lunes, 26 de septiembre de 2016

Luz Casal - No me importa nada





Cuando una relación sentimental se agria, se convierte en otra cosa. En la canción “Y no me importa nada”, se convierte en una contienda, en una mascarada, tras de la cual se esconde los verdaderos sentimientos. Al echarse a perder la relación, los sentimientos beneficiosos, agradables, sinceros se trastocan en hiel, se maquillan porque aún no se ha roto definitivamente. Cierto que ya no hay esperanza, hay la aceptación de la agonía del amor. Y no se logra romper definitivamente porque se finge las emociones. Y la manera de lidiar con las mentiras de la pareja es la reacción de la mujer, que supera los engaños del hombre jugando no solo con sus engaños, sino con la convicción del hombre que cree que le están creyendo. Es el juego del gato con el ratón por el nivel en que ha descendido el amor. El hombre recurre a la carta preferida del género masculino, la pasión, el amor sensual y como lo usan para turbar a las mujeres. Pero, aunque le sorprenda, ya no representa nada para ella porque si la mujer no siente amor, la pasión es una necedad. En este conflicto aun inacabado, es menester cuidarse y no salir herida. Por eso ella nos cuenta que es muy cuidadosa y no se deja embaucar. Y en esa lucha de dos oponentes, ella se cuida de no recibir golpes dañinos, como los que se dan en el boxeo, cuando los púgiles se enfrascan en darse golpes a casi nula distancia, en el in-fighting, “en las distancias cortas”. Porque ella no es una “novata”, sabe cómo jugar esa pelea. Al final, la indiferencia total que asume la mujer ante todo el vano despliegue de subterfugios del hombre es su victoria final.

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