Habíamos pasado el
cruce entre la Panamericana Sur y la carretera central. El ómnibus donde íbamos
a Arequipa estaba pasando la entrada de la urbanización Salamanca.
-Hermanito, ¡mira! En los setenta esto era un pampón ahora es una urbanización. Allí había antes una picantería arequipeña. Hacia cuy chactado. Un tío mío me llevó a comer y pedimos cuy. El camarero nos trae el cuy, yo veo el cuy y miro al mozo.
-Hermano, ¿Qué me
has traído? – le pregunto.
-Cuy chactado pe’,
paisano.
- Hermano, este no
es cuy.
Mi tío se quedó callado porque era de Ica, no tenia costumbre de comer cuy, pero yo si.
-¿Cómo no va ser? Nosotros
criamos cuyes.
-Este bien hermano,
pero este no es cuy.
-¿Cómo no va ser
cuy? ¡Es cuy!
-Mira hermano,
desde guagua he comido cuy, he criado cuy, he cocinado cuy, paso cuy, he
destripado cuy y me vas a decir que ¿este es cuy? No me hagas decir que es. ¿Quieres
que llame la policía?
-¡No, no! Disculpe,
ahorita le traigo cuy.
-No te voy a despreciar
porque tengo harta hambre, ¡tráime el cuy!
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