenía nombre. Y todos nos quedamos callados.

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