miércoles, 10 de agosto de 2016

El profe


Cada vez que el profe entraba a su cuarto colgaba en un clavo de detrás de la puerta la cara que usaba para ir a trabajar. Después abría el cajón del velador y dejaba que sus sueños volaran y se posaran en las cosas. Luego se sentaba y ojeaba esta realidad y no le gustaba. Entonces rompía el espacio moviendo las cosas, los muebles, buscando la manera insólita para quebrar el orden y abrir una grieta  para dejar deslizar un poco de irrealidad a su cuarto. Pero casi siempre usaba el sonido. Simple. Grababa una canción y lo mantenía repitiéndola tantas veces hasta que se transportaba a otra dimensión. Con “El sonido profundo de los Andes” andaba por la planicie del altiplano, a orillas del Titicaca. Con pasos de gigante cruzaba el tiempo y habitaba con Inkas y Collas.
-No hay que ser profeta para avizorar el futuro que le acecha a la humanidad. Los recursos menguaran y estarán a disposición de los pocos privilegiados que pueden pagar y sostener su status. La mayoría de la humanidad será vista como pasajeros de segunda clase.                                                                                      
-¿Cuándo crees que sucederá eso? Pregunto Abel desde Skype, un peruano convertido al adventismo desde el catolicismo, al mormonismo desde el evangelismo y finalmente al Islamismo.                                 
-En treinta a cincuenta años.                                                                                                -¿Y es que la gente es ciega? ¿No ven lo que está pasando? Abel había viajado a La Meca con su familia por motivo del Hajj. Chateaba con el profe cada vez que lo veía activo en el chat.                                           
-Claro que se dan cuenta. Miran la educación que ya no educa y menos sirve para asegurarte la vida. Se dan cuenta que comen menos y mal. Se dan cuenta que los más ricos son los más tramposos y más ladrones. Y que las leyes y los acuerdos son hechas por los poderosos para su provecho.
Echando sus 74 años a cuestas y con su andar chaplinesco el profe cruza la pista hacia Camana. Tiene que tener paciencia con la gente apurada y los carros encabritados. Sube hasta Bolivia y tuerce a la derecha para cruzar luego y entrar al Palacio del Chilcano, donde pide un menú de cinco soles. ¿Que tenemos? sopa de casa, lentejas y refresco. Es otoño y hace un poco de frio. La sopa caliente le caera bien.

-¿Pero porque no reaccionan? ¿Por qué no hay una revolución mundial, no para instaurar el comunismo, sino para defender su destino?
-Porque han cedido su destino a una autoridad auto-autorizada que decide por ella y que les ha prometido un futuro mejor. No pueden hilar los cabos. Al no comprender se contentan con lo que el sistema les tira: pan y circo. Luego será migas y mucho más circo.
El profe sintió como si hubiera cogido un cable pelado y se hubiera electrocutado  cuando por primera vez  la vio, sentada en el pupitre de enfrente, con una mini y sus hermosas piernas ligeramente abiertas. Había correteado a Beatriz Chipoco desde el curso de Derecho Constitucional. Ahora en el curso de Filosofía tendría su última oportunidad. La cito en casa de Ernestina pero no llego y de la que se salvó porque el rapto de las Sabinas hubiera sido como una zapatilla. Pero los amores verdaderos no los vencen ni los fracasos ni los años. Tampoco al reuma. Y a su edad el reuma y la ciática se habían vuelto sus únicos amores verdaderos. Y estaba allí, allí, para quererla, sentado sobre una piedra, esperando mil horas, en la esquina de Conde de Superunda con el jirón de la Unión para llevarla por fin a su cuartito,  a su nidito de amor.

-¿Sera por eso que desde los tiempos bíblicos se anuncia el fin del mundo, porque vislumbraron que este tipo de mundo solo podía terminar así?
-Por un apocalipsis natural o un cataclismo social. Yo lo puedo ver, no hay que ser profeta ni futurólogo.

“No hay primera sin segunda” y “a la tercera va la vencida” habían pasado ya. El profe se esperanzaba ahora en el ”no hay quinto malo”. Debía de idear algo para que su deseo fructificara. No tenía dinero ni tenía juventud para impresionar a Beatriz. Debía de echar mano a lo que poseía en abundancia, palabras. Y le hizo llegar un poema:             
Es imposible no enamorarme de usted
Tanto como no es posible echar atrás el tiempo
ni las leyes del universo.
Puesto que es humana mi condición
me es imposible no amar,
por eso me atrevo a pensar
que es inmoral el no quererle.
Y no digo creced y multiplicaos,
sino que también estamos hechos
para no ignorar la belleza.
Pero estoy de acuerdo que de lo bello
no hay un único patrón.
Pero actuó como dicta el corazón
y todo lo que haga ver el mundo bello
es bueno y la quiero por esa razón. 

El fin del mundo le llego a Abel a las nueve en punto. Y fue una bola de fuego que pulverizo sus carnes y sus huesos en un santiamén. Y junto con él, Esther y su hijo Saúl. El Armagedón bíblico estalló luego de encomendar sus plegarias diarias con la frente hacia el poniente. El juicio final les llego en una guerra premeditada y santificada. Y dieron la orden de combate y las cabezas rodaron por miles en un campo de batalla desierto. Brazos desmembrados empuñaban unas lanzas que acometían a un enemigo ausente. A mil grados centígrados, todo, fuego, arena, sangre, cuerpos se volvieron tan solo polvo ardiente.

            EL paraíso se abrió celestial y luminoso ante los ojos del profe cuando la tersa y juvenil Beatriz le abrió su corazón y le infundio la chispa de la vida. Su ser fue del principio al fin del mundo. Voló cabalgando mundos, rozando estrellas Pero también sintió creación y destrucción, vida y muerte, todo a la vez.
Al fin el profe exclamo:
-¡Triunfo!

  
MMK
                                       

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