Así como hay buenos, brillantes e inteligentes jugadores de futbol también
hay mediocres sosos y regulares jugadores. Lo mismo ocurre con los
administradores de justicia que muestran un excelente profesionalismo pero que
son rebasados por una gran cantidad de fiscales, jueces y abogados que muestran poca capacidad de raciocinio, análisis
lógico y sentido común para tratar asuntos legales. Es por eso que vemos a
jueces y fiscales que liberan a delincuentes y asesinos probados y casos de corrupción
que no pueden manejar por falta de capacidad y preparación. Esto nos demuestra
que el problema que atraviesa la justicia no es la falta de leyes sino del factor
humano que no está a la altura de las circunstancias. Por ejemplo, el caso más
grande de corrupción, “El caso Odebrecht” fue develado en los estados Unidos en
diciembre de 2016 y sobre ese hecho se empieza a investigar formalmente en el Perú
a pesar que el congresista Juan Pari remitió al fiscal Pablo Sánchez el 12 de julio del 2016 un informe de las
irregularidades encontradas en su investigación de los sobornos de Odebrecht y
le solicitó que nombre
una comisión ad-hoc para que profundice las investigaciones, lo que no hizo.
Que sean fiscales y jueces titulados y nombrados no significa que sean
capaces. Todo lo contrario, revela incapacidad.
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