La percepción
del tiempo varía de acuerdo a la edad del que percibe. Para los niños de seis,
siete u ocho años de edad, decirles que el próximo mes van a ir de paseos, por
ejemplo, es decirles que en un año se llevará a cabo; y si le dices en una
semana para ellos es una mes. Al contrario, cuando se tiene como cincuenta o más,
una semana es pronto y un año se va volando. Lo mismo ocurre cuando percibimos
el tiempo bajo un sentimiento o emoción. Así ocurre que el beso que damos cuando estamos
enamorados dura una eternidad o cuando en trance de perder la vida, toda
nuestra historia pasa por nuestros ojos en contados segundos. Pero también esa apreciación
del tiempo difiere entre el sexo masculino y femenino.
Era diciembre,
en los días cercanos a la Navidad. Fuimos Celicia y yo a Nueva York para ver a
las “Rockettes”, en el Radio City Music Hall. Esta compañía de ballet es famosa
porque cada diciembre abre sus funciones donde muestra la precisión de sus
rutinas. Una de ellas es cuando todas las bailarinas al unísono levantan sus
pies hasta la altura de sus ojos. Yo había comprado los boletos para la función
de las nueve de la noche y ya eran las ocho y media. Nuestro hotel no estaba
lejos del teatro, solo teníamos que caminar cinco cuadras, llegar y hacer
nuestra fila para entrar. Teníamos el tiempo justo y suficiente. Pero Cecilia tenía
otra idea en mente.
-Mira, allí hay
una cafetería. Quisiera tomar un café machiato – Me dijo.
- ¿Qué tal si
tomamos el café después de ver las Rockettes?- Le pregunté.
-Quiero tomarlo
ahora- Me replicó.
-¿Quieres tomar
el café ahorita?- Medio que quería insinuarle que podría ser
después.
-Sí, ¡ahoritita!
Entonces entendí
claramente en que tiempo lo quería.
*****
No hay comentarios.:
Publicar un comentario