jueves, 22 de diciembre de 2016

Cecilia XIV



Lo que empezó con una desesperación por encontrarme con Cecilia devino en afición emocionante.
La primera vez que me encontré con Cecilia en sueños fue de un modo intuitivo. No sabía que podía comunicarme con la persona que quería mediante el sueño. Varia veces me llegué a encontrar con ella pero resultó que fue de casualidad. Por eso no pude hacerlo después y desconocía el porque. Y es que no era en realidad en el sueño en donde me encontraba con Cecilia. Era tomar el mismo camino que conducía al sueño para luego desviarme. Entonces la llamaba al paraje más bello y apacible imaginable. Si la persona convocada te escucha y acepta tu llamado, entonces va hacia ti. Y así me encontré con Cecilia. Entonces supe que no la podía encontrar más. Cecilia no deseaba verme.
            Pero me hice hábil en dirigir y gobernar mis sueños. Podía entrar en los sueños a voluntad. Y estando en medio de un sueño cambiarme a otro, decidir qué hacer, a mi discreción. Dentro del sueño podía volar, tener cualquier habilidad, ser cualquier profesional, un doctor, un policía, un espía, un vagabundo, cualquier persona. Al principio fue muy difícil. Me despertaba en medio del sueño cuando me daba cuenta que estaba soñando. Algunas veces los sueños me angustiaban porque eran desagradables, otros eran muy placenteros, demasiado placenteros. Pero después de mucha práctica y error, poco a poco me hice maestro de mis sueños.
Lo difícil al empezar fue el recordar los sueños. Se me iban de la mente apenas me despertaba. Trataba de apuntarlos cuando me despertaba pero mientras me despabilaba, el sueño se me escapaba. Era frustrante, pero como todo en la vida, la disciplina y constancia me permitió alcanzar mi objetivo.
Aunque Cecilia no quería verme ni en sueños,  yo no me rendía. Pero ¿Dónde encontrarla?
Una noche, en sueños fui a casa de sus padres. Toqué la puerta y salió su hermano.
-¿Dónde está Cecilia? Pregunté.
No quiso responderme.
-¿Dónde está Cecilia? Volví a preguntarle.
Instantáneamente me vi sentado en una mesa con su hermano hablándome de futbol. Salí de mi cuerpo y observé que yo le seguía la conversación pero mi yo voló alrededor de la casa para ver si la encontraba.
Otra noche, en mis sueños volví a buscarla a la casa de sus padres. Pensé que se ocultaba de mí dentro de la casa. No toqué. Miré desde enfrente de la calle. La noche estaba oscura  pero pude distinguir la ventana de su cuarto. Espere pues ella solía atisbar la calle de tanto en tanto. Pero no salió. En el siguiente sueño me atreví a buscarla a su casa, donde vivía con su esposo. Ya no me importaba si eso causaba un problema. Toque repetidas veces y nadie acudía a abrir la puerta, a pesar de que toda la casa, el primer y segundo piso, estaba iluminada, como si fuera una casa fantasma.

Me fui desilusionado, desesperado y frustrado. Y tristemente convencido de que no había nada que podría hacer para encontrar a Cecilia.

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