Un colega me pidió que lo acompañara al
Sutep, al Sindicato Único de Trabajadores de la Educación Peruana. Estaba
buscando su nombramiento y el director del área educativa le había pedido que asistiera a una asamblea de
maestros en el local sindical del jirón Lampa. Son esos los medios que se vale
uno para conseguir una plaza. Yo ya lo sabía por haber entrado a trabajar por
una recomendación oportuna. Ahora tenía que ser solidario con uno de los
nuestros.
Fuimos al centro y entramos al local del
sindicato. Allí había como doscientos maestros reunidos. Llegamos tarde, la reunión
ya había empezado y no sabíamos de qué hablaban. Mi compañero preguntó a un
dirigente qué se discutía. Dijo que una propuesta para cambiar el currículo de
la educación secundaria e incluir la asignatura de materialismo.
-¡Eso es un despropósito! —dije.
-¡Shusss! No hablen tan alto que los
pueden escuchar los tuki-tuki.
-¿Quiénes son los tuki-tuki?
-¿No sabes, compañero?
-¡No!
-¡Los burritos!
-¿Los burritos?
-¿Quiénes son los burritos?
-¡Sendero!
-¿Sendero?
-¡Sí! El que habla es uno de ellos.
-¿Y?
-Pues hay que tener cuidado.
-¡Pero él es uno y ustedes tantos!
-Tú no sabes, compañeros; ellos están
infiltrados en todas las bases.
-Aun así, no son la mayoría.
-Pero están captando simpatizantes, si no
políticamente, a punta de terror.
-Pero ustedes son profesores, ¿cómo pueden
convencerlos?
-No entiendes, compañero.
En medio del patio, con poca luz, solo se
veían las sombras de los asistentes parados a contraluz. Hablaba un tipo
rodeado por unos cuántos más. Un poco más atrás estaba la audiencia en
silencio, silenciada.
Nos fuimos rápidamente, temiendo que el
silencio nos envolviera también.
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