jueves, 18 de febrero de 2021

¡Guíame Mabel! - XXI


                                                        XXI

Eran casi incontables los significados que se mostraban en mi carta astral que me parecía imposible de entender. Porque no solo tenía que ver los planetas en el cosmos en el momento del nacimiento, la interrelación entre ellos, las casas que habitaban, los regentes de las casas en otras casas y el signo zodiacal donde se hallaban. Había más, el ascendente, el descendente y el mediocielo. Todo esto conjugado, incluyendo la luna negra o Lilith, el nodo sur y el nodo norte. Yo era un empírico que casi no entendía nada, solo lo esquemático, lo acentuado en mi vida, pero no los detalles. Me sentía como una persona que de repente maneja un auto sin saber conducir y que podía matarse o matar a alguien más. Pero no era algo que yo había decidido hacer, era el destino que me estaba alcanzando.

Dicen que cuando el alumno está listo el maestro aparece. Así es como repentinamente conocí a Julián, en la casa de una hermana adonde había ido a darle consejos por algunas cosas que pasaban en su trabajo. Julián tendría unos setenta años, pelo canoso, alto, con cintura de obispo. Me comentó que era astrólogo y le mencioné que yo estaba estudiando astrología. Me invitó a que le trajera algún trabajo que haya hecho.

En la siguiente ocasión que nos vimos le lleve el único trabajo que había hecho, mi carta natal. La miró por unos minutos y me dijo que estaba bien hecho. Me dijo que me cuidara mucho cuando manejara de noche y que en el futuro tendría mucha suerte con las mujeres.

- No es lo que más me interesa –Le repliqué.

- Pero no lo podrás evitar.

- Existe la voluntad para oponerse.

- Es cierto, muy cierto.

Me prometió que me iba comentar con más detalle de la carta la próxima vez que nos viéramos.

La siguiente vez que nos vimos le volví a llevar mi carta natal, un poco más elaborada.

- ¿Quién es esta mujer? – Me interrogó señalando a Lilith.

- Es mi esposa.

- No los veo juntos, no por mucho tiempo.

Luego comenzó a hablar de algo que fue poco creíble para mí. Me contó que cuando era joven, el destino había puesto un límite a sus días. Pero me dijo que uno puede alterar eso si la divinidad lo permitía. Y se lograba cambiando la longitud y latitud de donde residía, lo que significaba que tuvo que viajar a un punto geográfico opuesto de donde vivía. Eso es lo que hizo y por eso se mudó a mi país. No me convenció lo que dijo y lamenté que se haya explayado en ese comentario y que no haya explicado con más detalle mi carta natal.

Julián ando su propio camino y yo tuve que andar el mío. Puede decirse que sin tener conciencia se cumple en cada persona su destino.

Pasaron doce años desde que Julián me compartió su cambio de residencia para prolongar su vida. Yo estaba por viajar a un pueblo de Arizona cuando recibí un augurio de una psíquica.

- ¿Sabes que vas a morir? –me dijo

- Si, lo sé – Le dije secamente.

Dentro de mi tenía la intuición que mi vida estaba en riesgo. No era una voz que me lo decía, no era una luz que bajo del cielo, ni siquiera era un sentimiento ni un vuelco que dio mi corazón, era algo extraño, difícil de definir.

Al llegar a mi nuevo trabajo me asignaron una casa a diez kilómetros del lugar. Como me pareció un poco lejos, decidí buscar algo mucho más cerca. Por suerte encontré una casita a dos cuadras. La casa que no tomé la ocupó un colega junto con su familia.

Todo marchaba bien hasta que a los tres meses que me mudé, asesinaron a golpes al colega que tomó la casa que yo rechacé. Nunca encontraron a los asesinos, tampoco la policía puso mucho empeño en encontrarlos.

Entonces me acordé de Julián y su alocución sobre cambiar geográficamente de lugar para salvar la vida. Y me mudé a otro estado con el que había soñado visitar diez años antes.

 


 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario