XVII
Entusiastamente
me conduje en la vida teniendo como candil que alumbraba mi camino a la
ciencia. Todo bajo el sol yo lo confrontaba con el conocimiento científico; no
solo los hechos naturales sino también sobre la naturaleza humana. Si saltaba
alguna discrepancia, hacia lo que hace regularmente la ciencia, asumo que no
existe, que no hay datos suficientes o no está suficientemente estudiado.
Pero en realidad
esto no me libraba de conflictos y problemas en mi existencia. Aun así,
persistí vehementemente y me aboqué en encontrar el inicio o el fin último de
la realidad. La teoría de las cuerdas era la teoría que prometía dar la
respuesta definitiva a todo, pero no llegaba a dar el último paso.
Tenía dieciocho
años cuando me aventuré a recorrer el ultimo trecho. Estaba cerca, había alcanzado
a los pocos que habían llegado hasta allí, a las puertas del inicio, donde se
origina todo. No se divisaba nada más adelante, tenía que estar allí. Algunos
se habían extraviado ya. Pocos siguieron adelante, ahí donde la energía se
convierte en materia. Solo unos cuantos pasaron. Se agolparon hasta el filo de
la realidad, donde se quedaron extasiados, sin querer nombrar lo que deberían
constatar, el inicio, como estaba registrado en los Vedas, Gilgamesh,
Ptahhotep. Yo no quise escucharlos, no quise escuchar a los que antes habían
intuido a …, designado a.…. Dije no. Deje a los convertidos, a los patéticos y
me adentré más. Apareció una planicie frente a mi y anduve por una senda pálida
y árida, un desierto calcinante, frio y vació. La senda se fue estrechando más
y más hasta dar cabida a solos unos pasos. Caminé, temeroso, vacilante y
aturdido. Hasta donde estaba llegando ya no se podía ir con el cuerpo, sino con
la mente. Llegué al fin de la senda, del todo, al borde de... ¡la nada!¡ la nada frente a mí!... ¡gélida!... ¡opaca! Pude ver algunos elementos
sueltos, substancias sin forma, desperdicios del.… no, ¡no!
Después de una
contemplación atemporal, torné, di vuelta, aun retumbando el ¡no es posible! en
mi ser. Entonces, volví …
derrotado.
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