jueves, 9 de febrero de 2017

Cecilia XXI


Sabía que nuestro amor andaba por un nuevo sendero ya y el deseo nos empezaba a rondar. Mas no quería que nada pareciera abrupto, fuera de lugar. Así que para evitar que surjan temores y reparos de parte de ella, iba a decirle que no haríamos el amor hasta que no estemos seguro de nuestros sentimientos, que primero deberíamos compartir nuestros secretos, nuestros anhelos y nuestros miedos, prácticamente todo. Y se lo diría apenas tuviera la oportunidad.
Al día siguiente nos reunimos en Washington DC para tomar un desayuno en Starbucks, en la Avenida Connecticut. Cecilia vestía una blusa de tela hindú naranja, con mangas largas, unos pantalones negros y botines de color marron. El café estaba casi vacío así que nos adueñamos de él. Pedimos unos sándwiches y nos tocaba servirnos nosotros mismos el café.
Noté a Cecilia un poco extraña. Pensé que de repente le había incomodado el beso que le di ayer, en Paris. O que era alguna otra preocupación. ¿Qué seria? Tenía que saber el motivo pues eso me angustiaba mas.
-¿Cuántas cucharadas de azúcar le echas a tu café?
-Tres.
Cecilia se sentó en la mesa que habíamos reservado para los dos mientras yo me dirigí a un rincón donde estaba la cafetera y los dispensadores de azúcar, crema, servilletas y café.
Estando atareado escogiendo los vasos descartables, sentí a Cecilia acercarse detrás de mí. Me volteé cuando la percibí cerca. La vi y mirándome intensamente se me pegó a unos centímetros de mí. Y sin quitarme la mirada empezó a hacerme el amor. No, no supe que estaba pasando, pues no nos desvestimos, no teníamos los cuerpos desnudos, no había sudor, tampoco respiración entrecortada, ni gemidos ni “te quiero amor”. Solo sentí su mirada intensa posesionándose de mis ojos y un placer que se alcanza al mantener el acto sexual. Me empujó a una esquina, contra un mostrador. No nos movíamos, solo había placer, placer inesperado. Estaba turbado, extasiado, poseído y gozoso, todo a la vez.  ¿Cuánto duró? No lo sé. Solo sus ojos intensos poseyéndome y yo a punto de desfallecer. Luego su imagen se fue y desapareció.
Entonces entendí, que con la mirada Cecilia me había hecho el amor.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario