sábado, 6 de mayo de 2017

No todo debe de cambiar


-Yo no veo porque tienen que burlarse de “Tukucha” –comento Kanchari
-Son esos pituquitos blanquiñosos del grupo “Jueves”. Se pusieron a reír cuando salió Tukucha a cantar -dijo Chullo
-Déjalos Chullo hasta que revienten de risa-  le recomendó Chara.
-Más risa me dan ellos cuando bailan. ¿Te das cuenta como las mujeres bailaron el Huaylash? Movían los hombros como si fuera salsa. ¡Nunca ves que las paisanas bailan así el huayno!
-Chullo, solo mira quienes lo están bailando – Le  recalcó Chara
-¿Y viste como se levantaban la pollera? ¡Así no es!
-Ya sé Chullo, solo tienen que recogerla pero dales un mérito. Al menos están practicando folklore.
-¡Manan! Nomás dejas que lo cambien un poquito y después lo cambian otro poco más y después ya no vas a saber lo que bailan. Así ha pasado con todo.
-No Chullo. Ellos van aprender de los que saben, de nosotros, cuando vean y aprendan lo que es lo legitimo. Por ello hay que dejarlos que se acerquen al folklore.
-¡Manan! Eso es ingenuo. Mira el Valicha. Antes la pollera caía hasta los tobillos. Ahora está bien encima de la rodilla. Y así lo bailan en el mismo Cuzco. ¡Así no es!
-Pero Chullo, ese es un detalle.
-Pero tantos lo van cambiando todo. Y ya no nos vamos a reconocer.
-Chara, Chullo tiene algo de verdad – dijo Kanchari - Hay un dicho que dice que el gran cambio es la suma de los pequeños cambios. Y así se ha dejado que cambios que podrías calificar como minúsculos se hagan en muchas cosas de nuestra cultura y cuando nos damos cuenta que eso es algo perjudicial, ya no se puede volver atrás.
-¿Te acuerdas de Meza, Chara? Él me dijo lo mismo que tú me dices ahora, que hay que aceptar los cambios, porque es histórico y que nuestra cultura no se pierde porque es “plástica”. ¿Plástica? El plástico se derrite con el fuego, se funde como cera. ¡Manan! nuestra raza no es de plástico, ¡es de acero!
-Chullo, lo que significa es que la cultura se adapta con los cambios que pasan y así sobrevive.
- No estoy seguro de eso, Chara. Los cambios que pasan ¿tienen que pasar? ¿Son necesarios? – opinó Kanchari.
-Los cambios se dan, aunque no queramos – le contestó Chara
-Eso es lo que discuto. Según tú, los cambios se dan aun en contra de nuestra voluntad. ¿Y qué tal si los cambios no tienen que darse?
-Ahí si yo no entiendo. No entiendo como no puede haber cambio. ¿Parando el tiempo?
-No Chara, no parando el tiempo. El tiempo es solo la duración que toma el cambio a darse o lo que tarda y persiste. EL tiempo no tiene nada que ver.
-¿Pero si paramos el tiempo ya no se da el cambio?
-Es cierto Chara pero no podemos parar el tiempo
-Entonces no podemos parar el cambio.
-Yo creo que si podemos parar el cambio
-Pero tú has dicho que no podemos hacerlo
-No, lo que he dicho es que no podemos parar el tiempo. El cambio no es algo que sucede necesariamente. El cambio no es como los días que vienen uno detrás de otro. Sabemos que si hoy es lunes mañana es martes. Pensamos que el cambio es  como una ley y eso nos confunde.
-No es como una ley, es una ley
-Yo creo que no es una ley. Yo creo que no hay el cambio, sino cambios
-Los cambios significan que hay cambio.
-Si pero no debemos de pensar que el “cambio” es algo independiente, como si existiera fuera de la realidad, como un ser, una ley o un dios. El cambio no existe, existe cambios y esos cambios lo hacen la gente. Por ejemplo, Chara, tú nunca has visto “el cambio”, no has visto donde se produce y se manifiesta un o el cambio. Esa es la forma como Occidente y la sociedad occidentalizada  crea “ídolos” como los tótems antiguos que la gente aceptaba como existentes. Ya no más rendimos culto a los ídolos de barro y piedra, sino al Progreso, el Cambio, a lo Moderno. Por allí va la explicación de lo del cambio. Para de una vez entenderla debemos de pensar que es lo que cambia y porque cambia. La idea de un cambio permanente e inagotable es un requisito de la vigencia de la civilización occidental. Sin la aceptación de esta idea del cambio, la dinámica del mundo moderno se resquebrajaría.
-Yo aún creo que todo cambia
-Yo creo que es una ilusión pensar que todo cambia, creo que el sistema de vida actual nos empuja a cambiar aunque no lo queramos. Y a pesar que casi todo cambia hay algo que no cambia…
De pronto irrumpió Chullo, que se había mantenido callado, al margen de la conversación, con la embocadura de su quena en la boca.
-Chara, ¿tú te cambiarias de sexo?
-¿Qué? Oye Chullo, tú estás loco, ¿no? –Chara se turbó con la pregunta
-Solo te pregunto Chara, responde.
-Pero Chullo, ¡claro que no! –respondió Chara con un tono de medio enojado
-¿Porque no te cambiarias de sexo?
-Porque no quiero, porque no me da la gana.
-¿No te convendría ser mujer?
-Este Chullo. ¿Para qué? Estoy contento siendo “hombrecito” Chullo –Y Chara sonrió
-¿No te gustaría probar –volvió a la carga Chullo
-¡No Chullo! No ganaría nada, seria por gusto.
-Te podría ir mejor Chara.
-Yo estoy contento como soy. ¿Qué pasa Chullo, tratas de convencerme?
-No Chara –Se entremetió Kanchari- Lo que trata de hacerte ver Chullo es que ¿para que uno va a cambiar? si está bien como es, que no le beneficia en nada ser otro…u otra. Lo mismo pasa con nuestra cultura, no necesita cambiar, no fundamentalmente, por más que digan que es necesario y es conveniente. Por eso decía que parece que todo cambia, pero no es verdad, hay algo que permanece y que debe de permanecer para poder ser nosotros, los mismos.
-¡Este Chullo! Ya te entendí Chullo y es verdad, hay algo que no cambia ni debe de cambiar.
-A propósito, ¿han escuchado la canción de Mercedes Sosa “Todo cambia”?
Y Kanchari comenzó a cantar:   
                       
Cambia lo superficial
Cambia también lo profundo
Cambia el modo de pensar
Cambia todo en este mundo

Pero no cambia mi amor
Por más lejos que me encuentre
Ni el recuerdo ni el dolor
De mi tierra y de mi gente

Y lo que cambió ayer
Tendrá que cambiar mañana
Así como cambio yo
En esta tierra lejana.

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