Los
sueños que tuve de Cecilia impactaron dulcemente mi vida emocional y me
hicieron feliz. Pero también me trajeron tristezas.
¿Debería
de seguir creyendo en los sueños? Einstein declaró que la Teoría de la
relatividad fue inspirada en una serie de sueños que tuvo. Mendeleev concibió
la tabla de los elementos químicos por un sueño. Neils Borh desarrolló el
modelo del átomo basado en un sueño. Y el personaje que más recuerdo que
adivinaba sueños fue José, el personaje de la biblia quien interpretó los
sueños de un Faraón. Entonces, pensé, los sueños no son ni buenos ni malos de
por sí, sino lo que debemos de esperar del futuro, el cual tenemos que aceptar.
Me fui de mi país para olvidar. Y a pesar de la
distancia que me separaba de mi centro, mi norte siempre estaba al sur, adonde
volaban todos mis sentimientos.
Un día mi hermana me llamó
-¿Cómo
estás?
-Bien,
¿y tú?
--Bien
también. ¿Sigues pensando en Cecilia?
-Bueno….sí.
-Te
voy a contar algo. Cecilia habló conmigo. Me preguntó por ti, que como estabas.
-Quiero
contarte algo que a nadie he contado. Me dijo.
-Talvez
te sorprenda que te diga que siempre he estado enamorada de tu hermano. Desde
colegiala. Me alegraba verlo con su cara de pajarito malherido y su cabeza de
Astroboy.
Pensé
que me estaba jugando una broma pero prosiguió.
-Yo
le daba señas de que me gustaba pero nunca las entendió. Me gustaba mucho
bailar con él, sentirlo junto a mí, agarrando temblorosamente mi mano. Pero no
me hablaba. Mis amigas lo llamaban “el mudo”. Hubiera querido ser su enamorada
pero no sabía si sentía lo mismo por mí. Así que acepté al que hoy es mi
esposo. Pero no lo olvidé. Era la ilusión de mi juventud.
Cecilia
me dijo que cuando tú quisiste hablar con ella estaba pasando por malos
momentos. Y se pusieron las cosas peor cuando su esposo leyó el poema que le
mandaste. Se puso furioso y le echó la culpa a ella.
-Yo
nunca le di ningún motivo para que desconfíe de mí. Y echarme la culpa de haber
provocado a tu hermano fue bien injusto. Pero él es así, celoso sin motivo. Se
pone celoso cuando en las fiestas alguien me saca a bailar. Y me cela hasta con
mis tíos. Cuando tu hermano se acercó no creí en sus intenciones, y pensé mal. Pero
sus poemas los sentí sinceros y me hicieron pensar que podía existir alguien
que me podía querer de verdad. El día que vi a tu hermano me dijo que yo
guardaba un secreto, que sabía que yo tenía un secreto por un sueño que
tuvo. No sé cómo pudo saberlo o talvez
solo lo adivino. Porque si, tenía un secreto, el que te estoy contando. No soy
feliz con mi esposo. Soy esposa y madre pero siento que no soy yo. Varias veces
he hablado de separación con mi esposo. Hasta me he ido de casa dos veces pero
he vuelto cada vez que me prometía que iba a cambiar. Pero después de un tiempo
las cosas volvían a ser las mismas. Fíjate que yo misma no cumplo con mis
promesas. Me pongo una fecha límite para separarme definitivamente pero no la
cumplo.
-Debe
ser difícil-le dije.
-Es
una gran responsabilidad disolver una familia, aunque creo que podría ser lo
mejor para mis niños porque ya no verían las peleas continuas de sus padres.
Pero tampoco quisiera que pasen penurias y que no tengan la figura de un padre
en sus vidas. Talvez sea más fácil la separación cuando sean adolescentes.
También
hay otros motivos que hacen difícil el sepárame Al principio de mi matrimonio
mi esposo era bueno, me trataba bien y me daba muestras de consideración. Pero
después de los primeros años fue cambiando poco a poco. Se hizo
insensible, demandante, frio y seco, aun con sus hijos. Creo que pensar que él
pueda volver a ser como antes me hace mantener mi matrimonio. Tengo la ilusión
de que me vuelva a tratar como antes lo hacía. También algo en mí se rehúsa a
separarme: no me gusta aceptar la derrota. Eso sería aceptar que me equivoqué.
Por eso me esfuerzo. Renuncio a veces pero vuelvo a luchar por mi familia. Lo
curioso es que lo de tu hermano, a pesar de los problemas que me trajo, ha
ayudado a que mi esposo me trate mejor. Es como si se hubiera dado cuenta que
yo valgo mucho para alguien más y debe de cuidarme.
-Me
alegra mucho que salga algo bueno de algo tan malo –le dije y le desee buena
suerte.
Sentí un alivio al saber que Cecilia estaba bien.
También sentí algo dulce al enterarme que también me había querido, como yo a
ella. Pero me entristecí al darme cuenta que toda mi vida había sido un tonto
por no expresar mis sentimientos. Y algo me confirmaba, que Cecilia nunca
dejaría su matrimonio. Cecilia era de aquellas mujeres que se casan una vez en
la vida, para siempre, por más mal que le esté yendo. Y aunque ella supiese que
yo la quiero, mis palabras jamás llegaran a sus oídos.
Entonces tuve otro sueño. Soñé que andaba por un
camino en medio de un prado. El camino llegaba a una casa de dos aguas. Toqué
la puerta y me atendió una empleada. Abrió la puerta de par en par y pude ver a
Cecilia, al fondo de una habitación, con un vestido largo hasta el suelo. Me
miró un instante y luego lentamente su mirada la dirigió a un hombre que estaba
sentado a su lado. Era su esposo.
Supe
entonces que yo había ido a su casa por ella, para que se fuera conmigo. Pero
su mirada triste y abatida me decía que se quedaría con él para siempre.
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