miércoles, 4 de enero de 2017

Cecilia XVI



Una noche andaba en mis sueños por un amplio boulevard que tenía jardines con flores multicolores a cada lado de la vía. Artesanos de diversos países estaban instalados a lo largo del paseo. Había blusas con motivos florales, ponchos y bufandas de Otavalo; de Colombia se exhibía cestería. Panamá mostraba sus molas  Argentina estaba representada por su talabartería. El clima estaba agradable, fresco y soleado. Paseaba tranquilo y seguía recorriendo los demás puestos, disfrutando del día primaveral… cuando apareció Cecilia. Mi corazón dio un brinco. Ni soñando en sueños me hubiera imaginado verla.  Y estaba allí, caminando hacia mí. La vi linda, muy linda, más linda que nunca. ¿Por qué? Me pregunté. ¡Ya sé! Era porque sonreía. Vestía un jean gastado y una blusa de un amarillo canario. Y algo inusual, su cabello lo llevaba suelto sobre sus hombros. Asimismo, siempre identifiqué el color amarillo con alegría, con inteligencia. Era indudable que así Cecilia deseaba mostrarse ante mí.
-Hola Cecilia.
Le sonreí. No quería decir nada que estropeara este mágico momento.
-Hola- Me respondió y antes que pudiera replicar a su saludo dijo:
-Quiero hacer las paces contigo.
-Cecilia, nunca nos hemos enemistados – Le dije.
-Lo sé. Pero sé que me has estado buscando por todas partes y por muchos años. Y yo me negué a que me veas. Pero ya no me voy a esconder de ti.
-Te busqué porque ya no podía vivir sin ti, sin saber de ti, sin verte, al menos en mis sueños.
-Yo también quería verte. Me resistía a hacerlo pero más pudieron mis sentimientos. Pero también porque comprendí que mi espíritu no pertenece a la realidad sino a los sueños. Y aquí estoy.
En ese instante sentí un impulso y la abracé y Cecilia me abrazó. Otra vez pude reconocer con mis manos su talle, su torso y su aroma y el roce de su cabello en mi rostro. Me estremecí un instante y luego me colmó un sosiego. Nos soltamos y empezamos a caminar por el boulevard tomados de la mano. De pronto con una sonrisa (Dios, como amo esa sonrisa) Cecilia tuvo una idea. Se paró frente a mí, como retándome y dijo:
-¿Qué tal si empezamos todo de nuevo?
No titubeé.
-Fantástico - Le dije.
Volvimos a ser chicos de nuevo y regresamos a la fiesta cuando nos conocimos por primera vez. Era Febrero y en una fiesta de carnaval nos vimos. Cecilia llevaba un vestido blanco estampado, hasta media rodilla con unos zapatitos bajitos. La saque a bailar apenas escuché Aubrey. Tomé su mano y bailamos en el centro del salón. Aspiré su perfume de nuevo al abrazar a ese ser encantador ¡Qué lindo se sentía estar cerca de un amor tanto tiempo anhelado! Y ahora si le hablé.
-Mi siento feliz de bailar contigo y de sentirte tan cerca.
-Yo también me siento contenta.
Terminando la canción le pregunté si le gustaría pasear por el parque.
-Ya pues.
Y súbitamente estábamos andando por la explanada del Parque Guell. Parecía un parque para niños, con casas de colores, como de cuentos de hadas. Nos sentamos en una banca ondulada que semejaba una serpiente agigantada. Y nada más se me ocurrió que comiéramos algodón. Y le pedimos dos a un vendedor y nos fuimos andando, comiendo algodón de azúcar con forma de una flor.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario