domingo, 6 de noviembre de 2016

Cecilia IX



Muchas veces en la vida suceden cosas contrarias a lo que esperamos, hagamos lo que hagamos, las cosas se manifiestan siguiendo un plan, no el de nosotros.
Extrañaba tanto a Cecilia que quise comunicarme con ella a través de los sueños, como lo hacía antes. Me dormía pensando en ella. Llamaba su nombre en la frontera de la vigilia. Pero no venía, no venía.
Una noche me sumergí en mis sueños. Me vi en un amplio patio de escasa luz. La vi caminando con su hermana. La seguí y la pude separar de ella. Me acerqué dispuesto a hablarle. Sin decir una palabra me dijo que tenía que hacer. Caminamos lado a lado por la calle Capón donde un montón de bicicletas, cargadores y gente con paquetes transitando nos atropellaban al caminar. Tuvimos que andar en hilera hasta que encontramos una escalera. Subimos a un primer nivel y encontramos calles más anchas por donde corrían omnibuses rojos de dos pisos. Me dije que estábamos en Londres. Andando llegamos a la Plaza Trafalgar que me recordó a la primera cuadra del Paseo de La Republica. Nos sentamos y sin mirarme me habló:
-¿Por qué me llamas?
-Te quiero y sé que tú también me quieres. Quería verte, saber de ti.
No es posible vernos.
-Pero, ¿ni en sueños?
-Ni aun en sueños porque los sueños repercuten en la realidad. Para ti es fácil porque no tienes a nadie pero yo tengo un compromiso.
Le cogí la mano.
-No es justo que ni aun en sueños te pueda amar.
-No es cuestión de justicia, es cuestión de sacrificio.                                                        
     Le había cogido la mano pero no me miraba, miraba el horizonte, el cielo y el suelo pero no mis ojos. Me acerque más a ella, no se movió. Despacio aproximé mi rostro, mis labios buscaban sus labios. A un instante de besarla, sus ojos miraron los míos. En ese instante conocí de su dolor, su sufrimiento, angustia y temor. Pero también supe de su amor, de sus ansias de querer y ser querida, de ser feliz y vivir una vida que no había vivido hasta ahora. Cuando mis labios se juntaron con los de ella, cerró sus ojos. Y sentí como si hubiera besado a un espíritu.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario