miércoles, 14 de diciembre de 2016

Cecilia XII


-Escogí al hombre equivocado como esposo. Debo de reconocer mi error. Era muy joven y quería dejar de ser hija, dejar la tutela de mi padre, dejar la casa familiar para tener mi propia casa, mi propia familia y ser independiente. No tuve experiencia, solo tuve un enamorado quien se convirtió en mi esposo. Pero me engañe, pase a depender de mi esposo. Tengo una familia, dos hijos pero no soy feliz.
-Cecilia, tu experiencia de vida es común entre las mujeres de nuestra generación. Es cierto, queríamos vivir nuestras propias vidas, pero también estábamos condicionadas por las costumbres que la sociedad esperaba de nosotras. No tener muchas relaciones sentimentales era lo mejor, inclusive si llegabas virgen al matrimonio era lo esperado.
¿Cuándo te diste cuenta que algo no estaba bien en tu matrimonio?
-No te puedo decir exactamente cuando. Ocurrió poco a poco. Me di cuenta claramente cuando ya no me hallaba contenta conmigo misma. Es como si a través del tiempo, poco a poco hubiera dejado de ser yo. De repente me di cuenta que me sentía mejor con amigos y familiares, con quienes reía y bromeaba, que junto con mi esposo. Al principio pensé que renunciar a mi forma de ser era un sacrificio que toda persona casada debía de hacer por la armonía del matrimonio. Pero veía que mis amigas no tenían que hacer ese sacrificio y mucho menos lo hacia mi esposo. No me sentía a gusto con mi papel de esposa sacrificada. Pero ya no podía ser yo. Y lo peor, es que se me hacía cada día más difícil representar mi papel frente a los demás. Entonces encontré en el licor una ayuda para estar contenta y mostrarme feliz en mi matrimonio. Lo contradictorio es que yo al principio censuraba a mi esposo que tomara, lo que ahora yo he aceptado como necesario para sentirme bien.
-¿Recuerdas algún detalle preciso?
-Me empezó a incomodar que mi esposo corrigiera algo que decía o que hacía que a él no le parecía adecuado. Yo aceptaba eso pensando que se debía al amor que me tenía lo que le animaba a querer que yo me superara como persona. Pero cuando yo le sugería algo, él no la aceptaba. Así, poco a poco llego a controlar mis actos y mis pensamientos.
-¿Por qué lo dejaste?
Porque pensé que era más inteligente que yo. De alguna manera me lo hacía saber. Cada vez que discutíamos por algo, yo siempre terminaba aceptando que era mi culpa.
-Amiga, siento mucho que no seas feliz. Voy hacer todo lo posible para ayudarte. Primero déjame decirte que tú misma te has percatado cuales son los problemas que atraviesa tu matrimonio. Esa es la parte más difícil y es el comienzo para encontrar la solución. Por eso te felicito y juntas vamos a encontrar el modo de cambiar tu situación para bien.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario