lunes, 3 de septiembre de 2018

El retorno al brujo



Bien entrado en años me dirigí a Pucallpa, al lugar que visité cuando tenía 17. Recuerdo que con unos amigos del colegio paseaba por la plaza de armas. Indígenas shipibas cobraban un dólar por dejarse fotografiar. Un hombre me llamo desde una esquina. Era un mestizo, delgado, despeinado y mal trajeado. Estaba semi- escondido, detrás de un árbol. Me acerqué.
-¿Quieres probar la ayahuasca?- Me preguntó con voz bronca, secretamente.
¿Tenía cara de  querer probarla? Me dije.
-¿Ah? –Le respondo.
- Tengo una cabaña en el recodo del rio, más arriba.
-¿Ah si?
- Vas a poder viajar a otros países, volar por el cielo como un águila.
-¿Verdad?
- Puedes conocer otros mundos, conocer el futuro, cuando vas a morir.
-¡Hecho!
-Te espero mañana temprano.
Y desapareció.
En la mañana me despierto temprano y le pido a mi amigo Pablo que me acompañe. Se queda callado
-¡Acompáñame!
-No voy, anda tu solo si quieres.
-No puedo ir solo, necesito alguien que me cuide.
-Suena peligroso. No sé cómo puedes ser tan confiado, podría ser una trampa.
-Es real!
- Pues anda.
Me quedé callado.
-Tampoco tú confías.
Tenía un poco miedo, me daba miedo morir drogado o intoxicado. Podía darme la locura de tirarme de un barranco o lanzarme al rio.
No fui.
Ahora cincuenta años después quería probar lo que quedo pendiente.
            Me dirigí al recodo que hace el rio a medio kilómetro de la Plaza de Armas. Ya todo está habitado. Solo queda la cabaña del chaman pegado al rio Ucayali.
Toque la puerta y esta se abrió.
-Pasa- Le escuche decir.
En penumbras me acerque al chaman.
-Siéntate.
-Gracias. He venido…
-Ya sé a qué has venido.
-Seguro.
-Por respuestas. Respuestas que no recogiste hace muchos años. Y has ido por el mundo buscando esas respuestas pero estas han estado siempre dentro de ti
-¿Y entonces?
-Las quieres escuchar fuera de ti. Las has leído en muchos libros pero tú las quieres vivas, que vengan del soplo de un espíritu para tu constatación y guardarlas y sellarlas dentro de ti.
Bebimos el té de ayahuasca. Mientras esperábamos que surtiera efecto me habló.
-Te diré primero que nosotros no nacemos, no morimos, somos inyectados en estos animales que llamamos humanos cuando nacen. Somos lo que llaman espíritus y estamos contados, no se forman nuevos, así es, desde un tiempo sin tiempo, saltamos universos, sistemas y planetas. Por eso no existe dolor o sufrimiento para nosotros. Si creemos que sentimos es porque nos apegamos duro con este cuerpo, con la vasija que nos contiene. Lo que está cerca de la carne se sensibiliza y comienza a experimentar los sentimientos y emociones. A esa parte la llamamos alma. Esto sirve para que veamos grato vivir en la tierra. ¿Alguna vez has sentido nada? ¿Has comido sin sabor? ¿Has besado sin pasión? ¿Has mirado el cielo, la gente, las calles y era como ver una piedra? Así es vivir sin alma, mejor es morir. No recordamos cuando éramos espíritu, sino, desearíamos morir.
-¿Por qué venimos?
-Para ser santos.
-¿Para qué si somos espíritus?
-Fácil es ser bueno si no tienes la tentación del deseo. Debes de ser bueno a pesar del deseo.
-El deseo ganará mientras vivamos en el mundo, ¿no?
-No. La naturaleza buena de tu espíritu debe de prevalecer en cualquier circunstancia.
-¿Pero por qué tiene que ocurrir eso?
-Porque una parte del Uno se escindió y quiso caer. Ahora quieren el retorno.
-¿Algunos espíritus han vuelto al Uno?
-No puede volver ninguno si no retornan todos, por más unos estén adelante. Aquellos regresan para ayudar a los más rezagados
-¿Hasta el alma de Hitler merecería ser salvado?
-De cierto te digo que el que no comprenda esto regresará constantemente a la vida hasta que entienda.
Entonces, entré en trance.

 en trance.

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