jueves, 1 de diciembre de 2016

Cecilia XI





Las hojas del calendario las sopla el viento y se va llevando los años. Los días pasan por mi vida pero yo no me muevo, me estoy quieto. Veo que el tiempo viene hacia mí y me traspasa,  roza mi cuerpo y lo va degradando poco a poco. Pero mi mente esta quieta. Solo mis sentimientos fluyen. Veo gente que se mueven con los días, sujetas al tiempo. Sus mentes están inquietas y se mueven erráticamente. No me tientan, que de mí se desentiendan. Para que no se ocupen de mi finjo trabajar con mucho ánimo, pretendo sonreír con sus logros y celebro sus afanes.
Tranquilo en mi camino vuelvo la vista atrás para apreciar lo que he andado ya, y adelante para considerar lo que aún me falta andar. Una convicción simple y clara me acompaña en mi jornada. Puedo perder todos mis ideales, pueden derrotar todos mis pensamientos pero no abatirán el saber que magia es la fibra con que estamos hechos. Por eso sonreímos y nos asombran los momentos maravillosos que tenemos. Salimos en esos instantes del marasmo que nos aprisiona, de la rutina de la vida y de lo prosaico de las cosas. Por eso nos gusta soñar pues con ellos nos adentramos al mundo inmaterial y etéreo donde se place nuestra alma. Por eso necesitamos amar porque con el amor cruzamos el umbral de la realidad en cuerpo y alma y ya no necesitamos soñar. Maravíllate de las cosas bellas que tengas tus días pues ella traen la magia a tu vida. Puede ser un amanecer soleado, la lluvia matinal, alguna flor en el jardín, una sonrisa que te fascine, una mirada que te inquiete. Es la única forma de sentirse vivo.
Amar es lo deseado pero también es complicado. Muchos pensamos que el amor es algo automático, que nos pasa y de la cual no tenemos control. Nos damos cuenta que debemos esforzarnos para encontrar el amor en la vida pero el no saber qué cosa es nos lleva a encontrar algo equivocado en cambio. Por eso, muchas veces sustituimos el amor por algo que no es, como seguridad, aceptación, protección, amabilidad o deseo. Algunas veces, la necesidad de amor nos hace crear la fantasía de que somos queridos. Y cosas muy tristes ocurren cuando encontramos algo equivocado envés de amor. ¿Podemos llamar amor cuando somos constantemente ignorados, controlados e insultados por la persona que dice amarnos?
Mi incapacidad de contestar esas preguntas sobre el amor me hizo buscar libros sobre el tema. El primer libro fue encontré fue “El arte de amar” del psicólogo Eric Fromm. Lo leí cuando tenía diecisiete años. El libro me dio una visión muy diferente de la idea común que tiene la gente del amor. Básicamente decía que amar es una arte que requiere esfuerzo y conocimiento; que es un error el creer que el amor se basa en encontrar alguien que lo ame en lugar de amar a alguien; que el amor no es cosa de suerte y que se encuentra al azar. La gente piensa también que no hay nada que aprender del amor, que viene por algo natural. El autor nos dice que el primer amor que experimentamos en nuestra vida es el amor de la madre, del cual nos separan al nacer. Por ende, necesitamos del amor para conectarnos otra vez con otro ser y poder vivir. En el desarrollo del amor sentimos primero el amor infantil, el “amo porque me aman”. Luego pasamos por el amor inmaduro, el “te amo porque te necesito”. Finalmente sentimos el amor maduro, el “te necesito porque te amo”. El amor para Fromm es un compromiso que implica expresar respeto, consideración y cuidado al ser amado.
Una idea más sugerente del amor la que encontré en el libro “El banquete” de Platón quien relata la fantástica concepción antropológica de Aristófanes sobre el amor. Dentro de la mitología griega se creía que no eran dos los sexos, sino tres: femenino, masculino y andrógino. Los seres masculinos tenían forma redonda pero de naturaleza doble: dos caras opuestas, cuatro brazos, cuatro piernas y el sexo lo tenían doble. De manera igual, los seres femeninos lo tenian todo doble. Los seres andróginos también tenían todo doble pero el sexo que tenían era masculino y femenino. Estos seres eran muy fuertes y atentaron contra Zeus quien los castigó dividiéndolos en dos. Los seres humanos ya divididos querían volverse a juntar con su otra mitad pero no podían y sufrían mucho y morían de hambre por esa pena de estar separados. Al ver esto Zeus hizo que los sexos concordaran de tal manera que si las mitades separadas eran masculino y femenino pudieran tener sexo y reproducirse y si las mitades eran del mismo sexo al menos podían contentarse teniendo placer. Desde esos tiempos los seres humanos siguen buscando en la tierra a su complemento.
Cierto que es una idea fantástica pero explica porque nos pasamos la vida buscando nuestra otra mitad y porque nos sentimos convencidos de que hay una sola persona en el mundo que nos haría sentir un ser completo.

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