“Y pagaran sus
culpas los traidores”.
Traidores ha habido
en el transcurso de la historia conocida de la humanidad. Los mas conocidos son
los traidores que traicionan sus ejércitos, a su clan, a su grupo social, a su
gobierno, a su nación. Claro que hay traidores en el amor, en una relación o en
un matrimonio. Estos últimos no se toman con la gravedad que si se le asigna al
ámbito político o militar.
Cuando nuestros
políticos traicionan las promesas que hicieron en campaña electoral y ya en el
poder no las cumplen y por el contrario promulgan leyes que favorecen a específicos
individuos y corporaciones, no son tan censurados, ¿Por qué? Porque se aduce
que el motivo de la traición es por simple dinero. Y aunque es escandaloso y
condenable, por lo repetitivo en que se ha transformado, se tiende a
“normalizar”.
De lo que
esencialmente se le ha desprendido es de su juicio moral y ético.
Ya no hay un juicio
moral contundente porque la línea que separa lo bueno de lo malo es difusa, lo
bueno y malo se ha relativizado, depende de el fin de las acciones: el fin
justifica los medios.
Al haberse
relativizado los valores, el juicio ético pierde vigencia, ya no hay leyes
universales.
Pero el juicio que
nunca se debe de desechar es el juicio humano, que cada acción de una persona
afecta de alguna manera la vida de otra persona. Y finalmente hacer posible el
deseo de Pablo Milanés, el día en que “pagaran su culpa los traidores”.
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