Ayer al acostarme a dormir tuve unas ganas intensas de estrecharte, pero tan fuerte que quería destrozarte con mis abrazos. Esa hubiera sido la única manera de saciarme de ti y así me dormí.
En mis sueños
me vi en una ciudad de provincia, con sus calles torcidas, su pequeña plaza
atiborrada de gente y vendedores ambulantes. Debía de tomar un ómnibus a la
capital. Fui al paradero cerca de la plaza y lo abordé, pero acompañándome iba alguien
de quien no me había percatado. Era una mujer joven, de unos treinta años, de
cabello negro ondulado que le llegaba hasta los hombros. Sabía que era un familiar de mi esposa,
algo así como una prima, talvez. Con mi vista buscaba asientos para los dos adelante
del bus cuando la mujer de repente me jaló para la parte vacía de atrás. Nos sentamos. Estuvimos
por un rato en silencio. De pronto, ella se inclina hacia mí y me besa en la
boca. Me sorprendí, aunque no atine a nada. La mujer se puso tan efusiva que se
abalanzó y se echó sobre mí, sin dejar de besarme. Con un extraño poder, salí de mi cuerpo y pude verla encima mío,
besándome, mojándome los labios con los suyos. Vi como su cabello negro caía
sobre mis hombros, su blusa blanca sin mangas y su jean azul. Vi que algunos
pasajeros se erguían para ver escena tan incomoda. Volví a mi cuerpo y me pregunté
¿porque esa mujer actuaba así? como si siempre me hubiera deseado a mí. En ese
momento pensé en ti y me desperté.
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