Aquí está llegando la primavera, las plantas empiezan a florecer, los
pájaros regresan a sus nidos y comienza a hacer un poco de calor. Los gusanos
salen a buscar un lugar para prenderse y formar su capullo. Las abejas y abejorros
vuelan con frenesí, proveyendo a sus panales.
Sí, la naturaleza canta en el sonido de los grillos y en la melodía de
las aves. Y baila con los árboles y arbustos que adornados de flores
multicolores, se bambolean al soplo del viento.
Cuando el día está así, me dan
ganas de no ir a trabajar y quedarme a caminar por las calles que son anchas y
sin autos. Subir las colinas y ver el horizonte, donde la vista es hermosa. Y
me digo a mí mismo: hay tantas cosas bonitas en la tierra. Pero es necesario
que venga el invierno para apreciar la primavera.
¿Estará pasando el Perú un invierno que está durando ya más de medio
milenio? Todo es gris ahora. Pero vendrán cosas hermosas y florecerán otra vez
nuestras flores.
Me gustaría buscar la primavera en Perú, en un lugar remoto, a donde
quería irme, de joven, a la sierra, arriba, en la cordillera, como el niño
Ernesto. Y vivir en una casa de provincia, vieja, antigua, de puertas
antiquísimas y nudosas y fierro forjado. Y sentarme en sillas de patas de león,
de brocado de seda roja y tener el «Corazón de
Jesús» colgando de un cuadro y «La última cena» en el
comedor. Comer el pan hecho de trigo del lugar, con mantequilla y queso hecho
en casa, con leche fresca de vaca. Y andar la cuesta de caminos de tierra que
se enroscan en los cerros. Y hacerme viejo, con piel de miles de arrugas, las
cejas canas y el ceño fruncido de tanto afanarme por ver. Y andar tembleque con
un bastón de sauce. Metido en un pantalón lustroso de tantas bastas, porque me
he achicado tanto. Y abrigado con un saco añoso con sus bolsillos colgando como
nidos de pájaros y un pulóver de lana de alpaca y camisa de franela a cuadros,
azul y blanca. Y con mi cabeza rala embutida en un sombrero de paño, andar y
andar los caminos hasta caer muerto como árbol viejo que se desploma, de
repente, como mi abuelo...
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