jueves, 3 de agosto de 2017

Te aprendí a odiar


Te aprendí a odiar de a pocos.
La primera vez que te vi fuiste algo indiferente para mí. Más rápidamente tu mal talante ganó mi antipatía. Lo que se apropió totalmente de mi mal inquina fue esa tu actitud injusta. Si claro, pude culpar todo eso a tu imprudente e impetuosa actitud de ganarte el mundo, tú, tan carente e inmadura.  Pero esa delgada pintura no cubría tus yerros. Aun tu sensual y contagiante sonrisa no me conmovía. Pero me atreví a visitar tu corazón, a sentirlo palpitar en el sístole y diástole del amor y del dolor. Y me estremecí.
Y cuando tu alma emergió la encontré bella y sabia. Y amé a tu ser. Si, así fue.
Y gusté de tu cuerpo y tu grácil figura también. Y de tus ademanes, tu mohín, tus gestos, tus arranques, tu impaciencia, tu ansiedad ¿y qué más?
En el tiempo te hiciste experta, hábil, fuerte. Para mi pesar mudaste de piel y de casa a la vez. Me quedó una tarea por hacer, desacostumbrarme de ti. No será fácil de hacer pero lo que será imposible de emprender es dejarte de querer.
                                         
                                        ***************************

No hay comentarios.:

Publicar un comentario