Lo que empezó con una desesperación por encontrarme
con Cecilia devino en afición emocionante.
La primera vez que me encontré con Cecilia en sueños
fue de un modo intuitivo. No sabía que podía comunicarme con la persona que
quería mediante el sueño. Varia veces me llegué a encontrar con ella pero resultó
que fue de casualidad. Por eso no pude hacerlo después y desconocía el porque.
Y es que no era en realidad en el sueño en donde me encontraba con Cecilia. Era
tomar el mismo camino que conducía al sueño para luego desviarme. Entonces la
llamaba al paraje más bello y apacible imaginable. Si la persona convocada te
escucha y acepta tu llamado, entonces va hacia ti. Y así me encontré con
Cecilia. Entonces supe que no la podía encontrar más. Cecilia no deseaba verme.
Pero
me hice hábil en dirigir y gobernar mis sueños. Podía entrar en los sueños a
voluntad. Y estando en medio de un sueño cambiarme a otro, decidir qué hacer, a
mi discreción. Dentro del sueño podía volar, tener cualquier habilidad, ser
cualquier profesional, un doctor, un policía, un espía, un vagabundo, cualquier
persona. Al principio fue muy difícil. Me despertaba en medio del sueño cuando
me daba cuenta que estaba soñando. Algunas veces los sueños me angustiaban
porque eran desagradables, otros eran muy placenteros, demasiado placenteros. Pero
después de mucha práctica y error, poco a poco me hice maestro de mis sueños.
Lo difícil al empezar fue el recordar los sueños. Se me
iban de la mente apenas me despertaba. Trataba de apuntarlos cuando me
despertaba pero mientras me despabilaba, el sueño se me escapaba. Era
frustrante, pero como todo en la vida, la disciplina y constancia me permitió
alcanzar mi objetivo.
Aunque Cecilia no quería verme ni en sueños, yo no me rendía. Pero ¿Dónde encontrarla?
Una noche, en sueños fui a casa de sus padres. Toqué
la puerta y salió su hermano.
-¿Dónde está Cecilia? Pregunté.
No quiso responderme.
-¿Dónde está Cecilia? Volví a preguntarle.
Instantáneamente me vi sentado en una mesa con su
hermano hablándome de futbol. Salí de mi cuerpo y observé que yo le seguía la conversación
pero mi yo voló alrededor de la casa para ver si la encontraba.
Otra noche, en mis sueños volví a buscarla a la casa
de sus padres. Pensé que se ocultaba de mí dentro de la casa. No toqué. Miré
desde enfrente de la calle. La noche estaba oscura pero pude distinguir la ventana de su cuarto.
Espere pues ella solía atisbar la calle de tanto en tanto. Pero no salió. En el
siguiente sueño me atreví a buscarla a su casa, donde vivía con su esposo. Ya no
me importaba si eso causaba un problema. Toque repetidas veces y nadie acudía a
abrir la puerta, a pesar de que toda la casa, el primer y segundo piso, estaba
iluminada, como si fuera una casa fantasma.
Me fui desilusionado, desesperado y frustrado. Y
tristemente convencido de que no había nada que podría hacer para encontrar a
Cecilia.
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