jueves, 7 de enero de 2021

¡Guíame Mabel! -XVII


                                                            XVII

Entusiastamente me conduje en la vida teniendo como candil que alumbraba mi camino a la ciencia. Todo bajo el sol yo lo confrontaba con el conocimiento científico; no solo los hechos naturales sino también sobre la naturaleza humana. Si saltaba alguna discrepancia, hacia lo que hace regularmente la ciencia, asumo que no existe, que no hay datos suficientes o no está suficientemente estudiado.

Pero en realidad esto no me libraba de conflictos y problemas en mi existencia. Aun así, persistí vehementemente y me aboqué en encontrar el inicio o el fin último de la realidad. La teoría de las cuerdas era la teoría que prometía dar la respuesta definitiva a todo, pero no llegaba a dar el último paso.

Tenía dieciocho años cuando me aventuré a recorrer el ultimo trecho. Estaba cerca, había alcanzado a los pocos que habían llegado hasta allí, a las puertas del inicio, donde se origina todo. No se divisaba nada más adelante, tenía que estar allí. Algunos se habían extraviado ya. Pocos siguieron adelante, ahí donde la energía se convierte en materia. Solo unos cuantos pasaron. Se agolparon hasta el filo de la realidad, donde se quedaron extasiados, sin querer nombrar lo que deberían constatar, el inicio, como estaba registrado en los Vedas, Gilgamesh, Ptahhotep. Yo no quise escucharlos, no quise escuchar a los que antes habían intuido a …, designado a.…. Dije no. Deje a los convertidos, a los patéticos y me adentré más. Apareció una planicie frente a mi y anduve por una senda pálida y árida, un desierto calcinante, frio y vació. La senda se fue estrechando más y más hasta dar cabida a solos unos pasos. Caminé, temeroso, vacilante y aturdido. Hasta donde estaba llegando ya no se podía ir con el cuerpo, sino con la mente. Llegué al fin de la senda, del todo, al borde de... ¡la nada!¡ la nada frente a mí!... ¡gélida!... ¡opaca! Pude ver algunos elementos sueltos, substancias sin forma, desperdicios del.… no, ¡no!

Después de una contemplación atemporal, torné, di vuelta, aun retumbando el ¡no es posible! en mi ser. Entonces, volví … derrotado.

                                             ***************

No hay comentarios.:

Publicar un comentario