jueves, 15 de junio de 2017

Valentín


Aquí está llegando la primavera, las plantas empiezan a florecer, los pájaros regresan a sus nidos y comienza a hacer un poco de calor. Los gusanos salen a buscar un lugar para prenderse y formar su capullo. Las abejas y abejorros vuelan con frenesí, proveyendo a sus panales.
Sí, la naturaleza canta en el sonido de los grillos y en la melodía de las aves. Y baila con los árboles y arbustos que adornados de flores multicolores, se bambolean al soplo del viento.
 Cuando el día está así, me dan ganas de no ir a trabajar y quedarme a caminar por las calles que son anchas y sin autos. Subir las colinas y ver el horizonte, donde la vista es hermosa. Y me digo a mí mismo: hay tantas cosas bonitas en la tierra. Pero es necesario que venga el invierno para apreciar la primavera.
¿Estará pasando el Perú un invierno que está durando ya más de medio milenio? Todo es gris ahora. Pero vendrán cosas hermosas y florecerán otra vez nuestras flores.

Me gustaría buscar la primavera en Perú, en un lugar remoto, a donde quería irme, de joven, a la sierra, arriba, en la cordillera, como el niño Ernesto. Y vivir en una casa de provincia, vieja, antigua, de puertas antiquísimas y nudosas y fierro forjado. Y sentarme en sillas de patas de león, de brocado de seda roja y tener el «Corazón de Jesús» colgando de un cuadro y «La última cena» en el comedor. Comer el pan hecho de trigo del lugar, con mantequilla y queso hecho en casa, con leche fresca de vaca. Y andar la cuesta de caminos de tierra que se enroscan en los cerros. Y hacerme viejo, con piel de miles de arrugas, las cejas canas y el ceño fruncido de tanto afanarme por ver. Y andar tembleque con un bastón de sauce. Metido en un pantalón lustroso de tantas bastas, porque me he achicado tanto. Y abrigado con un saco añoso con sus bolsillos colgando como nidos de pájaros y un pulóver de lana de alpaca y camisa de franela a cuadros, azul y blanca. Y con mi cabeza rala embutida en un sombrero de paño, andar y andar los caminos hasta caer muerto como árbol viejo que se desploma, de repente, como mi abuelo...

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