I
Estaba en una fiesta a la cual fui a regañadientes,
para acompañar a mi hermana, no a la menor pero a la mayor y estaba aburrido y
malgeniado mientras todos se divertían. Hasta que la vi.
La vi pero no pude fijar su mirada
elusiva, esquiva. Mas luego la apresé con mis ojos y fue mi perdición. Por
ellos entró el deseo en mí, el querer estar con ella, el querer hablar con
ella, el querer mirarla totalmente y profundamente y el querer saber cómo se
siente el mundo alrededor cuando se está al lado de ella. Desdicha fue que eso
nunca ocurrió, jamás pasó.
En medio del salón bailamos una canción
acerca de una chica singular con un nombre singular, de un amor que nunca floreció.
Si hubiera sabido en ese instante lo que supe años después me hubiera ahorrado
tantas lágrimas de desamor. Pero en ese momento la tenía junto a mí y era eso
lo que importaba. Era mío su cabello que rozaba mi mejilla, era mío el perfume
que irradiaba su cuerpo y era mío su manita atenazada por la mía. El final de
la canción me sorprendió en un trance, de perdido, de ido, de alucinado. Dejamos
de bailar y nos alejamos. ¿Qué me paso?
Debí de haberle hablado, preguntarle si la podía llamar, si la podía
invitar a pasear, ¡tonto de mí! La busqué para bailar otra vez pero se había
ido ya.
Sin embargo ya había abierto una
grieta en mi realidad por donde poco a poco iban escapándose mis pensamientos. Nada
estaba ya en mi voluntad. Me oculte en el lado oscuro de la luna, donde no me llegara
ningún rayo de su sol. Degradé su ser a la no existencia y resolví ignorarla.
La veía desde otra dimensión, sus palabras no llegaban a mis oídos, se desplomaban
al suelo.Diluía su figura y la tornaba transparente. Así la fui desconociendo
poco a poco hasta que un día, un día, un enajenado día, ella disparó un rayo de
su luz con su mirada que limpio los campos de fuerza erigidos para protegerme
de ella y sumergió en un total caos mi existencia.
¿Sabías que una mirada puede destruir
tu mundo? ¿Qué una sonrisa puede astillar tu universo? ¡Helo allí! Así fue.
Pero me sucedió a mí y a ningún otro, ¿Por qué? Porque yo estaba dañado ya, por
esa visión de la primera vez, cuando mis ojos no enfocaron bien. Deberían
haberse perdido, como un misil que no alcanza su objetivo.
MMK
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