Un sábado, allá por el año 1972, una tarde apareció un
muchacho, como yo, en la televisión pública con una guitarra acústica. Se presentó
diciendo que venía de México y que iba a interpretar una canción de un tal
Silvio Rodríguez llamada “Oleo de una mujer con sombrero”. El sábado estaba
medio aburrido, era la época del gobierno de la revolución velazquista, y me
puse a ver la presentación del muchacho. De inmediato me impacto los arpegios,
los trémolos y la melodía introductoria de la canción. El tema no era fácil de
ejecutar, tenía muchos cambios de acordes. La canción tenía un estilo novedoso
y atrayente y me interese por tocar esa canción. Me entere que Silvio Rodríguez
pertenecía a la onda de la nueva trova cubana, que apoyaba la revolución cubana.
Nunca me intereso la revolución cubana pero quería tocar como ellos.
Silvio Rodríguez compuso “Oleo de mujer con sombrero” en
1970 y no se grabó hasta 1978.
¿De qué trata?
Trata del rompimiento de una relación sentimental, del
alejamiento de la mujer. La relación es contada en pasado, lo que vivió la
pareja, del amor pasional que tuvieron “se ha perdido esta bella locura, su
breve cintura debajo de mí”. “La luz que promete dejarnos a oscuras” es la
soledad en que quedara el hombre cuando se vaya su compañera, la nostalgia, la
noches solitarias que sufre “veo un perro ladrando a la luna con otra figura
que recuerda a mí”. La estrofa más interesante es “La cobardía es asunto de los
hombres, no de los amantes. Los amores cobardes no llegan a amores, ni a
historias, se quedan allí.
Ni el recuerdo los puede salvar, ni el mejor orador conjugar”. El amar implica tener valor, arriesgarse a sufrir, solo los que aman originan historias y admiración. Los que no, son simplemente hombres. Los otros versos interesante “y yo, que no soy bueno, me puse a llorar. Pero entonces lloraba por mí, y ahora lloro por verla morir” nos dice que su sensibilidad lo abate, que le es duro soportar el rompimiento pero que le ayudaría más si pudiera olvidarla.
Ni el recuerdo los puede salvar, ni el mejor orador conjugar”. El amar implica tener valor, arriesgarse a sufrir, solo los que aman originan historias y admiración. Los que no, son simplemente hombres. Los otros versos interesante “y yo, que no soy bueno, me puse a llorar. Pero entonces lloraba por mí, y ahora lloro por verla morir” nos dice que su sensibilidad lo abate, que le es duro soportar el rompimiento pero que le ayudaría más si pudiera olvidarla.
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